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Alejandro Remiro debutará mañana en San Mamés y en Primera, nueve años después de su llegada a los cadetes del Athletic. Manu Cecilio
La gran oportunidad de Álex Remiro

La gran oportunidad de Álex Remiro

El navarro, que debutará mañana con el Athletic tras pasar de tercer portero a titular, destaca por su aplomo, su juego con los pies y su perfeccionismo

Javier Ortiz de Lazcano

Domingo, 19 de agosto 2018, 01:15

Me pone nervioso que estés tan tranquilo en el campo». Ésta es una de las frases que más escucha Álex Remiro (Cascante, Navarra, 23 años) de sus conocidos. El portero navarro lo tiene claro. Cree que esa calma con la que vive los partidos es una gran cualidad. Es algo que traslada a los espectadores y sus compañeros, que lo agradecen en los momentos más comprometidos de los encuentros.

Su nuevo entrenador, Eduardo Berizzo, se confiesa cautivado por su aplomo, además de por sus condiciones de portero. Y coincide en que se trata de una virtud que le viene como anillo al dedo para un equipo sacudido por la inesperada salida de Kepa y la lesión de Iago Herrerín. De partir como tercer portero -el pasado curso fue parte fundamental del ascenso del Huesca- ha pasado a ser el titular del argentino en el estreno de la Liga mañana ante el Leganés (22.00 horas). «Es un hombre sereno, apocado, que ataja a partir de esa serenidad que demuestra», le definió durante una de las visitas a Alemania.

Diez años después de llegar a Lezama desde la Ribera navarra, su gran día ha llegado. El resultado a su esfuerzo ha tardado, pero tendrá su recompensa.

Remiro se formó en la cantera del Aluvión, el equipo de su pueblo, convenido del Athletic hasta que Ibaigane prescindió de él al finalizar la pasada campaña. El pequeño Álex entrenaba en un club con muy pocos recursos.

Borja Freiria, entonces técnico de porteros de Lezama y hoy en el Valencia, fue su descubridor. Comenzó a ir un día por semana a Lezama. Allí por fin separaban a los guardametas del resto jugadores. Aquellas sesiones específicas comenzaron a construir al portero que es hoy. Remiro recuerda con cariño esas tardes tan provechosas, donde aprendió a moverse y levantarse rápido, a jugar con el pie y otras cuestiones técnicas. «Era alto y hasta llegar a Lezama sólo paraba por ser grande», evocaba en una entrevista con este periódico en la tribuna principal de El Alcoraz al poco de lograr el ascenso con el Huesca el pasado curso.

Su ardiente ambición le hizo entusiasmarse cuando el club le ofreció incorporarse a las categorías menores del Athletic con 14 años recién cumplidos. Sus padres sólo impusieron una condición: Álex debía entrar en otro núcleo familiar y no alojarse en la residencia, que consideraban más fría. Así que el Athletic le envió junto a otros dos niños a una casa de Maruri, con una familia con la que a día de hoy mantiene una muy fluida relación. «Era como estar en casa», evoca.

En Lezama comenzó a forjarse como portero. Escaló categorías hasta que en 2012, aún en edad juvenil, debutó con el Basconia. Lo hizo con un resultado que le puso los pelos de punta. Perdieron 3-6 ante el Alavés B en Basauri.

En la 2014-15 coincidió por primera vez con Kepa Arrizabalaga, el señalado como portero del futuro y que cerraba el paso a todos los que le seguían. De hecho, fue su suplente hasta que en enero de 2015 el ondarrutarra se fue cedido a la Ponferradina.

El ascenso y una campaña en Segunda con el filial que entrenaba Ziganda confirmaron que el Athletic estaba ante un portero de grandes condiciones. Tras el descenso, se entendió que necesitaba continuar su formación en Segunda así que se fue cedido al Levante. Comenzó como titular, pero al sexto partido dejó el sitio a Raúl Fernández-Cavada.

Fueron meses duros, pero una lesión de Kepa en enero de 2017 cambió su situación. El Athletic le quería de vuelta y el portero quería volver. Aún sin jugar, entrenó por primera vez con la primera plantilla.

El resultado de aquella dura experiencia en Valencia le endureció mentalmente. «Los que me conocen saben que hay un antes y un después. Esa mala experiencia me fortaleció. No jugar y controlar eso, te hace duro. Creo que ahora se ve reflejado en mi juego», evocaba con este periódico.

El Huesca le animó a ir allí la pasada campaña. Un equipo modesto, muy familiar, en una ciudad pequeña y a hora y media de Cascante. Le pareció el destino ideal. Allí vivió una campaña fascinante. Fue titular indiscutible y el equipo logró un histórico ascenso a Primera.

Este verano, Remiro regresó a Lezama con la categoría de tercer portero. Tenía por delante a Kepa, el titular, y Herrerín, aunque dejó claro que «no quiero ser el suplente de nadie». Su intención era competir para convencer a Berizzo, y en caso contrario, volver a salir. Se daba por sentado que Berizzo había aprobado su marcha cuando expresó su deseo de contar con dos porteros, pero todo cambió en una semana.

De repente, titular

Primero llegó la marcha de Kepa al Chelsea, a la que sucedió la lesión en el brazo derecho de Herrerín. De repente, el navarro se encontró en primer plano. De estar con un pie fuera del Athletic a tener la categoría de titular y a un día de debutar en Primera.

Berizzo le ha puesto como ejemplo de actitud ante sus compañeros. Tiene una plantilla muy amplia (28 futbolistas) y ha proclamado que todos deben desarrollar el deseo de reivindicarse, aunque su situación no les ponga en primera línea de salida. «Como ha hecho Remiro», dijo.

El entrenador no tiene dudas con él. Además, le convence su juego de pies, algo esencial en su modelo de sacar el balón desde atrás. Hubo una jugada en el último partido de pretemporada que le convenció tanto que la puso como ejemplo. En un momento en el que los defensas rojiblancos no eran capaces de sacar el balón ante la presión del rival, miraron atrás y encontraron a Remiro, que colocó la pelota en los pies de un centrocampista con un toque perfecto. «Tuvo la valentía de jugar un pase interior en una jugada en la construcción de salida que no podíamos lograr», dijo el técnico satisfecho.

Remiro ha vuelto a ver esos partidos esta semana. Muy perfeccionista, acostumbra a visionarlos con sentido autocrítico sus partidos en un par de ocasiones. «Aunque la gente me diga que he estado bien, siempre encuentro alguna jugada en la que podía haber tomado una decisión mejor», explicaba.

Berizzo y Remiro están tranquilos. Los dos están convenidos de que el portero de Cascante dará la talla en el momento que tanto tiempo ha esperado.

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