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Jon Aspiazu salió vacío de La Cartuja. No le quedaba nada dentro, ni un átomo de energía, solo una inabarcable sensación de alivio y de felicidad que recordará el resto de su vida. Llamó a su hijo y le invitó a que fuera al hotel, ... a celebrarlo junto a su padre, pero su propuesta fue declinada. Al igual que él, estaba hueco por dentro, roto por las emociones y agotado. «Es algo que me ha descrito mucha gente», explica el ayudante de Ernesto Valverde tres días después de tocar el cielo en Sevilla. Sereno y satisfecho, consciente de la magnitud de la gesta, el técnico volverá a subirse mañana a la gabarra cuatro décadas más tarde. Lo hizo en 1984 como jugador y ganador de la Copa, y ahora regresa en calidad de entrenador. Solo él puede presumir de dos viajes como bicampeón en la mítica embarcación del Athletic, desempolvada en el punto de cal de La Cartuja, en la que también repetirá José Ángel Iribar. La primera vez subió porque era preparador de porteros; ahora lo hará como leyenda.
Jon Aspiazu Nació en Bilbao y tiene 61 años
En el Athletic Jugó en el Juvenil División de Honor, cinco años en el Bilbao Athletic y debutó con el primer equipo en la temporada 1983-1984, la del triplete.
Otros clubes Hércules (1984-1985), Sestao (1985-1987 y 1993-1995), Deportivo (1987-1992) y Amurrio (1994-1996).
El segundo entrenador rojiblanco tiene 61 años y lleva con el carnet en el bolsillo desde los cinco. «Mi padre es el socio número 58 del club. Siempre hemos vivido muchísimo al Athletic, muy de cerca». Sobre todo él, que jugó cinco temporadas en el Bilbao Athletic y disputó dos partidos con el primer equipo justo en la temporada del triplete. Lo hizo siendo juvenil, miembro del filial, llamado a filas por Javier Clemente. El de Barakaldo le dio minutos en la Copa de la Liga contra el Atlético. No lo olvida, como tampoco olvidará lo que vivió en La Cartuja y lo que experimentará en el día de mañana. «Lo disfruté con cierta serenidad», comenta cuando se le pregunta por cómo vivió la final ante el Mallorca y la tanda de penaltis. «Estuve tranquilo», trata de convencer. Y cuenta una anécdota. «Fui a por la libreta para apuntar a los lanzadores. Me vio Xabi Clemente y me dijo después que estaba sonriendo. Yo no era consciente de ello», rememora Aspiazu.
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David S. Olabarri
Atendió la ruleta rusa de los once metros con entereza. Cuando Agirrezabala detuvo el lanzamiento de Morlanes sintió el frío metal de la Copa en la yema de los dedos. «Estaba cerca». Con el gol de Berenguer «nos desatamos». Carreras asimétricas, abrazos, lágrimas, sonrisas, ganas de gritar al mundo de que se detenga y congele el tiempo. «Se lo dedico sobre todo a mi mujer y a mis hijos, a mis padres y a los amigos más cercanos, los que siempre están en los momentos difíciles, y luego a la afición. Tuvo un comportamiento magnífico en Sevilla, nos alentó y apoyó. Merecen disfrutar esta Copa», apunta el fiel ayudante y amigo de Valverde. Al igual que los jugadores. Revela Aspiazu que vio a «Unai Simón muy eufórico. Yuri se había quedado muy tranquilo, relajado, porque era algo que ansiaba muchísimo». Ya tiene el broche de oro de su carrera.
Sonríe cuando se le cuestiona por si el vestuario es consciente de lo que vivirá mañana. «Me imagino que no». Todos ellos vieron la gabarra en las fotos y los vídeos, les contaron historias y anécdotas, les hablaron de las grúas, de los trabajadores subidos a ellas, de los márgenes de la ría, del millón de asistentes, de los barcos escolta... Pero ahora serán los protagonistas del cuento. No saben lo que experimentarán. «Recuerdo en la gabarra a Miguel de Andrés, que era un echado para adelante. Cuando pasamos algunos de los puentes aproximándonos a Bilbao se derrumbó de una forma increíble. No acababa de asimilar lo que estaba sucediendo. Habrá alguno que tenga ahora esa misma sensación», vaticina el técnico. Sabe lo que pasó en 1984 e intuye lo que pasará mañana.
Para Aspiazu, surcar la ría ahora será «mucho más emocionante» que hace 40 años. ¿Por qué? «Porque en aquella época yo era futbolista del filial. Estuve en algunas convocatorias y llegué a debutar y a jugar dos partidos, pero no me sentía muy partícipe (del título). Ahora, sin embargo, lo soy totalmente». Y es algo que le hace inmensamente feliz. «Es la consumación de lo más grande que puedo tener a nivel deportivo: ser campeón con el Athletic. No hay más. Guardo gratos recuerdos de cuando fuimos campeones de Liga, Copa y Supercopa con el Barcelona, o cuando ganamos tres ligas y dos copas de Grecia (con el Olympiacos); pero no hay nada como ser campeón con el Athletic. Es nuestro equipo y lo disfrutamos muchísimo».
Dice Aspiazu que mañana se pondrá la misma camisa que llevó en la gabarra de 1984. «Nos la hizo el sastre Juan Manuel Vela». Una edición especial de 125 unidades que es una joya.
- ¿Qué diría a la gente que se acercará a verles?
- Que disfruten, que sepan la trascendencia que tiene el Athletic para Bilbao, Bizkaia, afición... Trataremos entre todos, nosotros y las nuevas generaciones, de que no vuelva a tardarse tanto en ganar un título.
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