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Los derbis son partidos únicos, cortados siempre por el lado sentimental. No conviene, por tanto, analizarlos desde la razón. No hay estadísticas ni algoritmos que valgan con los Athletic-Real. De ahí que suela decirse que en estos choques vecinales nunca hay un favorito, por ... mucho que lo haya si uno atiende a la clasificación o al estado de forma de los equipos. Lo que sí puede hacerse con los derbis, y a veces resulta muy interesante, es ponerlos en contexto. El del sábado, por ejemplo, es especial. Y es que hacía mucho tiempo, desde los primeros años ochenta podríamos decir sin exagerar demasiado, que el gran duelo vasco no se presentaba con un nivel futbolístico tan alto. Luego será lo que Dios quiera, por supuesto. Todos recordamos derbis muy esperanzadores, llenos de buenos ingredientes, que luego acabaron siendo un tostón. Y al revés. Pero nadie puede negar que se acerca un partidazo, uno de los más bonitos que pueden verse en este momento en la Liga.
13 puntos les sacaban los de Imanol a los de Valverde en 2023 al terminar la primera vuelta.
6 puntos más tiene el Athletic. Le ha sacado esa distancia en los tres últimas jornadas.
0 goles han encajado los rojiblñancos en sus cuatro últimos partidos. La Real, uno.
Si se ha llegado a esta situación, evidentemente, es por el gran salto que ha dado el Athletic de Valverde esta temporada. Un dato que lo dice todo. El año pasado, la Real terminó la primera vuelta con trece puntos más que los rojiblancos (39 frente a 26) y ahora, en cambio, se encuentra con seis menos. Y esto no significa que el equipo de Imanol haya bajado su nivel -haber sumado siete puntos menos en la Liga no puede considerarse una caída grave si al mismo tiempo uno ha terminado primero e invicto la fase de grupos de la Champions-, sino que el Athletic ha subido el suyo de manera espectacular.
Rojiblancos y txuriurdines comparten en este momento una característica que suele estar en la médula de los grandes partidos: son dos equipos con un estilo de juego consolidado, muy convencidos de lo que hacen, perfectamente reconocibles. Sus futbolistas pueden estar más o menos acertados, pero no tienen dudas. A nivel táctico y estratégico, el duelo es apasionante. No será fácil que ninguno de los dos imponga sus argumentos y hay dos batallas, la de la presión y la del control del centro del campo, que serán decisivas y prometen ser espectaculares.
Valverde e Imanol coincidirán esta semana no sólo en repartirse elogios sino en que, como decíamos líneas arriba, en los derbis no suele contar mucho el estado puntual de cada equipo. Aún así, en estos días previos tampoco podemos dejar de tomarles la temperatura. El Athletic está más en forma que la Real, que en el último mes ha pagado el desgaste de la Champions. Tras llegar empatados a puntos a la jornada 16, en las tres últimas los bilbaínos han logrado tres victorias y los donostiarras, tres empates; de ahí los seis puntos actuales de diferencia. Y no sólo eso. Mientras los de Imanol han visto reducida su producción ofensiva -empates a cero contra el Betis y el Cádiz, a uno contra el Alavés y victoria por 0-1 ante el Málaga en la Copa-, los de Valverde siguen manteniendo sus grandes cifras goleadoras y, además, conservando inmaculada su portería.
Los tiempos han cambiado. La pasada campaña, la Real llegó a los dos derbis -el que ganó 3-1 en Anoeta y el que perdió 2-0 en San Mamés- con seis y once puntos más, respectivamente, que su rival. Y ésta va a llegar con dos puntos menos -antes de su victoria por 3-0 en la octava jornada- y lo hará con seis por debajo este fin de semana. Queda media Liga, que es como decir que el edificio que construye cada equipo ya tiene los cimientos pero todavía está sin tabiques ni tejado. Ahora bien, esta última diferencia de seis puntos ya puede considerarse significativa para el equipo donostiarra, que se enfrenta a un escenario peligroso.
Aunque los jugadores realistas no necesitan ningún incentivo para salir totalmente enchufados en un derbi, ya que hacerlo forma parte de su naturaleza, seguro que Imanol está haciendo hincapié durante estos días en el valor especial que tiene el del sábado. Caer en San Mamés podría significar que se despiden de volver a la Champions por la vía de la Liga. Y no sólo porque el Athletic se les pondría a nueve puntos, una distancia que los donostiarras podrían considerar asequible restando todavía 18 partidos, sino porque también podría sacárselos el Atlético, y eso ya es harina de otro costal. Pensar, por otro lado, en un desplome sísmico del Girona no tiene mayor sentido a estas alturas. Una cosa es que tenga un bajón y otra que la Real pudiera descontar los 19 puntos que, si pierde en San Mamés, le sacaría el equipo de Michel venciendo en Almería.
Los blanquiazules llegan muy presionados, ciertamente, pero el Athletic también lo está a su manera. El partido tiene algo de reválida para los rojiblancos. Tras completar una primera vuelta histórica, comenzar la segunda con una victoria ante una Real tan necesitada, distanciarle en la clasificación y aferrarse al cuarto puesto crearía una inercia que obligaría a entrar en la lucha por la Champions. La derrota, por el contrario, sería un jarro de agua fría que rebajaría las expectativas. Sobre todo, si la Real acaba siendo superior no sólo en el marcador sino en el juego. Si sucede al revés, si el Athletic es mejor, perder no pasaría de ser un accidente desagradable sin mayores consecuencias.
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