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Aunque por rango y tradición siempre había que contar con el Athletic en la Copa, lo cierto es que aquella eliminatoria de cuartos de final ante el Barcelona no pintaba nada bien. Los azulgranas habían ganado la Liga en un duelo apretadísimo con el ... Real Madrid campeón de Europa y los rojiblancos no atravesaban un buen momento. Con un Segunda como el Orense, de hecho, necesitaron llegar al tercer partido para lograr el pase a octavos. El caso es que el equipo de Martim de Francisco viajó al Camp Nou concitando muy pocas esperanzas. Al acabar el partido, sin embargo, todo había cambiado. El resultado fue malo (3-1), pero el juego fue bueno y sólo la mala suerte y un arbitraje casero impidieron a los rojiblancos, que se adelantaron con un gol de Koldo Aguirre, dar la campanada.
Así lo confirmaron los enviados especiales al partido. En su crónica en EL CORREO, Monchín lamentó esos tres goles casi seguidos que encajó Carmelo mediada la segunda parte, el primero de penalti injusto y el segundo en una falta que Kubala sacó muy rápido, antes de que el colegiado, el señor Barrón, decretara si era directa o indirecta. Hubo mucha polémica. El penalti que permitió el empate de los azulgranas irritó sobremanera al periodista vizcaíno. En primer lugar, porque llegó de una mano involuntaria de Garay. Y en segundo, porque en aquel momento los árbitros apenas señalaban penas máximas. Las guardaban para casos flagrantes. Las faltas en el área las solucionaban casi siempre con libres directos o indirectos. De ahí que Monchín tirase de fina ironía para criticar la vara de medir de los colegiados. «Así da gusto. Porque todos suponemos que esta furiosa reaparición del penalti persistirá y estos justos y equitativos varones seguirán descubriendo fieras en las áreas del Madrid y el Barcelona. No va a ser sólo en el terreno del Atlético (sic) donde se produce el escarabajo de la patata».
El caso es que, entre la buena imagen del equipo y la irritante sensación de haber sufrido una injusticia, una semana después, el 12 de junio de 1960, la afición del Athletic se movilizó como en sus mejores días. Pese a ser un domingo espléndido que tentaba a salir de la ciudad en dirección a las playas o al monte, la afición llenó San Mamés, como si detectara con un sexto sentido que algo bonito podía pasar. Y así fue. Los rojiblancos remontaron al Barça y pasaron a semifinales. Fue un gran triunfo, desde luego, pero lo cierto es que, en aquel momento, dos años después de la gran victoria en la Copa de los 'once aldeanos', nadie lo consideró una gesta. Y es que nadie podía pensar que el Athletic no iba a ser capaz de eliminar al Barça en las seis décadas siguientes.
Antes de comenzar el partido, Jesús Garay recogió el premio Cinzano que le acreditaba como mejor jugador de la Liga. El central rojiblanco, que a final de esa temporada sería traspasado precisamente al Barcelona, acabaría siendo uno de los protagonistas de un partido en el que el Athletic ofreció su mejor versión copera. Todo lo contrario que el equipo de Rabassa, al que le mataron sus precauciones. El técnico catalán atrasó a Segarra y lo colocó entre los defensas. Retrasó también a Villaverde y Suárez, que quedaron desconectados de Kubala, bien vigilado por Etura. Por delante, sólo dejó a Tejada y Martínez.
A ese Barça temeroso le cayó encima un vendaval. Fue milagroso que aguantara indemne hasta el minuto 40, cuando Artetxe abrió el marcador tras una gran jugada de Uribe por la izquierda. Tres minutos después, llegó el momento cumbre del partido. Jesús Garay cortó un pase a Martínez y avanzó con la pelota con su autoridad majestuosa de general prusiano. Cruzó el centro del campo y, sin que nadie le saliera al paso, ganó unos metros más hasta soltar un misil impresionante. Ramallets nada pudo hacer. San Mamés se llenó de pañuelos. Al descanso, el Athletic ya había igualado la eliminatoria. Pero se trataba de superarla y no fue fácil. El Barcelona reaccionó y el juego se fue igualando hasta convertirse en un cara y cruz. La moneda acabó cayendo a favor de los rojiblancos, que firmaron el 3-0 en el minuto 77 -lo hizo Markaida tras cabecear una falta de Canito y remachar el rechace del portero- y supieron defender la renta hasta el final. Con algunos apuros, todo hay que decirlo. Etura evitó la prórroga sacando bajos los palos un remate de Kubala.
El Athletic estaba en semifinales. Lo que ocurrió en ellas, frente al Real Madrid, forma parte de la historia negra del club. (Tras ganar 3-0 en San Mamés, el Athletic recibió un terrorífico 8-1 en el Bernabéu). De manera que será mejor recordarlo otro día y concentrarse en aquella gran victoria de la que Monchín extrajo una conclusiones de mucho peso. «Tengo para mí que el fútbol debe ser siempre representativo y reproducir las características del pueblo al que representa. El Atlético, a través de todos sus equipos, es así porque Bilbao es así. Noblemente ambicioso, perseverante, generoso en el esfuerzo, decidido, arriesgado. Porque nadie negará que es arriesgado jugarle a todo un Barcelona al ataque, sin complejos, confiando en tus fuerzas».
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