Lunes, 9 de enero 2023, 21:01
Hace 18 días, se apagó una vida y se encendió una estrella. Txetxu Rojo ascendió a los cielos convertido en leyenda y dejó huérfanos a los parroquianos de La Catedral, que homenajearon este lunes a un caballero del fútbol con un sentido aplauso. Duró un ... minuto y pareció una eternidad, justo el lugar en el que se encuentra ahora un futbolista irrepetible que consagró su vida a los colores rojo y blanco. Los 60 segundos de silencio han hecho ruido y memoria, en la que siempre habrá un lugar para un extremo sideral y una persona entrañable, bondadosa y generosa, que lo ha sido todo en su equipo: jugador, entrenador, embajador y analista de sus partidos en las páginas de este periódico. Completó 541 encuentros en el césped, dejando una huella imborrable en el carril izquierdo del ataque bilbaíno, y luego dirigió desde el banquillo otros 70. Con el derbi de Osasuna como telón de fondo, con casi 40.000 almas en las gradas, los socios despidieron un pedazo de historia del Athletic. En la hierba, junto a otro mito como José Ángel Iribar, estaban sus hijos. Sintieron el cariño y el abrazo de San Mamés y más de una lagrima saló sus mejillas.
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Como de costumbre, el público tardó en entrar y ocupar sus asientos. Hay dinámicas que son para siempre, respetuosas con una liturgia arraigada en el tiempo. Poco antes del comienzo del derbi, por la megafonía se anunció que tocaba recordar al gran extremo zurdo y que sus hijos estarían en el césped junto a Iribar, quien compartió cientos de batallas con su amigo Rojo. El mítico Txopo entregó un ramo de flores a una de las hijas, que no pudo contener las lágrimas. Recordaba al padre entre los aplausos, que resonaban majestuosos entre las paredes de La Catedral. Con todo el mundo de pie, los decibelios subieron de potencia y llevaron el mensaje a los cielos. «Pidió que el minuto de silencio se transformase en el aplauso, y así ha sido», manifestó el club.
Txetxu Rojo falleció el pasado 23 de diciembre en su casa de Leioa. Peleó hasta el último momento, hasta que sus ojos se cerraron para siempre. Cuatro días más tarde, el funeral celebrado en la Basílica de Begoña congregó a muchos integrantes de la familia rojiblanca, aunque fue este lunes, en el derbi ante Osasuna, cuando San Mamés pudo dar su último y colectivo adiós a un hombre que marcó época. «Antes de comenzar el choque, se guardará un minuto de silencio que se transformará en aplausos a petición del propio Txetxu Rojo, que quiere agradecer así a la afición todos los increíbles años vividos en el Athletic», avanzó en su momento el club. Lo volvió a recordar después, una vez cumplido el deseo del bilbaíno.
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Fue un momento emotivo cuando San Mamés habló mediante aplausos. Jóvenes, mayores, niños. Algunos le han visto jugar, otros no, pero la pedagogía rojiblanca ha hecho que el nombre de Txetxu Rojo forme parte de la memoria colectiva rojiblanca. Al día siguiente de su muerte, los jugadores acompañados por José Ángel Iribar guardaron un minuto de silencio en Lezama; contra el Betis, los futbolistas portaron brazaletes negros en su memoria; y anoche fue su hogar, San Mamés, el que mandó el último mensaje a su leyenda. Elevó su agradecimiento al cielo, donde una estrella brillaba un poco más que el resto. 'Agur eta Ohore' (Adiós y honor) podía leerse en una pancarta desplegada. Y el balón echó a rodar. Faltó el broche de la victoria, la calidad en el último pase, que tanto le sobraba a él.
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