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Fernando Estévez (Granada, 44 años), entrenador del Eldense, no estuvo cruzado de brazos las dos últimas veces que se quedó sin equipo. El Burgos le cesó en octubre de 2019 y el Badajoz le despidió en julio de 2021 pese a que le quedaba una ... temporada de contrato. «Cuando no entreno tengo un plan B», explica este técnico curtido en banquillos modestos y que sueña con eliminar mañana al Athletic de la Copa. Antes de llegar al Burgos pasó por el Recreativo Granada, Vélez Rubio, Loja, Guijuelo, Almería B y Marbella.
Su carta oculta es ejercer de médico. La respuesta a quedarse en paro tras ser despedido en Burgos fue reincorporarse al Servicio Andaluz de Salud. Pocas semanas después de empezar a ejercer, el Covid sacudió el mundo. «A mí me pilló en Granada en una UCI móvil», evoca.
Estévez, médico de urgencias, y sus compañeros fueron sometidos a una durísima prueba. «Estuve en primera línea con la desgracia de que una pareja mía de guardia falleció y fue uno de los primeros médicos de España que murió de Covid», recuerda emocionado. «Los que estábamos en la calle y atendíamos a las personas corríamos esos riesgos. A mí me tocó de muy cerca. Son situaciones que para los profesionales quedan», añade sin ánimo para extenderse mucho más.
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Fue un soldado de infantería en la guerra sin cuartel contra el covid. «Trabajaba en la calle atendiendo domicilios y decidiendo qué pacientes debían ser ingresados. Vivimos situaciones de colapso, de bloqueo, de desesperación, de impotencia. Los medios no daban a nivel hospitalario y era frustrante ver a personas que no eran bien atendidas porque no había posibilidades. Sobre todo en el arranque de la pandemia se vivieron situaciones muy complicadas y que han pasado factura desde el punto de vista humano a muchos profesionales», resume.
Su respuesta fue vaciarse. «Lo recuerdo como un momento duro en mi carrera como médico, pero me impliqué y traté de ayudar en la medida de lo posible».
Pero lo que más hierve en la sangre de Estévez es el fútbol. Por eso no lo dudó cuando el Badajoz le reclutó para que se sentará en su banquillo de Segunda B en el curso 2020-21. Fue el mejor equipo de la categoría, pero el ascenso se desvaneció de forma abrupta en la final del play-off ante el Amorebieta, un partido que los extremeños jugaban en su abarrotado estadio y en el que les valía el empate. Los de Urritxe ganaron 0-1.
Había firmado dos años, pero se encontró otra vez sin equipo. «Tuve ofertas del extranjero que no acepté por motivos familiares». De nuevo tiró del plan B y regresó a la UCI móvil de Granada. Por suerte, ya sin la terrible presión de un Covid descontrolado.
En verano le llamó el Eldense. «Me ofrece un proyecto de humildad, de crecimiento, de confianza plena en mí». Su equipo, un recién ascendido, es líder en el Grupo 2 de Primera RFEF y ha llegado a los dieciseisavos de la Copa tras ganar al Coruxo a penaltis como visitante y 1-0 al Burgos. «Las cosas están saliendo bien y crecemos de la mano», se felicita.
Estévez se ha acostumbrado a la máxima presión en sus dos profesiones. ¿Por qué el fútbol está por delante de la medicina para usted? «Porque es mi pasión desde niño. De hecho, he renunciado varias veces a puestos estables como médico por el fútbol».
– ¿Qué es más complicado, ser médico o entrenador?
– Es más complicado ser entrenador. Si eres médico tienes que ceñirte a un protocolo, diagnosticar síntomas y aplicarlo. El fútbol es una realidad más compleja en la que dependes de muchos más factores que no controlas, un poste, el día que tenga un portero, un arbitraje...
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