Llevamos meses hablando de la renovación de Iñigo Martínez en un tono tan imperioso que algunos despistados pudieron llegar a pensar que el central de Ondarroa terminaba hoy, 30 de junio, su contrato con el Athletic. Y no es así, claro. Le falta un año ... más. Si nos hemos centrado tanto en Iñigo Martínez es porque la suya es la única renovación pendiente que puede complicarse, ya que tiene un grado de dificultad importante. Es cierto que esta temporada ha habido otro jugador cuyo futuro ha dado pie a un carrusel de especulaciones e incluso a una sorprendente campaña de liberación. Se trata de Ander Capa, que a partir de mañana queda libre. Lo que ocurre es que el portugalujo no plantea ningún problema al Athletic. Si Valverde cuenta con él, Capa renovará. Y lo mismo puede decirse de los otros diez jugadores cuya vinculación termina dentro de un año: Ezkieta, Lekue, De Marcos, Balenziaga, Zarraga, Morcillo, Iñigo Vicente, Córdoba, Raúl García y Villalibre.
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El problema, en fin, es Iñigo Martínez. Palabras mayores. Estamos hablando del que es, con toda probabilidad, el jugador más importante del equipo, un auténtico líder, el único internacional junto a Unai Simón. Sin duda, nuestro futbolista más cotizado. Tengo para mí que la principal dificultad de la renovación del central de Ondarroa no va a tener que ver con la cuestión económica, ni tampoco con que Jon Uriarte le vaya a proponer un contrato con un porcentaje de variables por objetivos muy alto, al estilo inglés, que no le haga ninguna gracia. Y que conste que no digo que el dinero no vaya a ser importante. Lo que digo es que el factor deportivo va a serlo más.
Iñigo Martínez es muy ambicioso y competitivo. Recuerdo sus palabras al llegar al Athletic. «Vengo a un grande, aquí no vale quedar en mitad de la tabla». Cuatro años y medio después de ser pronunciada, esa frase comienza a tener ya un desagradable tufillo profético de maldición anunciada que recuerda a la de Bela Guttman en el Benfica tras ser destituido. Y seguro que a su autor no le hace ninguna gracia. Lleva cinco temporadas en el Athletic y todavía no ha jugado en Europa. Y es muy consciente de que no sería nada descabellado -al fin y al cabo, el equipo es el mismo- que tampoco la próxima campaña se logre una plaza europea. Sabiendo que tiene 31 años, que llegaría libre a su nuevo destino y que va a tener ofertas de grandes clubes, ¿cómo no va a haber miedo a perderlo?
En esta negociación, Jon Uriarte tendrá que utilizar toda su capacidad de persuasión, la misma que ha demostrado para que once mil socios le compren su mensaje de cambio y electroshock y le sigan en las urnas con la fidelidad con la que hoy en día se sigue a los líderes más carismáticos. Y si haciendo las cosas bien no consigue su objetivo, pues habrá que resignarse. Tampoco será cuestión de ponerle en la picota por ello. Y es que, como dijo el torero Rafael Guerra, 'Guerrita', lo que no puede ser no puede ser y, además, es imposible. ¿O acaso Josu Urrutia pudo impedir la marcha de Javi Martínez, Llorente, Herrera, Laporte o Kepa?
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Más que con la renovación de Iñigo Martínez, donde el jugador va a tener siempre la sartén por el mango, al nuevo dirigente rojiblanco habrá que juzgarlo por su gestión con el resto de los jugadores que acaban contrato en junio de 2023 o que han quedado libres, como Capa; una gestión en la que Ernesto Valverde tendrá una gran responsabilidad, ya que todo indica que la figura del director deportivo plenipotenciario de Uriarte tiene menos posibilidades de materializarse en breve que mi nombramiento como Lord del Almirantazgo.
Va a ser un trabajo delicado que afecta a clásicos de la plantilla (Balenziaga, De Marcos y Raúl García), jugadores jóvenes que no terminan de despegar (Villalibre y Zarraga), otros más rodados que no acaban de consolidarse del todo (Lekue o Capa) y cedidos como Córdoba, Iñigo Vicente y Morcillo. Sólo el caso de Ezkieta, que ha pedido al club salir tras vivir una situación muy dura, cercana a la humillación -ser portero suplente, pero no el que sustituía al portero titular-, no plantea ningún problema. En fin, que tendrán que hilar muy fino Uriarte y Valverde porque las decisiones que se tomen en los próximos meses con estos jugadores van a marcar el futuro de la plantilla.
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