Una sensación indescriptible. Jugadores del Athletic celebran el título de la Supercopa conquistado el enero ante el Barcelona en La Cartuja, escenario de la nueva final. ignacio pérez

Una final, cinco recompensas

El partido ante el Barça tiene todos los ingredientes necesarios para ser histórico si el Athletic consigue el título

Sábado, 17 de abril 2021, 00:10

Son tiempos de rabia y frustración, de tragar bilis y digerir la tristeza, afeados por una profunda cicatriz en la memoria dejada por el recuerdo de La Cartuja. Será allí donde volverá el Athletic esta noche por tercera vez desde enero para medirse al Barcelona ... en un partido que puede curar todos sus males. Un nuevo duelo por el título de Copa que constituye una ocasión inmejorable para los rojiblancos de hacer las paces con el fútbol, la afición y ellos mismos. Un reto con mayúsculas ante su bestia negra, el equipo que les ha hecho llorar en Mestalla, Calderón y Camp Nou en apenas seis años, entre 2009 y 2015, citas en las que el sueño copero estalló en mil pedazos. Ahora se trata de recomponerlo, competir de verdad y perdonarse con una victoria que sería histórica porque daría cinco premios en uno.

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    Redimirse y desagraviara la aficiónSaldar la deuda emocional

La final contra el Barcelona llega solo dos semanas después del varapalo sufrido ante la Real Sociedad. El equipo y la masa social todavía están de duelo, con muchos interrogantes en la cabeza y miedo a ilusionarse por el impacto de la posible decepción, pero poco a poco toca sacudirse el polvo, levantarse y volver al ruedo. Marcelino García Toral tiene tarea por delante, sobre todo en el plano anímico, clave para que los rojiblancos vuelvan a creer y parecerse a lo que fueron en enero. El técnico asturiano debe hacerles ver que el fútbol les ha dado una segunda oportunidad con la que redimirse y desagraviar a su afición, hundida por lo ocurrido en La Cartuja y decepcionada con la imagen ofrecida por el equipo. Es una potente bala que queda en la recámara y que conviene disparar con precisión. Imponerse a los hombres de Ronald Koeman significaría perdonarse y obtener el indulto de una hinchada que despertó de una forma violenta de un sueño que debe continuar.

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    Otra oportunidad de ganar una Copa 37 años despuésY de hacer el doblete

El Athletic ha perdido las últimas cinco finales de Copa: las de 1985, 2009, 2012, 2015 y 2020. Casi cuatro décadas sin depositar en las vitrinas su trofeo más preciado es una enorme brecha que puede coser esta noche. Es imposible contar con un estímulo más potente, vacuna contra la depresión. La número 25 se resiste y ahora los bilbaínos vuelven al abordaje, contusionados y magullados, heridos en su orgullo y con la confianza 'tocada', con el único objetivo de terminar con una sequía que dura demasiado. Solo imaginar a Muniain levantando la Copa después de todo lo que ha pasado es un potente reclamo que debe espolear al vestuario. Un objetivo noble llamado a activar al equipo y hacerle ver que aún está a tiempo de curar todos sus males y acabar la temporada con un doblete. Porque tumbar al Barça y traer el título a Bilbao borraría de un plumazo la tristeza que dejó el choque ante la Real, que quedaría reducido a una anécdota, un borrón en el año del doblete.

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    Meterse en Europa tras cuatro años de ausenciaEscaparate internacional

Ganar al Barcelona y levantar la Copa significaría la presencia directa en la fase de grupos de la Europa League. El Athletic volvería así al escaparate internacional cuatro años después de su último concurso continental, cuando estaba a las órdenes de José Ángel 'Cuco' Ziganda. Entonces, en la temporada 2017-2018, los rojiblancos resolvieron dos previas -Dinamo Bucarest y Panathinaikos-, superaron la fase de grupos y alcanzaron los octavos de final, ronda en la que cayeron ante el Olympique de Marsella. Desde entonces, el silencio, la invisibilidad fuera de las fronteras nacionales, una ausencia que pide a gritos ser resuelta en La Cartuja. Otro motivo para ir con hambre al duelo frente al Barça. También es posible pelear Europa vía Liga, aunque la diferencia es ahora mismo importante: 10 puntos. Tampoco hay que olvidar que el sexto -o en su caso el séptimo- irían a la nueva Conference League, por lo que asegurar la Europa League daría aún más valor al regreso continental.

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    Ingresos extraordinarios en plena pandemiaDinero europeo

Además de la relevancia deportiva, meterse en Europa significaría conectarse a una importante fuente de ingresos que revitalizaría en parte las arcas del club. Ibaigane trabaja con déficit desde hace un par de temporadas y contar con una inyección económica extra le permitiría paliar los efectos del coronavirus. Jugar la Europa League aportaría bastantes millones de euros, una ayuda que posibilitaría tapar agujeros y mejorar la salud financiera. Solo por estar en la fase de grupos -de acuerdo con los últimos datos oficiales disponibles- se pagarían 2,9 millones; cada victoria en la liguilla vale 570.000 euros y el empate, 190.000; quedar primero conllevaría otro millón y ser segundo daría 500.000 euros. A todo esto habría que sumar los derechos de televisión -en 2019, el Betis se llevó casi cinco millones por llegar a los dieciseisavos- y tal vez algo de taquilla si finalmente se produce el regreso del público a las gradas. En resumen, una pequeña fortuna que agradecería la directiva rojiblanca.

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    Tomarse por fin la revancha copera ante el BarçaToca sonreír

Más allá de los réditos deportivos y económicos que conllevaría la conquista de la Copa, el Athletic tiene una nueva oportunidad de hacerse con la cabellera del Barcelona. Es un objetivo íntimo, necesario para sacarse todos los puñales recibidos desde 2009. La motivación de tumbar a su verdugo más intenso tras tres finales perdidas supone un aporte extra de energía que debe propulsar al equipo. Tomarse la revancha, repetir la hazaña de la Supercopa y consumar la venganza deportiva en el terreno sagrado de la Copa daría la paz y la gloria a los hombres de Marcelino. Abrieron el melón en enero, pero ahora es el momento de sacarle el corazón. Sería un broche perfecto a una temporada atípica, difícil, repleta de altibajos que se convertiría así en histórica gracias a la conquista de un título sacralizado en Bilbao. Y encima contra el Barça, la fuente de la tristeza rojiblanca en 2009, 2012 y 2015. A una final se viene llorado, y los vizcaínos ya están secos. Toca sonreír. Ser felices.

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