El legado de Elizegi
La nota final de su gestión se eleva si nos centramos en el poso, en lo que queda de aportación permanente para el próximo futuro del club
david salinas-armendariz
Miércoles, 8 de junio 2022, 00:02
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david salinas-armendariz
Miércoles, 8 de junio 2022, 00:02
En pleno proceso electoral en el Athletic no es mal momento para un somero balance del mandato de Aitor Elizegi y su directiva, de estos tres años y medio de gestión necesariamente condicionados por un tiempo difícil atravesado en canal. La nota final se eleva ... si nos centramos en el poso, en lo que queda de aportación permanente para el próximo futuro del club. Lo decimos respetando valoraciones contrarias, que habrían de soportarse en datos objetivos, y no en meras filias y fobias viscerales, tan frecuentes desgraciadamente en el entorno rojiblanco.
En primer término, recordaremos que Elizegi ha cumplido con su compromiso de llamar a comicios en junio, al finalizar la temporada, renunciando a medio año de legislatura. Quizás hubiera sido más operativa para la junta entrante una fecha una o dos semanas anterior, pero en todo caso es conveniente recordar que las elecciones en el Athletic han sido casi siempre, como las bicicletas, para el verano.
La directiva saliente contó con una oposición férrea desde el minuto cero (siquiera el uno), desde el mismo momento en que por 85 votos accedió contra pronóstico a Ibaigane. La contumacia del no se mantuvo a través de la asamblea de compromisarios, que tumbó cuentas y propuestas sin razones concluyentes en un contexto depresivo, tendencia que sólo se ha roto al final del ciclo, coincidiendo con el anuncio del presidente de no presentarse a la reelección. Casualidad. O formulación de proyectos claramente irrechazables, como referiremos.
La junta de Aitor Elizegi ha cometido errores. El fundamental la ausencia de una comunicación continuada a pie de socio sobre propuestas, posturas adoptadas o alianzas mantenidas, aun seguramente acertadas en lo sustancial. Se ha echado en falta (algo aplicable también a anteriores directivas) una portavocía ejerciente, porque los socios y socias, más allá de los cónclaves anuales, tienen derecho a saber, a oír explicaciones de lo que se hace o no se hace. Tampoco han aportado claridad ciertas declaraciones disonantes sobre el alcance de la filosofía y la política de incorporaciones. El despropósito del (no) fichaje de Llorente y el momento elegido para el cese de Garitano completan el apartado de actuaciones manifiestamente mejorables.
Sin embargo, el balance deportivo, el económico y el social no son malos. En absoluto. Veamos.
En el capítulo estrictamente deportivo han sido acertadamente elegidos los entrenadores, en particular Marcelino, artífice de una plantilla competitiva y rejuvenecida, aupando a valores prácticamente ya consolidados. El Athletic en este período ha ganado un título de Supercopa, y alcanzado otra final de esta competición y dos coperas, manteniéndose en posiciones de lucha por Europa. Ha faltado, es claro, carácter ganador para coronar metas, pero sin duda el actual plantel es más potente que el que se encontró esta dirección.
En el área económica el equipo de Elizegi, pese al rigor de la pandemia con su drástica congelación de ingresos, deja unas cuentas saneadas, con caja y con activos. Y ello sin tener que vender pesos pesados, o verlos marchar indeseadamente como ocurrió en el próximo pasado (razón fundamental de la hucha heredada). El patrimonio material del club aparece también fortalecido gracias a las inversiones realizadas en San Mamés y en Lezama, a pesar de esas vacas flacas generalizadas.
Pero es en lo social e institucional donde se han alcanzado dos singulares y perennes logros: la aprobación, por fin, de unos nuevos Estatutos sociales, y la configuración de una grada de animación popular en La Catedral, aspiraciones de largo aliento que anteriores directivas (hablamos en plural) no acertaron a abordar. En concreto, la nueva norma general del club, tras un proceso participativo impecable, ha venido a fortalecer el empoderamiento de todos y cada uno de los socios y socias, junto a la responsabilidad de sus dirigentes.
Que los nuevos gestores del Athletic que salgan de las urnas desarrollen y enriquezcan el testigo recibido.
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