Berenguer y Muniain celebran el gol que dio el pase a la semifinal. luis ángel gómez

El hábito de ganar

Hace muy bien Marcelino en recordar lo sucedido el año pasado y advertir de que la mejor manera de atacar el título de Copa es hacerse fuerte en la Liga

Viernes, 4 de febrero 2022

Marcelino estaba exultante, como un cosaco bailando la prisyadka, tras la victoria ante el Real Madrid. Lógico. Eliminar a los blancos ya es de por sí muy meritorio, pero conseguirlo dos semanas después de haber fulminado también al Barcelona es de matrícula de honor. Y ... si a esto añadimos que hace justo un año los rojiblancos firmaron ese mismo doble salto mortal en la Supercopa podemos hablar sin tapujos de un logro histórico. No hay precedentes de que el Athletic haya conseguido algo así dos temporadas seguidas y no estaría mal que alguno de estos implacables rastreadores chiricahuas que ahora nos sorprenden con sus descubrimientos de datos ignotos en las redes nos digan cuántos clubes lo han hecho. El técnico asturiano, sin embargo, se apresuró el jueves a desterrar cualquier tipo de autocomplacencia. Por momentos, recordó al señor Lobo de 'Pulp Fiction' advirtiendo muy serio de que todavía no había llegado el momento de las celebraciones más efusivas.

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«No podemos hacer como la pasada temporada, que sólo había un partido. Normalmente ganan los equipos que tienen el hábito de ganar un día tras otro y eso es lo que buscamos», aseguró Marcelino. Su mensaje no podía estar más justificado si se tienen en cuenta los antecedentes. Conviene recordarlos. El 15 de febrero, de 2021, el Athletic visitó al Cádiz y le endosó un espectacular 0-4. Era la jornada 23. Como ahora, aunque entonces con el título de la Supercopa en el bolsillo, los rojiblancos estaban en semifinales de Copa. Ya habían disputado, de hecho, el partido de ida ante el Levante en San Mamés. Pues bien, en las 16 jornadas restantes la tropa de Marcelino sumó tres victorias, nueve empates y cuatro derrotas. Como es sabido, el Athletic no sólo acabó décimo sino que, metido en esa inercia negativa, fue incapaz de competir en las dos finales de Copa.

La diferencia respecto a 2021 es que ha crecido la competencia en la plantilla

¿Cómo no va a ser ahora prudente el técnico de Careñes? Todas las advertencias que se hagan son pocas para un equipo que lleva un lustro siendo incapaz de sostener más allá de un par de meses un alto nivel competitivo. Es decir, para unos futbolistas que todavía no han desarrollado -o en algunos casos lo han perdido- el hábito de ganar. Que lo hagan por fin esta campaña es la gran ilusión de la hinchada rojiblanca, donde empieza a cuajar un optimismo justificado. Y es que esta vez, al menos esa es la impresión que tenemos algunos como el arriba firmante, se aprecia algo distinto, un cambio esencial producto de una transición ya casi concluida: la competencia en la plantilla es mucho mayor.

Hoy por hoy, hay 22 o 23 futbolistas que pueden entrar en el once titular sin que a nadie le sorprenda. De hecho, como se demostró en Vallecas, ya ha dejado de tener sentido hablar de un equipo A de titulares y de otro B de suplentes, mediopensionistas y residentes en fondos de armario que sólo aparecen en partidos menores y para dar descanso a los fijos. Por cierto, una labor ingrata que a veces nos recuerda a la de los especialistas de cine que doblan a los actores en las escenas de más riesgo. Ya saben, el que se tira de un tercer piso y cae sobre la sombrilla de una terraza, el que arde como una antorcha tras ser atacado con un lanzallamas...

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Esta nueva competencia interna es clave para que el Athletic pueda jugar partido tras partido con la intensidad que necesita y consiga por fin ese hábito de ganar, algo imposible cuando jugaban siempre los mismos, incluso por el artículo 33. La conclusión es clara: la mejor manera de encarar lo que resta de la Copa, comenzando por esta eliminatoria contra el Valencia de Bordalás, es ganar al Espanyol y sumar tres puntos de oro. De hecho, la noche del lunes el Athletic podría ocupar ya un puesto de Europa League. Bastaría con que la Real hubiera perdido en Mestalla, que el Villarreal tampoco hubiera ganado en el Benito Villamarín y el Rayo no se hubiese impuesto al Celta en Balaídos. (Incluso ganando el equipo de Iraola, el Athletic sería sexto si lo hiciera con dos goles más de diferencia). Hay que pensar en la Liga.

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