El último derbi del Bienio Negro

Las relaciones con la Real Sociedad estaban rotas a raíz del fichaje de Zubiaurre, así que el Athletic se presentó en Anoeta para dar inicio a la segunda vuelta de la temporada 2006-07 sin representación institucional. Presidenta y junta directiva vieron el encuentro por televisión en Ibaigane.

A la Real tampoco le iban mejor las cosas. De hecho, le iban bastante peor. La primera vuelta había terminado con un empate sin goles del Athletic en el campo del Levante, y una derrota de la Real en Anoeta ante el Valencia. Eso se traducía en que el Athletic llegaba al derbi ocupando la decimosexta posición en la tabla con 19 puntos, mientras que la Real Sociedad era penúltima con tan solo trece, lo que la abocaba a una situación desesperada.

El último derbi antes del descenso de la Real sacó a relucir todas las miserias deportivas de los dos equipos. En un ambiente tensionado por la clasificación de ambos y por el affaire Zubiaurre, la tarde resultó bronca y tirante. Para la Real ganar aquel partido era prácticamente una cuestión de vida o muerte. El Athletic tenía algo más de margen, aunque un triunfo le acercaba a la zona media de la tabla hundiendo de paso a un rival directo, mientras que perder significaba dejarse atrapar por sus perseguidores y entrar de lleno en la vorágine del fondo de la clasificación.

Como no podía ser de otra forma, hubo más nervios que fútbol en Anoeta. Pero incluso entre dos equipos metidos en penurias se podían apreciar algunas diferencias. Los de Mané encararon el partido con la valentía imprescindible para ganarlo, a pesar de que las bajas habían limitado tanto la plantilla que hubo que inscribir dos días antes a un Javi González que acababa de volver de un equipo de Israel, para que jugara de lateral izquierdo, sustituyendo al lesionado Casas.

Los de Lotina, por su parte, tenían tantas razones para querer ganar al Athletic que acabaron enredados en sus urgencias. Las broncas iniciales de la grada al Athletic en general y a Zubiaurre en particular se convirtieron en una sonora censura a sus propios futbolistas en los minutos finales del partido.

Dos jugadores particularmente inspirados fueron decisivos para que el Athletic ganara aquel último derbi: un medio centro con gran capacidad de llegada como Iraola, que marcó los dos goles, y un Aranzubia que detuvo un penalti a Xabi Prieto cuando el marcador señalaba un 0-1 en medio de una ofensiva desesperada de una Real Sociedad que quería igualar antes del descanso. Hasta cuatro ocasiones tuvieron los realistas desbaratadas todas por Aranzubia. El gol del Athletic había llegado en su único remate del primer tiempo.

La segunda parte fue más sencilla para un Athletic que, como tantas otras veces, suplió su falta de juego con una entrega y una disciplina excepcionales. Iraola sentenció mediada la segunda parte, cuando los rojiblancos ya mandaban en el partido ante una Real que se fue deshaciendo con el paso de los minutos.

Después de aquel partido tendrían que pasar tres años para que se escribiera un nuevo capítulo de la historia de los derbis.