Europa ya no puede esperar

El entrenador de Careñes ha hecho la pretemporada a su medida, con triples sesiones y amistosos de nivel, trabajar su sistema e implantar con calma los mecanismos que en la campaña anterior fueron aplicados de prisa y corriendo, en medio de una importante crisis deportiva e institucional. Marcelino no ha dejado de repetir desde su llegada que el principal objetivo del Athletic consiste en ser «competitivos durante diez meses» y no solo puntualmente, cuando el calendario y la clasificación aprietan. Solo así, con una regularidad sostenida en el tiempo y un fútbol definido y sólido, el Athletic puede aspirar a mejorar sus prestaciones ligueras y codearse con los mejores, en un ecosistema empobrecido por la fuga de las estrellas y con una clase media cada vez más igualada precisamente por la devaluación de un campeonato castigado por la crisis y las cuentas de los clubes.

Los rojiblancos llegan con buenas sensaciones al comienzo de la Liga, fruto de sus buenas actuaciones ante los equipos de la talla del Borussia Dortmund, Southampton y Liverpool. La plantilla ha uniformizado el mensaje del compromiso europeo, un objetivo relevante para encender las luces de San Mamés entre semana y dotar a Ibaigane de ingresos extraordinarios en un momento complicado por el impacto de la pandemia. Casi 50 millones de pérdidas arroja el club en su último balance, un lastre que de cara al futuro más inmediato sería aliviado con la presencia en alguno de los torneos UEFA. Además, en junio del año que viene se celebrarán elecciones presidenciales y una buena clasificación ampliaría el margen de maniobra de los directivos.

La última vez que el Athletic jugó compromisos continentales fue en la temporada 2017-2018, con José Ángel 'Cuco' Ziganda en el banquillo. El equipo llegó a los octavos de final de la Europa League, donde cayó ante el Olympique de Marsella. Desde entonces, los rojiblancos se han abonado a la mediocridad en la Liga: los puestos 16, 8, 11 y 10 han sido sus resultados en estos cuatro años anteriores, muy lejos de las posiciones nobles de la tabla. Es cierto que en este tiempo se han jugado dos finales de Copa y que se ha ganado una Supercopa, pero el termómetro liguero ha ido arrojando valores inferiores a los esperados. Después de Ernesto Valverde, quien en sus cuatro temporadas siempre había dejado a los bilbaínos entre los siete primeros, una presencia en la Champions incluida, las prestaciones en la Liga se desplomaron hasta caer en la irrelevancia.

Es justo con lo que pretende acabar ahora Marcelino, quien ha podido confeccionar la pretemporada a su gusto y trabajar su método. Quiere dar un paso adelante y colocar al Athletic en los puestos acordes con su historia, potencial, presupuesto y afición, sacarlo de la mediocridad y evolucionar sus prestaciones. El club solo le ha traído a Petxarroman y cuenta con la friolera de 33 hombres, cuando él quería a 22, aunque las esperanzas están puestas en gente como Vivian, Vencedor, Zarraga, Morcillo, Sancet y Nico Williams, entre otros. A falta de fichajes, Lezama vuelve a ser la única alternativa y el camino preferente hacia el crecimiento colectivo e individual.

En muy poco tiempo, el Athletic ha pasado de figurar entre los 25 mejores del ránking de la UEFA a ocupar en estos momentos el puesto 83. Las ausencias continentales han alejado a los rojiblancos del tren delantero, con el que quieren volver a conectar. Las ilusiones están renovadas y las ganas no faltan. Ahora solo hace falta jugar al fútbol.