Iago Aspas, el estandarte del Celta

«Es un futbolista extraordinario, distinto, desequilibrante y por suerte lo tenemos nosotros», se felicitó Eduardo Coudet, técnico de los gallegos desde hace poco más de quince días y que ha concedido una mayor libertad a la estrella del equipo para que se sienta más cómoda, se pueda mover por dónde quiera y sea más complicado para la defensa rival atarle en corto. Y se ha demostrado en los dos partidos dirigidos por el argentino la efectividad de esta decisión: ha firmado el Celta cinco goles, uno menos que en los nueve duelos anteriores.

En esa faceta, por supuesto, destaca Aspas. Ha anotado cinco de los once tantos logrados por una escuadra que está en descenso, pero que hace méritos para abandonar esas plazas. El 45% de las dianas de esta campaña, por tanto, llevan la firma de este futbolista de Moaña que desde que regresó a Vigo en 2015, después de dos fracasos consecutivos en el Liverpool (2013-14) y en el Sevilla (2014-15) -cuestión de morriña-, se ha transformado en el estandarte, en el deportista que guía a esta escuadra. Gran conocedor del mundo del fútbol, de todas las categorías, el gallego es el referente, y existen murales en la ciudad que le reconocen ese papel esencial en la supervivencia de este equipo en el que destacan otros nombres como Santi Mina, Fran Beltrán y Denis Suárez.

Aunque, por supuesto, él, Aspas, eclipsa a todos. «Es el mejor jugador que he entrenado hasta el momento», le describió Óscar García, su entrenador hasta el 12 de noviembre. Sin una apariencia física espectacular, el gallego tiene la portería contraria entre ceja y ceja, y muchos dicen que si no fuera por él, los vigueses serían equipo de Segunda División desde hace tiempo, categoría, por cierto, en la que se estrenó con el primer equipo. Fue el gran autor del ascenso en 2012, con 23 goles en 35 encuentros. Y en su primer curso en Primera, consiguió 12 dianas en 34 duelos. Y voló, a Liverpool. Y a Sevilla. No fue el mismo.

Casi desde la marcha de este apasionado de los coches -es propietario de un Porsche de edición limitada y preparado para competir y no descarta hacer una incursión en los rallies cuando se retire-, los rumores de regreso fueron constantes. Y dos años después, a cambio de cuatro millones -los ingleses abonaron nueve, negocio redondo-, volvió a Balaidos. Y volvió el amor. El ídolo. Con él y Eduardo Berizzo, se plantó en las semifinales de la Europa League, en mayo de 2017, cuando Julen Lopetegui ya le había convocado con la selección. Fue en noviembre de 2016. Sus estadísticas rompieron esa frontera. Fue, de hecho, el mejor artillero español en tres Ligas consecutivas: de 2016 a 2019. Y acudió al Mundial de Rusia.

El pasado curso resultó amargo. Con dos entrenadores -se destituyó a Escribá-, quedó un punto por encima del descenso. Aspas, que justo el verano anterior, en 2019, había sido sondeado por el Atlético para reemplazar a Griezmann, terminó con catorce dianas (el 37% de su bloque), una menos que Raúl García. Un peligro. Y esta campaña ha empezado de la misma forma, Enchufado, ahora con mayor libertad. Y dando asistencias; está, con 31, a cuatro de Karpin, y solo le queda por rebasar a Mostovoi. Esa treintena de pases, más los 106 balones enviados a la red, provocan que el gallego haya participado en el 45% de los tantos anotados (301) por el Celta con él en la plantilla. Un dato espectacular. Es el estandarte celeste.