Los eslóganes rojiblancos

Los tres eslóganes están dentro de un orden ya establecido en las campañas rojiblancas. En ellas es un mandamiento sagrado destacar el orgullo que supone ser únicos. Y no es de extrañar que se destaque tanto porque en el Athletic ese factor diferencial se ha acabado convirtiendo en un fin en sí mismo, por encima del fin último del resto de los equipos, que son los resultados. Otro clásico de los comicios al sillón de Ibaigane es referirse a la necesidad de cambiar el club y dispararlo hacia el futuro, hacia a la modernidad, pero, eso sí, aferrados a los valores del pasado, con las raíces bien hundidas en la tierra de nuestros ancestros. Esta idea es una de las preferidas en los manuales de campaña desde que, hace más de treinta años, José Julián Lertxundi sorprendió con un hallazgo exitoso: «Un nuevo Athletic de siempre».

Desde entonces, siempre hemos estado atentos a la circulación de esta paradoja a la que es inevitable encontrarle un aire lampedusiano. «Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie», decía Tancredi en 'El Gatopardo', adaptando una vieja sentencia satírica del periodista francés Alphonse Karr: «Cuanto más cambia algo, más se parece a lo mismo». Pues bien, en el Athletic se quiere la revolución, sí, pero dentro de un orden, respetando al máximo la tradición, un equilibrio tan complejo que algunos ya perciben en el club bilbaíno una contradicción insuperable, como el aristócrata inglés que quiere hacerse un ecologista radical pero defendiendo a la vez con pasión la caza del zorro.

El socio rojiblanco, sin embargo, no ve contradicciones por ninguna parte y mantiene sus convenciones. En 2001, por ejemplo, Javier Uria se presentó bajo el lema 'La fuerza de un nuevo Athletic' y Lamikiz con otro que decía 'Innovar para ganar'. No necesitaron ni siquiera apelar a la diferencia y a la tradición porque las daban por sobreentendidas. En 2004, Fernando Lamikiz optó por 'Denok batera', que no dejaba de ser el mensaje conciliador de un candidato convencido de su favoritismo y de su capacidad para aglutinar mucho voto. Josu Urrutia sorprendió siete años después. Y es que, bien mirado, aquel 'Eutsi gogor' tenía algo de contradictorio. Porque si el club necesitaba sostenerse con fuerza es porque estaba fuerte, lo que obligaba a explicar su deseo de sustituir al presidente que le había dado ese vigor.

En las pasadas elecciones, los eslóganes entraron en un terreno neutral, prácticamente inocuo. Alberto Uribe-Echevarria se decantó por 'Gogoaren indarra', la fuerza del deseo de la que se habla en el himno del club. Aitor Elizegi no pudo ser más simple y sintético, tanto que llegó a la tautología: 'Bai Athletic'. Como puede comprobarse -y es otra característica de los lemas de campaña- es que son perfectamente intercambiables. Le valen a un candidato y a los demás, incluso a su rival más encarnizado. Pero tampoco podemos extrañarnos y menos ahora que estamos a poco más de tres semanas de las elecciones. Y es que cómo no van a ser intercambiables los lemas de campaña si lo son todas las promesas de los candidatos.