Una debilidad

Esto no significa, sin embargo, que uno no tenga debilidades. Me ocurre, por ejemplo, con Iñigo Ruiz de Galarreta, un futbolista del que Marcelo Bielsa, al verlo con 18 años, aseguró que tenía «ángel». Y si lo dijo el 'Loco' yo me uno por principio a los abajofirmantes. Este elogio tan bonito nos hizo concebir grandes esperanzas en un chaval que, sin embargo, vio peligrar su carrera tras dos lesiones muy graves y sucesivas de ligamentos cruzados. Fueron tantos los que le dieron por acabado para el fútbol tras sufrir su última operación de rodilla que todavía hoy, cuando hablas de Ruiz de Galarreta, es muy probable que tu interlocutor haga un gesto de negación lleno de tristeza y te de un abrazo y el pésame por su pérdida. Y no vayas tú a informarle de que el chaval está vivo y coleando, de que en las últimas seis temporadas no ha dejado de jugar hasta acumular 188 partidos entre el Zaragoza, el Leganés, el Numancia, el Barça B y la Unión Deportiva Las Palmas, donde es titular indiscutible. Es inútil. Le dará igual. Nunca le sacarás el clavo de ese prejuicio.

Viene todo esto a cuento de una información aparecida ayer en la que se asegura que Osasuna ha ofrecido tres millones por el traspaso de Galarreta, que por cierto estuvo el martes en Lezama pasando consulta con el doctor Lekue por unas molestias que arrastra en el hombro. Y como también la Real ha mostrado su interés por él, empiezo a ponerme nervioso. De hecho, se me han encendido las alarmas antiaéreas, que en mi caso son las que avisan del peligro de las oportunidades perdidas. Probar a 'Galaxy', como le llamaban sus compañeros en el Athletic, me parece una obligación. Tengo hasta un poco de miedo. Si cada vez que veo a Mikel Merino en la Real me sube la temperatura, no quiero ni pensar en lo que me ocurriría si veo triunfar a este chico en Osasuna o en la Real.