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Las cifras sobre la asistencia a los fastos de la gabarra tal vez nunca se conozcan, pero como no se trata de una manifestación política, ... no habrá guerra de números, esa en la que los de un bando aseguran que hay un millón de personas y los del otro que los asistentes no llegan a 10.000. Afortunadamente, en el Athletic no hay bandos, al menos en esas cosas, y entre todos podemos convenir en que ayer en las márgenes de la ría estaba todo el mundo, dando por hecho que el mundo es Bilbao, Bizkaia y los territorios de ultramar, que en este caso son las peñas rojiblancas repartidas por todas partes, y que en algún caso, viajaron ayer a la villa única y exclusivamente para estar presentes en un acontecimiento histórico. Como tengo recuerdos difusos, porque se van perdiendo en la memoria después de cuarenta años, diría que esta vez la asistencia fue mucho mayor, tal vez porque la necesidad que tenía la gente de festejar también era mucho mayor. El hecho de que las redes sociales difundan todas estas cosas a velocidad supersónica hace que lleguen a muchísima gente. Pero, sin embargo, esta historia de la gabarra, de la celebración con la gente, no se trata de un efecto llamada, de un acontecimiento que se hace viral y atrae al público. Es mucho más, es la forma de expresarse de todo un pueblo en torno a una idea, la del Athletic. Esta celebración no tiene parangón con ninguna otra en cualquier lugar del mundo, porque el Athletic tampoco tiene ninguna comparación en otro lugar del mundo.
Alegrémonos de que pasen estas cosas con nuestro equipo; que de vez en cuando podamos festejar por las calles y asomarnos a la ría. Que no pasen cuarenta años como en este lapso que se nos ha hecho muy largo, y a los más veteranos nos ha pesado como una mochila de cuarenta kilos, uno por temporada. En La Cartuja, a quien más quien menos, un segundo después de que marcara Berenguer una mano invisible nos quitó ese peso de la espalda. Es por eso que después de la euforia inicial, a esos 70.000 o más, les dio el bajón de golpe. Las caras de los seguidores del Athletic eran casi de derrota aunque no lo fuera. Regresaban como zombis a sus alojamientos o a sus autobuses.
Pero ya recuperados, de nuevo en la normalidad -que no es muy normal que digamos-, este jueves, con un tiempo espléndido que acompañó a todos los asistentes, volvimos a estar en la gloria, que para un seguidor del Athletic es la gabarra. Como le dijo el Chopo Iribar al rey Felipe, ojalá le podamos decir a la embarcación que después de los fastos regresará a su atraque en el Museo Marítimo que hasta el año que viene. Eso es que nos sigue yendo bastante bien.
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