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Fran Yeste: «Teníamos que ir escoltados por policías con metralletas»
Veinte años del Mundial sub20 en Nigeria ·
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Veinte años del Mundial sub20 en Nigeria ·
Fran Yeste y Pablo Orbaiz rememoran la conquista del entorchado planetario sub'20 en NigeriaFran Yeste
Fran Yeste rebobina a abril de 1999, ese mes mágico. Por fin, una selección española de fútbol conseguía un campeonato del mundo. Y él, todavía un proyecto de futbolista, un jugador que alternaba el filial con el Athletic, estaba allí. Reconoce que eran conscientes de ... que se había formado un buen grupo, con futbolistas que luego han firmado una brutal carrera en la elite, pero que viajaron a Nigeria sin demasiada expectativas. «Íbamos con mucha ilusión, pero sin idea tampoco de llegar tan lejos». Pero el deporte, ése es uno de sus encantos, muchas veces resulta impredecible. Después de tumbar en el primer encuentro de la fase de grupos a Brasil, «la Brasil de Ronaldinho», recalca el vizcaíno, el siguiente gran obstáculo se presentó en los cuartos de final: Ghana.
«Era un buen equipo. Hacía muchísimo calor, muchísima humedad... Y ellos estaban más acostumbrados. Además eran un grupo muy físico. A nosotros, me acuerdo, nos costó en ese aspecto. Futbolísticamente hablando, éramos mejor equipos. Pero nos costó. Llegamos a los penaltis y tuvimos la fortuna de que estaba Iker Casillas de portero, que se alternaba con Aranzubia». Tras lograr ese billete, en la siempre maldita ronda de cuartos para la absoluta, el bloque respiró. «Sabíamos que lo íbamos a tener bastante fácil». Y la historia ya es conocida: semifinal, 1-3 contra Mali; y final 0-4 ante Japón.
En el campo todo marchaba. Había sonrisas sobre los abrasados escenarios de Nigeria. Fuera, sin embargo... «¡Buff!», arranca con un suspiro Yeste. «Imagínate la Nigeria de hace 20 años. Nos iban cambiando de hotel, nos veíamos en situaciones de ir escoltados por la policía con metralletas. Era bastante inseguro. Pero estábamos allí, teníamos la ilusión... Es verdad -confiesa- que en algún momento nos planteamos seguir, es que la situación no era fácil. Los hoteles, la comida... ¡Buff! No estábamos muy a gusto, la comida no era muy buena. Hubo una reunión para ver si seguíamos o no», rebobina.
Y ahí, en ese momento, entró la figura de Iñaki Sáez, un «padre» para los futbolistas, que recibió una tremenda noticia al poco de empezar el torneo: el fallecimiento de su madre: «Nos pidió por favor que siguiéramos. Lo hicimos por él», cuenta el basauritarra.
La apuesta resultó acertada. España era la mejor selección Sub'20 del planeta. El primer combinado que lo conseguía. «En ese momento no te das cuenta de la repercusión que tiene. Con los años, lo piensas más... Y te das cuenta. Lo celebramos como algo muy importante, pero no sabíamos la dimensión que podía tener», describe un futbolista que, a la vuelta a Bilbao, se encontró con otro trofeo. «En el primer entrenamiento con el Bilbao Athletic, me vino Luis Fernández y me dijo: 'Usted, a partir de ahora, entrena siempre con nosotros'. Fue un momento clave para afianzarme en el primer equipo», evoca un futbolista que se coronó en Nigeria junto a Orbaiz, Aranzubia... «Había muchos jugadores importantes: Marchena, Varela, Pablo Couñago, Xavi...».
Pablo Orbaiz
Pablo Orbaiz convierte las pausas y los silencios en potenciadores de memoria. Son elocuentes y siempre anticipan una reflexión interesante, una breve visita al futuro o un regreso al pasado cargado de recuerdos. En este caso, según acota, «bonitos». Han pasado justo dos décadas desde que el navarro levantó el título del Mundial sub'20 conquistado en Nigeria y retiene con precisión fotográfica cada detalle de una hazaña que rememora con «emoción e ilusión». Fue una experiencia inolvidable para la selección entrenada por Iñaki Sáez, quien llevó a lo más alto a un grupo de muchachos llegados de rebote a África, casi por casualidad. «Nos clasificamos sobre la bocina en el Europeo sub'18 de Chipre, donde remontamos en los últimos minutos contra Lituania y nos metimos», relata el hombre que marcó una época en el Athletic y que ha defendido su camiseta 312 veces. Toda una institución que vuelve a los noventa tras la huella de un equipo que hizo historia.
El centrocampista repasa la vivencia africana con indisimulada nostalgia y afecto. Hubo un poco de todo en aquella aventura victoriosa, momentos difíciles y también estupendos, pero de lo único de lo que se arrepiente Orbaiz es de no haber «saboreado más» las mieles de un título que ahora es un poco más grande en sus ojos y ocupa un lugar mayor en su corazón. «Con el paso de los años pienso que no fui del todo consciente de lo que habíamos logrado y por eso no lo disfruté como debía. Solo recordándolo dos décadas después lo disfruto más», comenta desde Pamplona. De regreso a abril de 1999, el navarro reconoce que «no íbamos con grandes esperanzas a Nigeria porque nos había costado clasificarnos. Pero ganar a Brasil en el primer partido, a la gran favorita... fue un subidón. Aun así -insiste- no nos veíamos capaces de llegar a la final».
Pero lo hicieron. Lo hicieron además en unas condiciones durísimas, tanto en el campo como fuera de él. «El encuentro contra Brasil lo jugamos con 35 grados y una humedad bestial, aunque al menos fue de noche. El segundo partido -contra Zambia- fue una barbaridad: nos programaron a las cuatro de la tarde y con 42 grados de temperatura». Empataron sin goles. «En aquel momento nos dimos cuenta de que podíamos tropezar contra cualquiera e irnos a casa». Y eso no fue todo. Las condiciones de alojamiento y la comida también dejaban mucho que desear. «Dormíamos dos en una misma cama, bueno, cama, más bien eran tablas. Tampoco teníamos agua corriente en las habitaciones para ducharnos por el peligro de la infección». Aun así, los sub'20 apretaron los dientes, hicieron piña y pusieron su estrella en el cielo de Lagos.
Lo que menos historia tiene es la final contra Japón. Un paseo militar que acabó con un contundente 4-0. Orbaiz jugó todo en aquel Mundial y solo se perdió 35 minutos ante Honduras. Como capitán, fue el encargado de hacer los honores y levantar el título. «Sentí mucha alegría y ese inconfundible cosquilleo en el estómago. Tenía que haber disfrutado más del momento». Al año siguiente estaba ya en el Athletic, y ahí comenzó a escribir otra historia igual de hermosa.
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