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Estábamos a la espera -y seguimos estando- de que el Athletic anunciara la renovación de Berenguer, que empieza a acumular un inquietante retraso, como de tren extremeño, cuando el club informó por sorpresa de la prolongación del contrato de Beñat Prados hasta 2031. La noticia ... provocó dos reacciones inmediatas. La primera fue celebrar que el Athletic haya atado a un futbolista tan joven y prometedor, sin duda una de las revelaciones de la temporada. Y la segunda, como ha ocurrido otras veces, fue preguntarse por la larguísima extensión del contrato, una práctica que ya puede considerarse estratégica en Ibaigane con sus mejores futbolistas jóvenes. Ha sido el caso de Sancet (renovado hasta 2032), Unai Simón (hasta 2029), Vivian (2032), Agirrezabala (2027 con opción hasta 2029), Paredes (2029), Djaló (2029), Unai Gómez (2028) y ahora Prados. La única excepción sería Nico Williams, y no precisamente por culpa del club.
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Reconozco que con estos contratos no se todavía bien a qué atenerme. Siempre les acabo viendo en el anverso y el reverso. Cuando hace cinco años Iñaki Williams renovó hasta 2028, por ejemplo, aquello me pareció una desmesura absoluta. Y, sin embargo, ahora me encantaría que su hermano pequeño estampara la firma en un documento semejante. Aunque puede parecer contradictorio, creo que nos entendemos. Los contratos de muy larga duración nos gustan por lo que significan de demostración de fidelidad por parte del jugador, pero también nos preocupan por el peligro que suponen a la hora de que ese futbolista pueda acomodarse al no tener ya que ganarse su renovación. Esperemos que esto no ocurra en el Athletic, que tiene atada y bien atada, casi hasta la jubilación, a la mayor parte de su plantilla.
Me temo que algunos somos más clásicos y preferimos los contratos intermedios -tres o cuatro temporadas- que impiden al jugador dormirse en los laureles de la autocomplacencia. Y, desde luego, defendemos las cláusulas de rescisión muy altas. Cuanto más disuasorias, mejor. La de Beñat no se ha conocido, pero existe y algunos lo agradecemos. Y es que esto de los contratos sin cláusulas no termina tampoco de convencernos. Parece algo muy bonito, el sello romántico de un compromiso tan puro que no necesita prevención alguna, un poco como casarse en régimen de gananciales, pero luego la realidad te pone en tu sitio. Y, claro, como no conocemos un solo caso de futbolista que se haya empeñado en irse de un club y tarde o temprano no lo haya conseguido, casi mejor dejar las cosas claras con una bonita cláusula.
Más allá de estas cuestiones hay que alegrarse por Beñat Prados, que se ha ganado a pulso la renovación. El suyo no sólo es un premio al trabajo bien hecho, sino un ejemplo canónico de cómo un canterano debe aprovechar su oportunidad. El navarro era una promesa sólida, es cierto. Recuerdo que hace tres años, cuando iba a hacer la pretemporada con Marcelino junto a otros chavales del filial como Agirrezabala, Nico Williams, Nico Serrano y Artola, Joseba Etxeberria le hizo una radiografía en 'Marca' que ha resultado profética. «Es un chico completísimo. Tiene notas muy altas en muchos registros. Puede parecer frágil, pero los datos marcan que es ganador en los duelos. De hecho, con los rivales que nos golpeaban, le encargábamos saltar a él en vez de a los centrales y los datos han sido cada vez mejores. Es igual de rápido con y sin balón porque el hecho de llevar el balón no supone un esfuerzo extra para él. Es algo innato. Ha crecido muchísimo», aseguró el entonces técnico del Bilbao Athletic.
El pasado verano, sin embargo, Prados era una incógnita a su regreso del Mirandés. Sobre el papel, parecía el quinto medio centro en el escalafón por detrás de Ruiz de Galarreta, Vesga, Herrera y Dani García. Valverde le fue dando algunos minutos en las rectas finales, jugando como lateral o incluso central. Muy pocos pensaban que iba a tener el protagonismo que acabó teniendo. Pero llegó diciembre y se produjo la explosión. Fue titular en Granada y repitió unos días después contra el Atlético de Madrid en San Mamés. Y se salió. Fue el 16-12-2023. El chaval podría tatuarse la fecha porque ese día convenció definitivamente a Valverde. Ha sido titular en 23 partidos y ha disputado 33. Es cierto que en el último mes se le acabó la pila y que en la final de Copa estuvo sobrepasado, pero más allá de eso su primera temporada en el primer equipo sólo puede calificarse de sobresaliente. Si continúa progresando, será indiscutible.
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