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Gaizka Garitano despejó este domingo la pregunta sobre su futuro tras la calamitosa derrota ante un colista que no había ganado ninguno de los ocho encuentros anteriores. Solo fue una pregunta, directa: «¿Qué les diría a los aficionados que creen que su proyecto en ... el Athletic debe acabar?». El técnico de Derio despejó la cuestión. «No tengo nada que decir a eso», contestó tajante después del quinto duelo perdido, de ocho, por un equipo rojiblanco sin ideas, demasiado blando en defensa, sin puntería en el área contraria y que desilusiona a toda una hinchada que demanda cambios en el banquillo, un revulsivo. Pero el técnico no quiere oír hablar sobre ese asunto, y piensa en recuperar a su plantilla y aprovechar el parón para buscar una evolución que, de momento, no llega. Ni mucho menos.
El preparador de Derio, en este sentido, volvió a tirar de estadísticas, a justificarse en que el grupo visitante tuvo más posesión que su oponente, a que hizo más ocasiones que el Valladolid, a que creó peligro... «Pero no está siendo suficiente», aceptó Garitano. Y más en un duelo como el de este domingo en Zorrilla, cuando con casi nada, el farolillo rojo se puso por delante. «Por una cosa o por otra, en la primera que nos llegan nos marcan... Hoy (por este domingo) ni eso, nos hemos hecho un gol nosotros mismos... Luego nos cuesta hacer gol en la otra portería. Hemos luchado hasta el final, pero no hemos podido», sacó la cara por un vestuario al que afeó su escasa efectividad en el balón parado.
Porque resultó desesperante. Ninguno de los envíos -bueno sí, el que remató Villalibre a centro de Berchiche y permitió lucirse a Masip- era correcto. «Hemos sacado el balón parado peor que nunca. Quitando las jugadas ensayadas, cuando colgamos el balón o centramos... Es el debe del equipo», relató un Garitano que aceptó que su formación careció de empuje en los primeros minutos de partido, con pases sin sustancia.
Y nada se llevó de Valladolid un Athletic que había cogido confianza tras el partido contra el Sevilla, esa remontada. «Es un paso atrás. Teníamos muchas esperanzas puestas en este partido», comentó el técnico que tampoc entró a valorar el fallo de Williams, ese mano a mano que quizá hubiera cambiado el encuentro: «Lo importante es que tenga ocasiones. No es un día para personalizar en nadie».
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