![Este VAR es una vergüenza](https://s2.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/2023/11/07/iago-kkgE-U210650490865WKI-1200x840@El%20Correo.jpg)
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Pasa el tiempo y, lejos de mejorar y corregirse, el videoarbitraje está llegando en España al territorio del ridículo más absoluto. Empieza a ser un chiste sin gracia, un motivo de indignación, rechifla y perplejidad para todos los aficionados al fútbol, incapaces de entender la ... chapuza que les ha caído encima en aras de la modernidad y la justicia. En esto somos unánimes. Y es lógico que lo seamos porque, reconozcámoslo, el VAR es bastante democrático, como sucede con casi todas las grandes desgracias. Aunque es cierto que los clubes más poderosos son tratados con mayor benevolencia, nadie se libra de sus desafueros.
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A lo largo de la temporada, cada equipo tiene su momento de dolor intenso, como le ocurre ahora al Celta. Tras el increíble gol que le anularon en Girona y el penalti que le birlaron ante el Sevilla desde la sala VOR, los vigueses ya no saben ni qué hacer, si organizar una peregrinación de rodillas a Santiago o acudir al tribunal de La Haya. Que el Comité de Competición no entrara ayer de oficio para sancionar a Iago Aspas por derribar el sábado el monitor del VAR en Balaídos y hacer luego unas declaraciones muy críticas con el arbitraje sólo puede interpretarse como un gesto de conciliación en un momento en el que ser estricto con las normas supondría pegar una patada al avispero. Y no solo eso. Yo diría que también ha sido una forma implícita de reconocer que, en el fondo, el capitán del Celta tenía razón.
Todos recordamos cuando, poco antes de la implantación del VAR, algunos aficionados muy tradicionales se lamentaban de que el fútbol perdiese ese condimento picante, tan apreciado sobre todo en el arco mediterráneo, que son las polémicas arbitrales. Quién le iba a decir a esa buena gente que no, que sucedería todo lo contrario, que con el videoarbitraje las polémicas se avivarían porque los errores arbitrales no sólo iban a continuar sino que iban dejar de entenderse como habían podido entenderse hasta entonces cuando no se quería pensar mal: como errores humanos. ¿Pero cómo entender ahora la jugada del gol anulado al Celta en Montilivi? ¿Cómo viendo el vídeo alguien puede creer que Dotor hace a Gazzaniga una falta que influye de algún modo en la jugada? Es muy difícil de explicarlo sin pensar en una ignorancia supina del fútbol o, lo que es mucho peor, en una equivocación voluntaria. En ambos casos, el despido de los implicados debería ser inmediato.
'𝑪𝒐𝒏𝒕𝒓𝒂 𝒗𝒆𝒏𝒕𝒐 𝒆 𝒎𝒂𝒓𝒆𝒂'. @RCCelta. #ElDíaDespués pic.twitter.com/54zbOuwcYI
— El Día Después en Movistar Plus+ (@ElDiaDespues) November 7, 2023
Leía ayer que Medina Cantalejo está muy enfadado con la que están montando, jornada tras jornada, sus árbitros y los señores de la sala VOR con sus decisiones inauditas y sus inaceptables diferencias de criterio. Es lógico que el presidente del comité técnico de árbitros esté enfadado y nervioso, sobre todo si se tiene en cuenta, además, que él fue un hombre muy cercano a Luis Rubiales, de hecho uno de sus mayores aplaudidores, y esto le coloca ahora en una posición muy delicada, como si avanzara con los ojos vendados por el tablón de los piratas. Lo que no tiene ninguna lógica, en cambio, es que la aplicación del VAR, lejos de mejorar con el tiempo, como ocurre con las nuevas tecnologías que entran en nuestras vidas, sea cada vez más desastrosa. Y que, mientras tanto, sus responsables sigan cruzados de brazos y prometiendo cada verano, como mayor acto de contrición, que no van a pitar más penaltitos.
Se ha llegado a un punto en que cada aficionado tiene su particular solución a este desaguisado. Son muchos los que optan por su directa aniquilación y olvidarnos del VAR de una vez por todas. Creo que exageran. Si existe la posibilidad de disponer de imágenes tan completas de lo que ocurre en un partido, ¿por qué desaprovechar todo ese conocimiento si en otros deportes se ha demostrado que puede utilizarse muy bien? Pensemos en el fútbol americano, por ejemplo. Los entrenadores tienen derecho a pedir la revisión de un número concreto de jugadas. Dos por cada tiempo. Si el vídeo les da la razón, la petición no computa como utilizada, al igual que sucede en el tenis con el ojo de halcón. La sala VOR no existiría como tal. No habría en ella árbitros vestidos de árbitros en un búnker de Las Rozas --sería un gasto menos, por cierto-, sino exclusivamente técnicos muy competentes encargados de suministrar las mejores imágenes. El árbitro las consultaría cuando fuese necesario, tanto para poder despejar sus propias dudas como para atender las solicitudes de los entrenadores. Sus ayudantes o incluso el cuarto árbitro podrían acompañarle en el visionado. Tampoco estaría mal que el colegiado argumentara y comunicara su decisión a todo el público. Y se acabó. Los errores no desaparecerían, claro que no. Eso es imposible. Pero sí desaparecería la vergüenza de este VAR.
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