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125 aniversario del Athletic

Iribar ya es inmortal

«Estoy muy bien, me lo he planteado como una final», dice el mito en la inauguración de su estatua en la explanada de San Mamés ante más de 2.000 personas

Robert Basic

Bilbao

Sábado, 16 de diciembre 2023

Hasta el tiempo respetó a la leyenda. A las dos, a la del carne y hueso y también a la del bronce, material con el que se trabaja la inmortalidad. La semana venía pasada por agua, con días más o menos lluviosos, pero este sábado ... el cielo ha querido ser reverente con José Ángel Iribar. «El de arriba ha echado una mano», bromeó el hombre hecho leyenda, jaleado por la multitud. Salió el sol y barnizó un momento inolvidable, de los que quedan grabados a fuego en la memoria. Una estatua de 2'10 metros se altura del Chopo se descubrió en la explanada de San Mamés, donde personas conocidas y anónimas, todas ellas miembros de un mismo credo llamado Athletic, asistieron a la canonización rojiblanca del último gran icono del club. El presidente Jon Uriarte, el alcalde Juan Mari Aburto y el propio Iribar, sonriente, atento con todo el mundo y un tanto abrumado por la magnitud del evento, intervinieron en un acto de profunda carga simbólica. «Que los jóvenes se acerquen al Athletic en los tiempos que corren es importante», remarcó el protagonista, agradecido por tanto «cariño» recibido.

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Fue el último en atravesar el pasillo humano de la explanada, arropado por Uriarte y Aburto. Cojeaba levemente, con los brazos en alto que no paraban de saludar. Banderas al aire, cánticos, aplausos, saludos, gritos, en los que Iribar volvía a ser «cojonudo». Más de 2.000 personas engrandecieron al acto de la inauguración de la estatua, un evento en el que no faltó nadie. Estuvieron autoridades municipales y autonómicas, los ocho expresidentes del Athletic además del actual, exjugadores y exjugadoras, muchos miembros de las antiguas juntas directivas, representantes del mundo de la cultura como Miguel Zugaza, director del Museo de Bellas Artes de Bilbao, y hasta Andoni Zubizarreta y Joaquín Caparrós, quien no quiso faltar en un día tan señalado. «Les estoy agradecido a todos. Estoy emocionado, me cuesta articular palabras«, decía el Chopo después de una eterna sesión de fotos con cientos de admiradores. »El sitio es de ellos, de la gente«, apuntó en referencia a los aficionados que le dieron cantidades industriales de cariño.

El monumento que consagra la figura de Iribar es obra de la empresa vasca Alfa Arte. Para ello, la compañía se ha basado en dos de las fotografías icónicas del Chopo en las que posa vestido de portero con el balón entre manos. Ambas instantáneas definen de manera inconfundible la figura de uno de los mejores porteros del siglo XX, cuyo legado trasciende lo deportivo y hunde sus raíces en una profunda aceptación y admiración social. La estatua está hecha en bronce patinado y mide dos metros y diez centímetros, y descansa desde ayer sobre una base de un poco más de un metro de altura. Seis letras en mayúsculas componen un apellido ilustre. Los preparativos se iniciaron en los días anteriores, se acondicionó el emplazamiento, radicado en la explanada de La Catedral en la confluencia de las calles Licenciado Poza y Luis Briñas, y se descubrió la escultura que custodiará la memoria de un hombre tan singular como el club al que ha dedicado su vida.

«Me lo he planteado como si iba a jugar una final, un partido importante. Estoy satisfecho, la experiencia es un grado», comentaba Iribar una vez atendidos todos los compromisos con los asistentes, que le reclamaban una y otra vez y no paraban de solicitarle más atenciones y fotos. Aguantaba el tipo el mito, quien pronunció su discurso íntegro en euskera. En su alocución, que vino después de las de Uriarte y Aburto, muy cariñosos con el homenajeado, dio las gracias a todo el mundo pero tuvo un recuerdo especial para Manolo Etura e Ignacio Uribe. «Los dos me enseñaron el camino y los valores del Athletic», remarcó. Uno de ellos estaba en silla de ruedas y otro con un andador, testigos de una época gloriosa encargados de transmitir un sentimiento único de generación en generación. «Los que me han hecho especial ilusión son los de mi primera etapa (en el club). Quedan pocos y que nos reunamos así es entrañable», confesó Iribar, visiblemente emocionado y muy atento con los que alguna vez eran sus compañeros y desde hace décadas amigos inseparables.

«Me parece muy digna y bonita»

Antes que él, por la explanada de San Mamés habían desfilado todos los miembros de la familia rojiblanca, el pasado, el presente y el futuro, gente que lleva el Athletic metido bajo la piel y forma parte de su legado inmune a la caída de las hojas del calendario. Entre ellos estaba también Óscar de Marcos, quien por un problema en el tobillo no pudo estar ante el Atlético, el único representate de la actual plantilla. «¡Iribar, Iribar, Iribar es cojonudo, como Iribar no hay ninguno!», retumbaba el cántico, plenamente vigente pese a sus casi seis décadas de antigüedad. El Chopo sonreía y saludaba, regalaba atención y simpatía, abrumado por un día espléndido pero al mismo tiempo sereno porque había venido a «jugar una final». Y tiene ganadas unas cuantas en su baúl de los recuerdos. «Es algo más que una estatua, una carga simbólica muy grande», apuntó el presidente rojiblanco, quien aseguró que la figura levantada en los aledaños San Mamés representa en realidad un «eslabón más en la cadena del club».

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El Chopo escuchaba atento los discursos y los vítores del público, que aumentaba en decibelios y también en integrantes. Al mediodía no pasaban de 500 asistentes y llegaron a ser más de 2.000 cuando cayó la lona que cubría al gigante. «De niño –confesó el alcalde de Bilbao– tenía cromos de Iribar, mi ídolo, y una foto de su estirada decoraba mi habitación». El homenajeado hablaba por los ojos, que llegaron a humedecerse. Luego desveló que no había visto la escultura hasta que fue descubierta. Eso sí, ha estado atento al proceso de su elaboración porque contaba con 'espías' que le relataban los pasos dados. ¿Y bien, le ha convencido el resultado? «Me parece digna y bonita. Me ha gustado, con la nariz un poco respingona», bromeó el mítico portero y el hombre con más partidos en la historia del Athletic (614). «Ha habido un halo de emoción en todo el mundo», explicó cuando se le preguntó por las sensaciones experimentadas en la explanada de La Catedral. En una de sus pantallas gigantes se proyectó un vídeo dedicado a los futbolistas rojiblancos fallecidos. Le daba el sol y apenas se veía, pero el calor alcanzaba el recuerdo y la memoria.

«Estoy en mis últimos años y quiero aprovecharlos con vosotros», dijo Iribar a la multitud. «Somos una familia. Todos los presidentes que ha tenido el Athletic han sido los mejores de España», apuntó en referencia sa los que ya no están y los que sí se acercaron para honrarle como Elizegi, Urrutia, Macua, Ugartetxe, Lamikiz, Urquijo, Arrate y Lertxundi. Cerró su discurso con un «aúpa Athletic. Todos a una, vamos a ganar». Sus palabras resultaron proféticas porque luego el equipo aplastó al Atlético. Aplausos, gritos de admiración, banderas, bufandas, cánticos. Atendió el aurresku y al final escuchó unos versos del bertsolari Jon Maia. Le cantó con el corazón, con el alma, y acabó con esta frase: «Siempre defenderás la puerta de nuestra casa». Un guardián que ya es inmortal.

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