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Suelen decir los entrenadores que disponer de muchos buenos jugadores entre los que poder elegir para confeccionar sus alineaciones es un bendito problema, un lujo que todos querrían disfrutar. Y no les falta razón. La abundancia puede generar dudas, dilemas, incluso quebraderos de cabeza, pero ... sus molestias terminan ahí. Es la escasez la que te acaba matando. Gaizka Garitano lo sabe bien, de manera que hay que suponer que uno de sus objetivos, al menos a medio plazo, será ir ampliando la nómina de efectivos realmente válidos de su plantilla, la cifra de futbolistas que reúnen méritos para ser titulares y le provocan cargo de conciencia cada vez que prescinde de ellos.
Por el momento, el técnico rojiblanco ha apostado por una gestión conservadora. Aprovechando que el Athletic puede centrarse exclusivamente en la Liga -la Copa no llegará hasta el 18 de diciembre-, ha decidido depositar su confianza en un grupo de nueve o diez jugadores que son fijos para él. Como también lo son los ocupantes habituales del banquillo, que ya se están acostumbrando a estar juntos, casi siempre los mismos, hasta el punto de que no sería de extrañar que entre ellos se esté forjando una hermética solidaridad de desheredados. Por cierto, me pregunto si Aduriz ya sabía que esto iba a ser así cuando decidió jugar una temporada más en lugar de retirarse.
Esta última semana, con tres partidos, ha sido especialmente ilustrativa de la recia estabilidad que estamos viendo en las alineaciones del Athletic. Casi todos los equipos han aprovechado para hacer rotaciones. Calleja, por ejemplo, hizo cuatro -Rubén Peña, Moi Gómez, Cazorla y Gerar Moreno- respecto al equipo que sacó en Ipurua. En el Athletic, por el contrario, los cambios han sido mínimos. Recordémoslos porque es bien fácil. Unai Núñez entró por Yeray en el Wanda Metropolitano e Ibai Gómez lo hizo por Córdoba en el estadio de La Cerámica. El otro movimiento ha sido obligado. Lesionados Unai López y Beñat, el domingo le tocó el turno a San José. Esto ha sido todo. Apenas tres pinceladas dentro de un bloque estable, indiscutible, tan fijo que, a día de hoy, ya sólo hay una posición que parpadea, como las luces de un intermitente: la de interior izquierda. Y no precisamente porque Garitano lo desee sino porque todavía no hay un futbolista en la plantilla que se haya ganado el puesto.
Así las cosas, la pregunta es cuánto tiempo va a poder alargarse esta apuesta, que tiene un fondo lógico, nadie lo duda, pero que en un equipo como el Athletic presenta también peligrosas contraindicaciones. Una de ellas es el desgaste físico evidente del bloque titular. Aunque sólo se llevan doce jornadas, la erosión ya empieza a notarse en algunos. Y no me refiero a que los veamos boqueando por el campo o que a partir de la media hora ya jueguen al paso. Sobre todo a los delanteros, la falta de frescura se les nota en una pérdida de lucidez y acierto.
Pensemos en Raúl García, por ejemplo. Nadie discute su importancia en el equipo. Pero eso es una cosa y otra que con 33 años y más batallas encima que Viriato sólo se haya perdido cinco minutos en lo que va de campeonato. Dani García es el único que ha jugado más que él. El rendimiento del navarro en los últimos partidos ha decrecido a ojos vista. Lleva seis consecutivos sin marcar y está desperdiciando remates que él no acostumbra a fallar. Y se está notando, claro. ¿No sería conveniente dosificarle un poco? Y es que con el problema de gol que tiene -este sí que es un déficit estructural- el Athletic no puede permitirse el lujo de tener a Raúl García en una versión limitada. Algo, por cierto, que también podríamos decir de Williams -dos goles en doce partidos- o de Muniain.
Otra contraindicación importante es la rebaja de la competencia dentro de la plantilla. Los fijos siguen siéndolo jueguen bien o mal. El entrenador confía en ellos con independencia de coyunturas puntuales. Tiene sus motivos, sin duda. El problema es que uno de ellos, quizá el más influyente, es que no confía lo suficiente en los posibles relevos. Y deberá empezar a hacerlo- ya sea en los que tiene ahora en el banquillo o en los jóvenes del filial que están llamando con fuerza a la puerta- por pura obligación. El Athletic necesita más efectivos si quiere ser más competitivo y no correr el riesgo de que la temporada se le haga muy larga.
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