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Ya no cabe ninguna duda de que el Athletic ha despegado. Lo de la Supercopa podía haber sido una de esas hazañas puntuales que suelen protagonizar equipos que, como el rojiblanco, de vez en cuando recuerdan sus tiempos más gloriosos con un fogonazo deslumbrante, para ... volver inmediatamente a las tinieblas del día a día más ramplón. Pero la exhibición de anoche ante el Getafe en el regreso a la rutina de la Liga desmonta esa idea. El Athletic se ha convertido de la noche a la mañana en un equipo que da gusto ver, un grupo inspirado y vertical que no se arredra ante nada, ni siquiera ante un gol en contra a los veinte segundos y un penalti pitado y anulado por el VAR que hubiera acelerado su recuperación. Lo que empezó como un cúmulo de desgracias, acabó en un festival como no se recordaba desde hacía mucho tiempo.
Ya lo dijo Johan Cruyff: «Para muchos el fútbol se juega con los pies, pero yo creo que se hace con la cabeza y se usan los pies». La frase del genio holandés resume el momento del Athletic. Qué importante es el estado de ánimo y qué trascendental es que los interpretes crean en el mensaje del director para que la orquesta suene afinada. Solo un equipo que confía ciegamente en sus posibilidades es capaz de reaccionar como lo hizo el Athletic anoche.
El fútbol se juega con la cabeza, efectivamente, y ahora mismo la fortaleza mental de los rojiblancos les da para ganar a los dos más poderosos y para golear a un rival como el Getafe, que no acostumbra precisamente a hacer regalos, que llegaba a San Mamés en pleno periodo de recuperación tras dos victorias consecutivas y envuelto en ese halo de polémica por las viejas rencillas entre Marcelino y Bordalás.
Todo anunciaba un partido áspero, de esos en los que saltan chispas en cada choque y se resuelven en una jugada aislada. Así han sido de hecho, la mayoría de los últimos enfrentamientos entre estos dos equipos porque a los dos les gustaba ese estilo y se sentían cómodos picando piedra.
Pero el Athletic ha cambiado. De pronto han resucitado futbolistas que son vitales, pero lo han hecho transfigurados, convertidos en jugadores que además de su conocido espíritu trabajador demuestran, por fin, que tienen la calidad suficiente para hacer muchas más cosas que pelear agónicamente por cada balón.
Este Athletic juega al fútbol y lo hace con su viejo estilo vertical, transitando siempre por el camino más corto. Pocos toques, mirando siempre a la portería contraria y velocidad en la ejecución; atrevimiento para arriesgar con el balón y el gatillo siempre a punto. Así ha ganado este equipo tantos y tantos partidos y así goleó anoche al Getafe. Marcelino ha recuperado las tradicionales señas de identidad de los rojiblancos y nos ha devuelto un equipo que podrá ganar o perder, pero que tiene una idea de juego que conecta con el Athletic de siempre.
Raúl García vuelve a ser el goleador que ya habíamos dado por desaparecido, Muniain liquida el debate sobre su posición ideal en el campo manejando el balón con autoridad y calidad, Vencedor lanza a Williams o a De Marcos una y otra vez y todo el equipo se contagia de una dinámica positiva que ha devuelto la sonrisa al aficionado.
Con media temporada por delante, el Athletic se está ganando el derecho a soñar y pensar que lo mejor está por llegar.
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