El delantero que mejora con el tiempo

Volviendo al último título que cuelga en la vitrina rojiblanca, cabe recordar que la fatalidad acompañaba al Athletic desde que volvió a la senda de las finales, en 2009 de la mano de Joaquín Caparrós. Aduriz no estaba en aquel equipo. Había sido traspasado por cinco millones al Mallorca para hacer frente a las necesidades financieras del club y abrir paso a Llorente. El atacante, entonces en Palma, se presentó en Mestalla como un aficionado más. Fue testigo del inicio de la mala serie. El equipo perdió esa Supercopa y las finales de Liga Europa y Copa de 2012 con Marcelo Bielsa. Ya de retorno, en una apuesta personal de Josu Urrutia, fue uno de los que dobló el espinazo en el Camp Nou en mayo de aquel mismo año en la Copa.

Un cierto fatalismo se había instalado en la hinchada rojiblanca. Orgullosa de llegar a finales, tenía que regresar a casa con el único título de 'la mejor afición del mundo'. Las gentes del equipo de San Mamés se preparaban de nuevo para las peores situaciones en esta final.

No hay nadie en el Athletic capaz de discutir su condición de piedra angular de este proyecto. Williams, el delantero que empujaba con goles en el filial, fue desplazado a la banda. Guillermo, al que hace unos pocos años se veía como su sucesor, marchó a buscar minutos al Leganés...

El Athletic se ha encomendado en los últimos años a Aduriz en el ataque, pero lleva tiempo mirando con recelo su carné de identidad y los 38 años que cumplió febrero. Él, sin embargo, siempre ha tenido una fe ciega en su capacidad y sigue convencido de que podrá prolongar este nivel durante tiempo. Tanto que en sus últimos contratos para la renovación por un año ha ido aceptando incluir una cláusula en la que condicionaba su continuidad al número de partidos que disputara.

Y volviendo a 2015 en el Camp Nou -se trata del último título del Athletic en tres décadas-, cabe destacar que Aduriz hizo un partido muy a su gusto. Batalló como un lobo solitario con la defensa del Barcelona y se ganó dos ocasiones. La segunda de ellas la transformó en el gol que llevó al cielo a los seguidores rojiblancos. ¿A qué sabe este trofeo?, le preguntaron en la zona mixta del Camp Nou. «Sabe a gloria porque es el título que ha ganado un grupo de amigos, de chicos formados a 200 kilómetros de distancia contra una selección del mundo», ensalzó.

Una de las condiciones que distinguen a quienes van en cabeza de un grupo es que saben apreciar el valor de la gente que le acompaña. Y Aduriz insistió en aquella ocasión en quitarse medallas cuando se le recordó que estos partidos quedarán para el recuerdo como la final en la que metió cuatro goles. «Este es mi equipo. Lo hemos logrado entre todos. Todos hemos aportado nuestro granito de arena. La solidaridad, el trabajo colectivo y el querer entre todos han sido las claves. Eso nos hace ser cada vez mejores».

Aduriz ha defendido siempre la emoción que supuso para él aquella Supercopa. «Ganar un título con el Athletic es a lo máximo a lo que un jugador puede aspirar. Tenemos una forma de ver el fútbol con nuestra singularidad y filosofía y eso hace que esta Supercopa adquiera un valor incalculable». Ahora solo queda desear que el guipuzcoano vuelva a alzar los brazos de campeón tras la renovación anunciada este miércoles.