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Quién le iba a decir a Iñigo Ruiz de Galarreta en el verano de 2023, cuando acababa de regresar al Athletic después de diez años de ausencia, que al cabo de un año la afición rojiblanca le echaría tanto de menos en un arranque de ... Liga. Pero el fútbol tiene estas cosas. Llega un jugador que podría haber regresado a casa mucho antes pero al que se tardó demasiado en darle una segunda oportunidad –sus graves lesiones le convertían en un futbolista bajo sospecha– y de repente se convierte en el rey del mambo. O dicho con más precisión: en el centrocampista destinado a llevar la manija del Athletic, en el hombre sobre el que iba pivotar el juego de un equipo que termina haciendo una temporada histórica ganando la Copa cuarenta años después y firmando un excelente quinto puesto en la Liga.
Se ha hecho larga la ausencia de 'Galaxy', que se perdió toda la pretemporada y no ha podido intervenir en ninguno los cuatro primeros partidos de Liga. La impresión en este arranque del campeonato ha sido general entre los aficionados rojiblancos: el equipo notaba la baja del eibarrés. Muchos de ellos incluso vincularon los malos resultados del equipo al hecho de no poder contar con él, como si el Athletic se hubiera acostumbrado a su presencia, a sus dotes de mando y a su criterio con el balón.
Esto puede ser exagerado. Nadie sabe qué nivel hubiera dado Galarreta si se hubiera recuperado a tiempo de su lesión en el gemelo y hubiera jugado contra el Getafe. Pero tampoco podemos descartar que, por lógica, que se le hubiera notado la falta de rodaje y que su concurso no hubiera sido especialmente brillante. En todo caso, son especulaciones. Lo que resulta indiscutible es el estatus que el guipuzcoano se ha ganado en un solo año. Es más, lo hizo en unas pocas semanas. De hecho, tras la victoria ante Osasuna en la segunda jornada de la pasada Liga, sin demasiado miedo a precipitarme, la verdad, escribí un artículo titulado 'El veni, vidi, vici de Ruiz de Galarreta'.
Visto ahora con perspectiva, ese impacto tan rápido tuvo toda su lógica. Con Herrera lastimado por los años y las lesiones recurrentes, el Athletic, sencillamente, no tenía un futbolista capaz de pedir la pelota como si fuera suya, de aportar orden y concierto, de mejorar la circulación con cada pase y, además, ser bravo e intenso en los quites de la medular. Y lo necesitaba como agua de mayo para que mejorara su juego.
Llegados a este punto y celebrando de antemano el regreso del eibarrés, surge una pregunta inquietante. ¿Tiene un sustituto? Por supuesto, no nos referimos a que en su lugar no vaya a salir otro. ¡El Athletic no va a jugar con diez! Con sustituto nos referimos a otro jugador de su mismo perfil o parecido, alguien a quien Valverde pueda mezclar con otro centrocampista más defensivo, de un corte más físico, menos posicional, más de ida y vuelta: el papel que ahora ha asumido Beñat Prados, que fue otro que la pasada temporada llegó, vio y venció, comoJulio César en la batalla de Zela.
Este interrogante es lógico porque se avecina una temporada durísima y Galaxy va a necesitar descansos. No se trata de tenerlo entre algodones pero sí de actuar con precaución para limitar la posibilidad de lesiones. Jauregizar parece el más indicado, pero ya se verá. Sea como fuere, del fútbol que sean capaces de irradiar Galarreta y el que sea su recambio van a depender en buena medida los resultados del Athletic.
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