Iraola, en el escaparate del Athletic

Él pide tiempo. «¿Entrenar al Athletic? Hay que ir quemando etapas», afirmó en diciembre de 2019. La pregunta era directa. La misma de siempre, vino a decir Iraola. Porque desde que se sentó en un banquillo -lo hizo en Chipre con el AEK Larnaca, donde acabó destituido a los seis meses-, su nombre se ha relacionado con una formación a la que dio todo. La antepuso incluso a la selección española: estaba 'tocado' y prefirió recuperarse a participar en un gran torneo internacional. De momento, Marcelino García Toral cuenta con contrato hasta el verano de 2022. Y a partir de ahí... ¿Quién sabe?

Casi siempre calmado en el césped, un hombre frío, calculador y cerebral que no se solía alterar ante nada, Iraola ha mostrado un carácter una pizca más volcánico en el banquillo. De hecho le han expulsado en varias ocasiones. Admirador de la NBA, también atrapó algunos conceptos de la NFL. Fue en sus tiempos en Nueva York, en el City con Lampard, Villa y Pirlo. Y los aplica a sus métodos de entrenamiento. También aprendió de técnicos como Ernesto Valverde, el que le subió al primer equipo, y de Marcelo Bielsa, el que le llevó a su primera y única final europea. El curso de entrenador lo hizo con Pablo Orbaiz, uno de sus mejores amigos en el fútbol, igual que Aritz Aduriz y Carlos Gurpegui, que la próxima temporada será el ayudante de Imanol de la Sota en el filial vizcaíno.

A él, en cambio, se le ve en el primer equipo. Queda tiempo. De momento, quiere hablar con el Rayo Vallecano y estrenarse en Primera División. «En un par de días nos reuniremos y veremos si las ideas del club y las mías son las mismas», expuso el domingo poco después de lograr el salto de categoría. Un premio maravilloso, el trabajo cumplido en un equipo que estaba construido para ascender, pero que tuvo que esperar al play-off. Quedó sexto en la fase regular. Derrumbó al Leganés. Y, después del 1-2 de la ida, remontó en Girona. Alegría. Vallecas, que tanto ha sufrido, era una fiesta el domingo por la noche. Y él, Iraola, el chico tranquilo, con cara de niño bueno, 'Zipi', en el vestuario del Athletic, tenía la culpa. «Es un privilegio hacer feliz a la gente, aunque sea durante unos minutos». En un futuro, la afición rojiblanca, la que tantas veces le ha aplaudido, espera que lo haga en San Mamés.