Un grupo con futuro

La semana pasada le tocó a Óscar De Marcos, que se ha ganado la renovación con una última vuelta explosiva, como un gran campeón de los 1.500 metros. Hace tres meses, como él mismo ha confesado, no es que no tuviera claro seguir en el Athletic más allá del 30 de junio sino que barajaba la posibilidad de retirarse. Verse recuperado de la lesión de tobillo que le ha martirizado durante dos años ha sido una enorme inyección de moral para el futbolista de Laguardia. Y ya se sabe que con salud y moral alta, De Marcos se convierte en una pesadilla para sus rivales. No sólo en el campo. También se les aparece en sueños, presionándoles, tirando desmarques con un entusiasmo imparable, como quien lanza arroz a los novios en una boda, o disfrazado de correcaminos y llegando siempre al remate, unas veces para hacer gol y otras para romper los cristales de alguna ventana.

Esta semana ha sido el turno de Unai Vencedor, la única promesa de Lezama que ha conseguido asentarse como titular esta temporada. A diferencia de Zarraga, con quien formó una gran sociedad en el Bilbao Athletic, el de Rekalde es un jugador que convence a primera vista. La única duda que despierta tiene que ver con su margen de progresión, hasta dónde podrá llegar exactamente. Marcelino, que puede ser fundamental en su carrera, le guía por ahora con órdenes muy claras y sencillas, fáciles de entender aunque más complicadas de cumplir. Que juegue tranquilo y hacia delante.

Como la ampliación de contrato de Raúl García parece cuestión de días -el navarro se ha ganado la renovación echando abajo la puerta del despacho de Elizegi con sus goles en el último mes y medio-, puede decirse que el futuro del Athletic está asegurado. O que al menos no es fuente de preocupación. La plantilla está blindada, sin ningún fleco pendiente salvo el de Balenziaga, que puede resolverse en breve. El de Zumarraga parecía amortizado pero quizá no lo esté tanto habida cuenta del buen rendimiento que ha ofrecido en las últimas semanas cuando le ha tocado sustituir a Berchiche. Sea como fuere, en lo que se refiere al diseño de la plantilla en el Athletic puede darse por concluida una complicada transición, representada por la marcha de los Susaeta, Iturraspe, San José, Beñat y Aduriz para dar paso a los Unai Simón, Villalibre, Vencedor, Sancet...

Nos encontramos ante un Athletic rejuvenecido y muy estable. La inmensa mayoría de los jugadores tiene contratos largos y está bien atada con cláusulas o sin ellas. (El club opta por las dos opciones). Podríamos decir que, más allá de las fortalezas y debilidades de la plantilla, que no se le escapan a nadie, las condiciones son perfectas para progresar. Ningún jugador podrá decir que está despistado porque tiene dudas sobre su futuro y esa inquietud le impide rendir al máximo. La mezcla de juventud, media edad y veteranía se antoja bien equilibrada. Ahora sólo queda que Marcelino consiga que este grupo ofrezca en el campo su máxima expresión, un reto que todavía requerirá de unos meses de duro trabajo y que -no hace falta decirlo- recibiría un impulso enorme si el Athletic, tras ganar la Supercopa, vuelve a conseguir un nuevo título en abril. Y no digamos si consigue los dos porque eso ya sería un viaje espacial.