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El Athletic va como un tiro en la Europa League con 10 puntos de los 12 posibles, cosecha que pretende engordar este jueves en el encuentro correspondiente a la quinta jornada de la segunda competición continental frente al Elfsborg (18.45 horas). Sobre el papel, una 'cenicienta' que viene a las mil maravillas para seguir sumando de tres en tres y afianzar la candidatura del equipo al 'Top 8', clasificación que permitiría meterse directamente a los octavos de final del torneo y evitar así la incómoda eliminatoria de febrero. Pero los rojiblancos no deben fiarse de los suecos, imprevisibles y bien relacionados con el gol, desapegados del balón pero efectivos en el área rival. Llegan a San Mamés con un balance de una victoria, un empate y dos derrotas, y un denominador común: su capacidad de marcar en cualquier campo y ante cualquier rival.
Vaya por delante que el Athletic parte como claro favorito y más entre los muros de San Mamés, donde solo ha perdido dos partidos en más de un año –Real Madrid y Atlético–. Una victoria contra los escandinavos afianzaría su posición entre los ocho primeros de la tabla y asfaltaría el camino hacia la ronda de los 16 mejores, cruce en el que contaría además con el factor campo. Pero conviene evitar excesos de confianza frente a un rival que tiene más peligro que nombre. Los suecos han tenido que jugar cuatro rondas previas hasta acomodarse en el nuevo formato de la UEFA –dejaron en la cuneta al Pafos chipriota, al Sheriff moldavo, al Rijeka croata y al Molde noruego– y cerraron este carrusel de compromisos con 15 goles a favor, prácticamente dos por encuentro. Y es la media que mantienen más o menos en la liguilla, con siete tantos anotados en cuatro duelos (1,75 por choque); es decir, 22 dianas en 12 compromisos internacionales figuran en la hoja de servicios nórdica.
El Elfsborg ha acabado la actual edición de la Allsvenskan –primera división sueca– en la séptima posición, bastante alejado de sus registros del año anterior. Un año que no olvidará jamás porque nunca un subcampeonato fue tan amargo. ¿Por qué? Porque tenía el título en la mano y lo dejó escapar en las últimas dos jornadas. Primero empató con el descendido Degerfors y luego perdió contra el Malmö –le valía con un punto–, que se proclamó campeón de penalti y sobre la bocina. Ahora no le ha dado para desenvolverse en las alturas, aunque su desempeño tanto doméstico como continental puede calificarse de aceptable. En las cuatro jornadas de la Europa League, los nórdicos han ganado en casa a la Roma (1-0) y han empatado frente a los portugueses del Braga (1-1), y han perdido fuera ante el AZ Alkmaar (3-2) y el Galatasaray (4-3).
Debilidad defensiva
Los hombres entrenados por Oscar Hiljemark se van al ataque con alegría y determinación, no necesariamente apoyados en la construcción y el buen trato del balón. De hecho, acreditan una posesión del 37,2%, pero a pesar de ello han completado 33 remates en cuatro partidos, la mitad de ellos entre los tres palos. En sus filas destaca la capacidad anotadora del centrocampista ghanés Michael Baidoo, quien suma cinco tantos en 12 choques europeos, seguido por su compatriota Jalal Abdullai (3). En la plantilla del Elfsborg militan cuatro futbolistas ghaneses, tres daneses, dos nigerianos, dos hermanos kosovares, Arber y Besfort Zeneli, bastante interesantes, un islandés y un keniano, este último incluido en la lista B exigida por la UEFA. Componen un bloque alegre que tiene el gol entre ceja y ceja, lo que contrasta con su debilidad defensiva.
Porque el Elfsborg concede mucho atrás. Ha encajado ocho goles –conviene remarcar que siete de ellos llevan el sello del Galatasaray y el AZ Alkmaar– y ha permitido 26 disparos entre los tres palos, casi siete por encuentro. Demasiado como para aspirar a cerrar sus compromisos con solvencia y sin sobresaltos. No hay ninguna duda por lo tanto de que la principal debilidad de los suecos es su sistema de contención, por lo que la intensidad y la presión alta que suele desplegar el Athletic pueden ser la mejor manera de afrontar el duelo del jueves. Y más en San Mamés, donde las virtudes bilbaínas suben de potencia. Es un compromiso que los rojiblancos necesitan resolver de forma favorable ante un equipo que aún no ha puntuado como visitante en lo que va de la fase regular. Prohibido perdonar.
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