Como es costumbre, el presidente Jon Uriarte y el director de fútbol Mikel González cumplieron todos los pronósticos en la rueda de prensa que ofrecieron ayer para informar de los objetivos del equipo y valorar el mercado de verano tras su cierre el pasado viernes. ... La fiabilidad de ambos a la hora de decir únicamente lo que se espera de ellos, es decir, prácticamente nada que se salga de un guion correcto, sin ninguna estridencia, y con la inevitable dosis de optimismo juvenil y de aroma populista, ya es total.
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Son más de dos años en el cargo y la experiencia se nota. Uriarte, por ejemplo, jamás volverá a cometer el error de principiante de organizar una comparecencia pública con el entrenador y el capitán para anunciar de forma oficial el objetivo de Europa. Es cierto que ayer también expresó ese deseo, pero lo hizo desde una posición completamente diferente. Ya no es el nuevo dirigente impetuoso de un club que lleva cinco años sin entrar en competición continental sino el de uno que la pasada temporada vio a su plantilla ganar la Copa y quedar quinta en la Liga.
Dentro de un optimismo propio del cargo, el presidente tenía que ser prudente en su comparecencia. Aunque a algunos pudiera parecerles demasiado comedido, su mensaje fue el que tenía que ser: el objetivo es volver a Europa a través del «camino natural» de la Liga y no hay que convertir la Europa League en una obsesión por mucho que la final se dispute en San Mamés. Sospecho que muchos aficionados rojiblancos no firmarían ahora que su equipo quede sexto y no gane ningún título, pero desde el club no se puede vender humo perdiendo la perspectiva de lo que supone jugar tres competiciones.
Valverde conoce mejor que nadie estas dificultades y se las recordó hace poco a los miembros de la comisión deportiva. Según desveló ayer el presidente, el técnico les ilustró sobre lo sucedido en la campaña 2014-2015, cuando aquel Athletic suyo que disputó la Champions acabó la primera vuelta con 19 puntos, a tres del descenso. No lo se, pero es probable que Txingurri se extendiera un poco y les explicara también que el año anterior, sin compromisos europeos, habían sumado 17 puntos más en esas 19 primeras jornadas. O que la última vez que el Athletic jugó competición europea, con Ziganda en el banquillo, quedó decimosexto.
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Dejando a un lado la concreción de los objetivos y la valoración de la plantilla, que como siempre no pudo ser más positiva -«larga, muy completa y con muchas alternativas», la calificó González-, el tema del día era Nico Williams. Por todo lo ocurrido durante este verano y porque el sábado hizo unas declaraciones en la que aseguró en cuatro ocasiones que iba a quedarse en el Athletic una temporada más. Es decir, no hasta 2027, cuando se termina su contrato, sino hasta 2025.
¿Qué podía decir el presidente sobre este caso tan cansino? No mucho, la verdad. Ahora bien, puesto a decir algo, podía haber estado más atinado. Y es que decir que «el capítulo Nico Williams está cerrado» no deja de ser una mezcla de brindis al sol y engañifa tonta si uno no añade «hasta el próximo mes de junio». Por otro lado, se agradecería un poco más de rigor en las sentencias presidenciales. Regalarle el oído a la gente está de moda y a Uriarte le gusta mucho hacerlo refiriéndose a la grandeza inigualable del club y a la también inigualable sabiduria futbolística de su hinchada. Pero hablar de un ratio de permanencia de los jugadores «de primer nivel mundial» no pasa de ser demagogia barata.
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Es evidente que, por su filosofía, muy pocos equipos en el mundo tienen tanta estabilidad en sus plantillas como el Athletic. Eso es una ventaja, pero tampoco es un mérito. Digamos que el Athletic está condenado a esa estabilidad. Escuchando a Uriarte, además, uno podría creer que ninguna de las estrellas del Athletic quiere irse del club, aunque tenga grandes ofertas. Y esto es una falacia. Pensemos en Javi Martínez, Llorente, Herrera, Kepa, Laporte o Iñigo Martínez. O en Nico Williams dentro de un año. De manera que dejémonos de chuminadas de cara a la galería. Futbolistas como Unai Simón o Sancet, por citar a los otros dos que podrían recibir ofertas deslumbrantes del exterior, superiores a la del Athletic, son la excepción, no la norma. Incluso ahora que disfrutamos de un Athletic campeón e ilusionante.
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