Un escenario muy complicado

Veremos lo que ocurre a lo largo de este mes en un caso cada vez más penoso, sobre todo después de que el máximo organismo del fútbol europeo anunciara el pasado viernes -y a Joan Laporta sólo le faltó anunciarlo con redoble de tambores y repique de campanas en Montserrat- que el Barça podrá jugar la Champions la próxima temporada a pesar del 'caso Negreira'. La evidencia sangrante de ese doble rasero de la UEFA entre el poderoso y el débil no se le escapa a nadie. Realmente, da grima.

Dicho esto, y desde la perspectiva rojiblanca, sólo caben dos opciones en estos momentos. La primera es esperar, a ser posible no demasiado tiempo, no hasta el 7 de agosto, fecha prevista para el sorteo de la Conference. Esperar, eso sí, con una paciencia que no sólo debe limitarse a la pesada digestión de los tiempos judiciales sino también al encaje de las críticas absurdas que está recibiendo el Athletic en una tema del que es un simple espectador que ni pincha ni corta en la trama.

La segunda opción es prepararse para un escenario cada vez más factible y, desde luego, más complicado. Reconozco que aquí me entran las dudas. En esa preparación, quiero decir. ¿Se reforzará el equipo para competir en Europa? Pues ni idea, oiga. Ayer se produjo en San Mamés la presentación de Iñigo Ruiz de Galarreta, que parecía un niño con zapatos nuevos, como se decía 'in illo tempore', cuando el calzado era un bien escaso y había que hacerlo durar. Regresa convertido en un hombre de treinta años al que la vida le ha curtido mucho por dentro, pero su aspecto y su vocecilla añadieron a la escena un aire divertido de ilusión infantil desbordada. Sólo cabe alegrarse por él. En principio, todo indica que competirá con Herrera por un puesto en el once, de manera que, en buena medida, el éxito de uno será el fracaso del otro.

¿Será la única novedad en el primer equipo? Escuchando ayer a Mikel González cualquiera apostaría a que sí, a que no habrá más fichajes incluso si se acaba jugando la Conference. La verdad es que empieza a resultar hipnótico el voluntarismo mineral del joven director de Fútbol del Athletic. Oyéndole no es de extrañar que la no clasificación del equipo para Europa por sus propios méritos le haya parecido poco menos que el resultado de un desgraciado alineamiento astral, un accidente más fortuito que el que sufrió la presentadora de televisión Kim Lange en aquella novela de David Safier. Ya saben, a la pobre le cayó encima el lavabo de una estación espacial rusa y murió aplastada. Cosas del karma.

Cuestionado sobre la cuestión de los refuerzos, González aseguró «que no es fácil mejorar la plantilla». Y lo dijo con tal convicción que uno no acertaba a saber dónde residía la dificultad: si en las limitadas y leoninas condiciones del mercado rojiblanco o en los problemas que veía para añadir calidad a una plantilla que debe considerar fantástica. Seamos serios. Galarreta es una buena incorporación y su vuelta a casa se antoja, además, un caso de justicia poética. Pero lo cierto es que su puesto era con diferencia uno de los mejor cubiertos de la plantilla mientras que otros, en cambio, están cogidos con alfileres o presentan carencias flagrantes. Es decir, necesitan ser reforzados, sobre todo si se acaba disputando una tercera competición. Es algo prioritario. Imperativo. A esta gente que parece tener datos hasta de las posibilidades de que un central del cadete de un tacón en una situación de apuro no hará falta recordarle que la última participación del Athletic en Europa terminó con el equipo en el puesto decimosexto y siendo eliminado de la Copa en la primera eliminatoria por el Formentera.