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Es difícil saber si el interés que Ibaigane parece tener por Unai Nuñez está influido por la lesión de Paredes y el flojo rendimiento de Yeray en la primera jornada de Liga o, por el contrario, es anterior a estas circunstancias. En realidad, hasta es ... posible que se trate de algo imprevisto, un sondeo que no estaba en los planes del club pero que se ha activado de repente ante la percepción de que no sólo puede ser interesante deportivamente sino también uno de esos raros chollos que aparecen de vez en cuando en el mercado.
Porque las cosas como son: poder contar con el central de Portugalete al menos durante una temporada sin más precio que pagarle la ficha de su contrato con el Celta y quizá una pequeña cantidad es un chollo que el Athletic no debería dejar escapar. Otra cosa diferente sería que el club vigués se suba a la parra y quiera recuperar los ocho millones que pagó por el traspaso. En ese caso, el tema se complicaría mucho. Aceptar algo así sería para el club como asumir que traspasar a Nuñez hace dos temporadas, cuando la marcha de Iñigo Martínez ya se barruntaba, fue un error.
Veremos lo que ocurre, pero convendría que Ibaigane hiciera un doble esfuerzo de ambición y prudencia. De ambición para competir con otros clubes que podrían entrar en la puja por Nuñez, un futbolista de sobra contrastado (192 partidos en Primera). Y de prudencia para reforzarse en una posición débil. Es cierto que la pasada temporada el equipo jugó con fuego con sus centrales -lo reconoció el propio Valverde-, y que no se quemó. Es más, casi le bastó con dos, Vivian y Paredes, que se convirtieron en una de las mejores parejas de la Liga. Pero repetir estos juegos tan peligrosos nunca es aconsejable, y menos en el caso que nos ocupa, cuando la fogata va a ser más grande porque la exigencia del calendario es mucho mayor. Por mucho que los rectores del Athletic sean famosos por su optimismo mineral, no disponer de cuatro centrales contrastados cuando se van a jugar casi sesenta partidos es una temeridad.
Sea como fuere, lo que está claro es que el fútbol da sorpresas. Llevamos mucho tiempo hablando de la necesidad del cuarto central, incluso escribiendo que éste ya es un concepto tan popular como otros del mismo estilo que todos conocemos cuando un adjetivo ordinal coloniza con éxito un sustantivo: el tercer hombre, el sexto sentido, el octavo pasajero... Y nos habíamos resignado a no tenerlo, dado que Laporte es imposible, el sondeo a David García por lo visto quedó en nada y Unai ya parecía fuera de la órbita rojiblanca tras su venta al Celta, donde era capitán general (70 partidos de Liga de 76 posibles en las dos últimas campañas). Y, sin embargo, ha saltado la sorpresa.
Por razones que no son fáciles de explicar Claudio Giráldez le ha ido quitando al vizcaíno todos los galones del uniforme. Comenzó a hacerlo a poco de llegar, en la jornada 30, dejándole en el banquillo en Vallecas. Unai Nuñez volvió a ser titular, pero terminó de suplente en los partidos finales, cuando su equipo se jugaba el bigote. Y algo se rompió entonces entre los dos. Este verano el entrenador de Porriño decidió prescindir de sus servicios; todo un golpe de autoridad. Giráldez se siente fuerte. Le avalan los resultados. Salvó al equipo, ha comenzado la Liga con victoria, algo que el Celta no lograba desde hace nueve años, y es el entrenador del club que mejor arranque ha protagonizado en este siglo XXI, sumando 20 puntos en 11 partidos. Si Nuñez le lanzó un pulso, lo ha perdido. Y si no se lo lanzó, también. A poco que el futbolista demuestre que le hace ilusión regresar a casa, el Athletic debería aprovechar la ocasión. No se presentan muchas así.
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