El 1 de septiembre de 1967, el madrileño diario Pueblo publicaba una información titulada: «¿Interesa la sustitución de jugadores?», y apuntaba: «Mientras la Federación lo estudia, el tema se discute en la calle». La FIFA había dejado libertad a las diferentes federaciones nacionales para que ... estudiaran el asunto. De la encuesta realizada por el diario se deducía que los entrenadores estaban divididos. Héctor Rial (Pontevedra), Andoni Elizondo (Real Sociedad), Salvador Artigas (Barcelona), César (Betis) y Antonio Barrios (Sevilla), estaban a favor; Miguel Muñoz (Real Madrid) y Marcel Domingo (Córdoba), en contra. Piru Gainza (Athletic) y Alfredo Di Stéfano (Elche) se abstenían.
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Hasta ese momento solo se podía cambiar al portero en caso de lesión. La FIFA recomendaba permitir dos sustituciones de cualquier jugador, pero también en caso de lesión. De hecho, las competiciones internacionales comenzaron a aplicar la norma ese mismo año. El primer cambio que pudo hacer el Athletic en partido oficial se produjo apenas trece días después del reportaje en el que Gainza se abstenía de opinar, el 14 de septiembre de 1967. Tuvo que sustituir a Ignacio Arroyo, que había marcado el gol del Athletic frente al Frem en el Parken Stadion de Copenhague, por Nico Estéfano en el minuto 54. El jugador rojiblanco se retiró con un esguince de tobillo.
En la Federación Española andaban con retraso, y hasta el comienzo de la temporada 1969/70 no se autorizaron los cambios, eso sí, sin restricciones. No había que acreditar lesión. En la primera jornada, en San Mamés, el público asistió a la novedad. Ronnie Allen sustituyó a José Mari Argoitia por Josu Ortuondo en el minuto 75. El Mallorca, que cayó 2-0, realizó dos cambios. Conesa salió por Óliver tras el descanso, y Sánchez por Terol en el minuto 82. Quedaba inaugurada una nueva época del fútbol. En 1994 pasaron a ser dos jugadores de campo más el portero; al año siguiente la norma cambió a tres jugadores de cualquier demarcación.
Y con la pandemia la IFAB (International Football Association Board) lo modificó todo. Estableció provisionalmente los cinco cambios (seis si hay prórroga), y la norma, que tenía fecha de caducidad, se quedó para siempre. La mayoría de los entrenadores recibió el asunto con alborozo, sobre todo quienes cuentan con más fondo de armario y los que mejor manejan ese tipo de situaciones.
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A Ernesto Valverde se le ha achacado a veces una mala gestión de los cambios, pero, sin embargo, algunos resultados conseguidos en la presente temporada dicen otra cosa. El último ejemplo es el del partido europeo del jueves ante el Ludogorets. Con el marcador en contra realizó tres sustituciones de golpe, y otra pocos minutos después, que modificaron el panorama. La salida de De Marcos, Nico Serrano, Vesga y después Unai Gómez se sustanciaron en los dos goles del Athletic que le dieron la vuelta al partido. En el primero, De Marcos fue el autor del pase a Iñaki Williams; en el segundo, la jugada la condujo Unai Gómez y la remató con maestría Nico Serrano. «Cuando salen jugadores intentan significarse y que el equipo pueda mejorar», dice Valverde. «Han entrado bien y nos alegramos porque les da mucha confianza y posibilidades de que sea revulsivos». También salió Ander Herrera, que obligó al portero búlgaro a la mejor parada de la noche.
No siempre salen bien los cambios, pero Valverde acertó esta vez, como lo hizo ante el Leganés en el minuto 56 de partido. Quitó a Vesga, Unai Gómez y Djaló, y en su lugar entraron Prados, Sancet y Williams. En un visto y no visto, el Athletic sumó varias acciones de peligro y a la cuarta marcó. Su explicación, como siempre, fue diáfana. «He querido hacer tres cambios de una tacada porque pensaba que en ese momento nos iba a venir bien», decía Valverde tras el partido. «A veces cuando vas cambiando poco, de uno o de dos, siempre se puede cambiar, pero cuando cambias tres buscas un poco de impulso al equipo». Tanto en Butarque como en el Ludogorets Arena, el triple cambio revitalizó al equipo.
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Pero yendo más atrás, tampoco está de más recordar la eliminatoria de cuartos de final de Copa de la temporada pasada frente al Barcelona. Se puso entre interrogantes la aparición en el campo de Mikel Jauregizar en sustitución de Unai Gómez que había entrado al campo tras el descanso. Otra vez acertó Valverde. Los minutos del futbolista bermeano en la prórroga fueron descomunales y tuvieron incidencia en un partido. Él le robó el balón a Lamine Yamal que acabó en el 3-2 de Iñaki Williams en el último suspiro de la primera parte de la prórroga, Y de allí, al cielo. En definitiva: Valverde se puede equivocar alguna vez, pero es el hombre que mejor conoce los resortes del equipo, y sus aciertos superan con creces los fallos.
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