Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Cuando vean la luz estas líneas más de 2.600 athleticzales estaremos recorriendo uno de todos esos caminos que conducen inevitablemente a Roma. Qué mejor vuelta a Europa seis años y medio después para el Athletic que hacerlo por la Ciudad Eterna, porque todos somos ... hijos de Roma, aunque no lo sepamos. Así comienza advirtiéndonos el capítulo dedicado a la capital imperial de 'Único grande amore', el estupendo libro de viajes, por la Italia del Calcio, escrito por Toni Padilla, que toma su título precisamente del himno del equipo amarillo y rojo.
Noticia relacionada
Conocimos a la Vecchia Signora del norte, a la Juve, allá por los setenta del pasado siglo, cuando nos arrebató injustamente aquella Copa de la UEFA en San Mamés, un equipo que colmaría la squadra azzurra poco después campeona del Mundo en España, liderada por el clon de Iribar, el también mítico Dino Zoff. Bastantes años después, casi anteayer, vivimos en Nápoles con parecida intensidad aquel duelo de San Paolo, en la eliminatoria que nos llevó a la Champions League, con gol de Muniain en el estadio de Maradona y victoria a la vuelta en Bilbao. Pero nos faltaba acudir en procesión a la Ciudad de Rómulo y Remo, para rendir pleitesía al Stadio Olímpico antes de hacerlo al Vaticano y a otro Coliseo, donde los feligreses rojiblancos dedicaremos nuestras plegarias a los leones. Nos faltaba Roma. Hasta hoy.
Tienen también cabida en nuestra memoria zurigorri enfrentamientos europeos con AC Milan, Torino, Sampdoria o Parma. A diferencia de las ciudades del norte de la larga bota, Milán o Turín, en Roma no hay dudas sobre cuál es el club más amado, que es como una madre que tiene un hijo predilecto, que no es otro que Francesco Totti, el Julen Guerrero romano, el jugador hincha que se negó también a abandonar su hogar pese a las ofertas millonarias llegadas de los confines del Imperio. Totti, en 2001, metió un gol al Napoli y lo celebró levantando el dedo, imagen icónica de aquella Roma de Batistuta, Aldair, Cafú o Montella que conquistó, junto a il Capitano, el scudetto por tercera y última vez. Y proliferaron las pinturas futboleras en los callejones romanos, en barrios como Garbatella o Testaccio, de obligada presencia para los enamorados del fútbol popular, murales que se complementan con los erigidos en edificios de la ciudad para romanos ilustres de la cultura, la música y el cine, como Anna Magnani, Ennio Morricone o Lando Fiorini.
Dice también el himno 'La Roma non si discute, si ama', compuesto por Antonello Venditti, que el equipo giallorosso nació grande y grande ha de continuar, pero los tifosi se preguntan cómo conseguir ser campeones si cuando ganan un partido ya se ven desfilando por la urbe y cargan de presión a sus jugadores. Algo que quizás nos resulte familiar por el Botxo, al menos hasta haber levantado, por fin, la Copa de La Cartuja. Dicen que tanto amor, tanto único y exclusivo amor, como en Bilbao, a veces mata los propios sueños.
Nos aprestamos a vivir la Ciudad de los Vivos, aunque los lugareños aseguran que vivir en Roma es un modo de perder la vida, en un caos que incluso se puede gozar, como lo intentó Nerón viéndola arder, algo a lo que no aspiramos los athleticzales, sólo a disfrutarla después de medirnos en la arena. Subiremos a Gianicolo, la colina que se levanta encima del Trastevere, y haremos no como el loco emperador sino como un bilbaíno haría en Artxanda. Contemplar una capital del mundo. Roma, otro hito en rojo y en blanco.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Fallece un hombre tras caer al río con su tractor en un pueblo de Segovia
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.