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Hay que hacer bandera de la tolerancia cero, pero sin olvidar que en España hay ahora mucho más respeto en los camposTras analizar las imágenes de las cámaras de seguridad del estadio Metropolitano, la Policía identificó ayer al autor de los insultos racistas a Nico Williams y la LaLiga anunció de inmediato que denunciará a dicho sujeto ante la Fiscalía de Delitos de Odio de Madrid. ... Queda por saber si hubo más agresores, ya que el delantero rojiblanco habló de tres personas. Las Fuerzas de Seguridad, sin embargo, después de ver los vídeos trabajan con la hipótesis de un único imbécil que actuó en solitario. Y cuando digo en solitario me refiero exclusivamente a lo que se refiere a proferir insultos racistas -uh, uh, uh, imitando a un mono- porque de los otros, de los que por lo visto importan mucho menos y no provocan escándalo, los jugadores del Athletic recibieron el sábado una buena ración.
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Javier Ortiz de Lazcano
Javier Ortiz de Lazcano
Laura González
Veremos lo que ocurre, pero casi podemos darlo por descontado. Y es que este caso es calcado al que sufrió Iñaki Williams en enero de 2020 en el campo del Espanyol y se convirtió en el primero que acabó en una causa penal por racismo en el fútbol español. Así las cosas, armémonos de paciencia. Lo digo porque estas cosas de palacio (de Justicia) van muy despacio. De hecho, la sentencia de aquel caso, en el que la Fiscalía y LaLiga pidieron para el agresor dos años de cárcel, una multa económica y la prohibición de acceder a los estadios durante cinco años, todavía no se ha dictado. Será que, al ser el primero y sentar jurisprudencia, lo están examinado con todo tipo de lupas.
Aparte de paciencia, este tipo de sucesos desagradables requieren de serenidad para no sacar las cosas de quicio. ¿Que en los estadios se ven comportamientos vergonzosos? Por supuesto. ¿Que el fútbol es una pasión capaz de destapar muy bajos instintos? Claro que sí. ¿Que la buena educación y el 'fair play' no abundan en la mayoría de los partidos, y mucho menos en algunos tan tensos como el del Atlético-Athletic? Evidente. Pero tampoco nos volvamos locos. No nos rasguemos las vestiduras como hacen algunos, de una forma tan teatral que llegan al striptease populista.
Cualquier aficionado al fútbol sabe que el comportamiento de los aficionados ha mejorado de una forma extraordinaria en las últimas décadas. Entre 1976 y 1998, de hecho, en los campos españoles había vallas para tenernos enjaulados a los espectadores; vallas que, por cierto, siguen existiendo en muchos países, en algunos incluso con concertinas. Y qué decir de la panoplia de insultos racistas, homófobos, políticos o clasistas que escuchamos durante décadas sin que a nadie, desde luego a ninguna autoridad competente, le importase un pimiento. Es más, debían parecerle una parte consustancial del paisaje acústico del fútbol. En fin, que en estas cuestiones hemos avanzado muchísimo. La educación y el respeto del público es incomparablemente mayor que en el pasado. Vivimos tiempos mejores.
Esto no significa que no haya que seguir librando esta guerra interminable. Por supuesto que hay que perseverar y hacer bandera de la tolerancia cero. De hecho, creo que se está haciendo. No es casualidad que los insultos racistas a Iñaki y a Nico, por citar los dos ejemplos que tenemos más cerca, hayan sido producto de un único autor o de un grupo muy reducido. Es decir, estamos hablando de sucesos graves por lo que significan, pero casi siempre anecdóticos por lo que representan. En el Metropolitano hubo el sábado 64.612 espectadores y sólo uno (o dos o tres) imitaron a un mono delante de Nico. En Las Llanas ocurrió algo parecido cuando el portero del Rayo Majadahonda fue insultado de la misma manera por un aficionado. Y esto es lo importante: la ínfima proporción que, por regla general, representan los agresores.
Pretender acabar con todos idiotas no tiene sentido. Siempre habrá alguno por ahí. Son una plaga eterna. Y lo que hay que hacer contra ella es algo parecido a lo que se hizo el sábado cuando Nico llamó a Martínez Munuera: parar el partido, dar un aviso por la megafonía e identificar al culpable lo antes posible. En esto último sí que podrían mejorarse las cosas. Sería muy edificante, y desde luego muy disuasorio, poder llegar a ver con rapidez en la pantalla del estadio el vídeo del idiota iracundo insultando, y luego a la policía llevándoselo detenido.
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