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En la sala de prensa del estadio de Gran Canaria, feliz por la victoria y todavía con las pulsaciones altas tras una segunda parte que, según reconoció, se le hizo «eterna», Ernesto Valverde comentó que su equipo se había tomado el partido como «una reválida» ... y que la derrota ante el Atlético en el descuento la habían «rumiado durante dos semanas». La elección de la palabra «reválida» me pareció que daba pie a un cierto equívoco. En realidad, a una doble interpretación. Se podía pensar –muchos lo hicieron– que el técnico rojiblanco quería decir revancha, que lo que de verdad deseaban él y sus jugadores era desquitarse y que el equipo de Carrión pagara los platos que rompió el de Simeone en la cuarta jornada. Pero también se podía pensar que en aquel partido de resultado tan doloroso Txingurri vio brotes muy verdes y que en Las Palmas quería revalidar, es decir, confirmar y a ser posible mejorar, ese nivel de juego.
Sea como fuere, lo que está claro es que el Athletic cumplió su objetivo. Los tres puntos ayudaron a compensar el que se perdió -o los que se perdieron- de mala manera ante el Atlético, instalaron al equipo en esa bonita vista panorámica que es la parte media-alta de la tabla y espantaron algunos fantasmas que ya parecían asomar. Por otro lado, la calidad de su juego durante la primera parte, especialmente la media hora inicial, contribuyó a dibujar una sonrisa en los jugadores. Era la sonrisa del reencuentro con el fútbol que la pasada temporada les llevó a hacer historia. Viendo a los rojiblancos celebrar sus dos primeros goles, ambos construidos con los mejores materiales, dieron ganas de que alguno de ellos se levantara la camiseta y mostrara otra por debajo en la que hubiera escrito: «Ya estamos aquí otra vez».
Fue una gran noticia reencontrarse con el Athletic de la última gabarra durante un rato, hasta que la expulsión de Jauregizar y el gol seguido de Sandro cambiaron todo el decorado. Lo decíamos ayer en la crónica del partido: la ambición desde el pitido inicial, la presión alta, el criterio y la profundidad del juego, y la pegada de su frente de ataque provocaron una sensación de 'deja vù' de lo más agradable. Era justo lo que los aficionados rojiblancos deseaban. Y es que empezaban a echar de menos a ese Athletic vibrante.
Dicho esto, llega el turno de caer en una obviedad y recordar que la gran noticia que puede ofrecer a su afición el equipo de Valverde todavía está por llegar. Porque la cuestión no es que sea capaz de volver a jugar al nivel que lo hizo la pasada campaña. ¿Por qué no iba a hacerlo si la plantilla es la misma, incluso se ha reforzado, y lo lógico, por tanto, es que pueda hasta progresar? La cuestión es que sea capaz de ser el de la pasada temporada durante más tiempo, sometido a un calendario mucho más exigente.
Si conseguirá o no ese gran objetivo, el tiempo lo dirá. Ahora bien, a nadie se le escapa -y menos a Valverde- que entrar pronto en una dinámica positiva es fundamental. Y al contrario, por supuesto: nada puede ser más dañino que entrar en una mala inercia y empezar a escuchar ese runrún de San Mamés, que suena como truenos lejanos de una tormenta en ciernes.
El Athletic, además, siempre ha sido un equipo muy sentimental, de los que fluctúan en exceso en función de su estado de ánimo. De ahí que Valverde haya dado tanta importancia a esta serie de partidos que vienen tras el parón. Sabe que es crucial poder comenzar la Europa League en una buena posición en la tabla, con sus equipo tranquilo y convencido de su fortaleza. Y es que nadie puede ir en busca de aventuras -a Roma dentro de nueve días, por ejemplo- si al salir a la calle se pone a dudar de si se ha dejado algún grifo abierto o ha cerrado la puerta con llave. Para eso es mejor quedarse en casa, a ser posible en el sofá.
El escenario ideal de los rojiblancos en estos momentos está claro. Si a la victoria en Las Palmas suman otras dos ante el Leganés y el Celta, habrán dado un gran paso adelante. Se verán arriba en la tabla y sentirán que se están moviendo por el carril de aceleración. Hay que tener en cuenta, además, que en estas dos próximas jornadas es muy probable que Valverde inicie el programa de rotaciones que tiene previsto esta temporada, de manera que si la cosa funciona podrá decir que ya tiene un buen número de jugadores bien enchufados y competitivos, en perfecto estado de revista, contagiados de una misma ilusión y ambición, listos para intentar firmar entre todos una gran temporada.
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