El equipo no se toca
Análisis ·
Si hay algo lamentable e inédito en esta huelga de la grada de animación es que un pequeño grupo no tenga reparo en defender sus reclamaciones perjudicando al Athletic y amedrentando a otros sociosAnálisis ·
Si hay algo lamentable e inédito en esta huelga de la grada de animación es que un pequeño grupo no tenga reparo en defender sus reclamaciones perjudicando al Athletic y amedrentando a otros sociosEn sus 127 años de historia la afición del Athletic ha tenido tiempo de vivir todo tipo de situaciones; tantas que algunos pensábamos que ninguna nueva era ya posible. Pues bien, estábamos equivocados. Resulta que un reducido grupo de aficionados está impidiendo a otro mucho ... más mayoritario animar al equipo durante los partidos. Y esto no se había visto nunca. Es algo nuevo, producto de los tiempos que corren, como las verdades alternativas, los influencers o el aguacate en el desayuno.
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Situémonos. Que grupos de hinchas rojiblancos tengan disputas entre ellos es más viejo que la pana, pero siempre las han tenido por amores y odios a jugadores y entrenadores concretos. Incluso a presidentes. En San Mamés llegó a discutirse hasta sobre Pichichi, con lo que está dicho todo. También hubo rifirrafes sobre Muguerza, Panizo, Daucik, Txetxu Rojo, Clemente y Sarabia... En fin, que nadie debe sorprenderse. Esos debates, en ocasiones acalorados, forman parte de la propia vivencia del aficionado, que respecto al fútbol siempre tiene las opiniones muy firmes y, respecto a su club, los sentimientos a flor de piel. Sin embargo, en el fondo se trata de discusiones como de sobremesa en familia. La sangre no llega al río porque la comunión que se comparte sobre el club está por encima de todo. De ahí que esto que está ocurriendo sea tan grave. Y es que se está traspasando una frontera sagrada: la del equipo. Y el equipo, señores, no se toca.
Quienes lo están tocando de mala manera sólo tienen una cosa que hacer y la explicó muy bien Unai Simón el domingo tras el partido: quedarse en su casa. Porque si no animan, está claro que no tienen sitio en una grada de animación con unos precios rebajados y hasta un buen número de entradas gratuitas, en concreto 44 por partido. Y si encima amedrentan y no dejan animar a otros aficionados ya no tienen sitio directamente en ninguna parte del campo. Su presencia es directamente nociva, ya que perjudica al equipo, cuyos jugadores ya han salido a la palestra para denunciar lo que está ocurriendo.
En este tema que se va enquistando -ya son cuatro partidos con la huelga de animación-, la verdad es que uno echa de menos a nuestros grandes optimistas de guardia. Y es que somos muchos los que no vemos un final pactado posible para este enfrentamiento que, como es sabido, nació por el goteo de multas que recibe y paga el club por los insultos que algunos lanzan desde el Fondo Norte durante los partidos. A partir de ahí, todo es sencillo: el Athletic identifica a los insultadores y éstos no quieren ser identificados por los agentes de seguridad contratados por el club. Y mucho menos sancionados. De la misma manera, no quieren que la Ertzaintza actúe contra ellos y les imponga multas.
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Llegados a este punto, sólo cabe recordar la sabia frase del 'Guerra': lo que no puede ser, no puede ser y, además, es imposible. Y es que es evidente que la directiva del Athletic está obligada a actuar con la determinación con que lo está haciendo y que ayer demostró con la prohibición de entrar al campo a las dos personas que instaron coactivamente a varios integrantes de la Herri Harmaila a cesar en la animación. El club no puede permitir que detrás de una portería haya un grupo que campe a sus anchas, domine el cotarro, disfrute de unos precios bonificados y encima tenga impunidad para insultar a su antojo o lanzar las proclamas que le salgan del moño. Permitir eso sería como dejar que los más radicales se conviertan en los dueños de esa grada y, de paso, en un poderoso poder fáctico dentro del club, lo cual ya sería como para comer cerillas teniendo en cuenta que hablamos en el mejor de los casos de 400 socios sobre un total de 43.650. Es decir, de un 0,9%.
La directiva del Athletic, en fin, no puede ceder de ninguna manera a esta presión. Y por lo visto hasta ahora no lo va a hacer. Lo máximo que puede ofrecer a la Iñigo Cabacas Herri Harmaila es una aplicación transparente, correcta y pulcra de las leyes y reglamentos que rigen los partidos en San Mamés. Sin más. Y quien tampoco puede ceder es la hinchada de San Mamés, que en el fondo es la que tiene la solución en su mano. En realidad, es bien sencilla: volcarse como nunca animando al equipo desde todos los rincones del estadio. Sería la manera más inteligente de desactivar a esta minoría radical que no ha encontrado mejor manera de defender unos derechos que considera conculcados que dañando al equipo.
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No sé. Podrían haber organizado sentadas reivindicativas en los alrededores de San Mamés, vigilias nocturnas con una repetición incesante del 'Txoria txori' hasta el amanecer, encadenarse a los magnolios de Ibaigane, una huelga a la japonesa animando más que nunca con turutas y cuernos de guerra.... Cualquier cosa. Tirar de imaginación, no de intimidación. Aunque para eso hay que tener de lo primero y no estar acostumbrado a lo segundo.
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