El extraño caso de los clubes bipolares

No sabemos cómo responderán las instituciones europeas ante esta nueva andanada dirigida hacia los organismos del fútbol, que no ganan para sustos últimamente en el cuestionamiento de su hasta ahora omnímodo poder. Desconocemos lo que dirá Europa, pero en derecho existe algo que se llama legitimación activa a la hora de formular reclamaciones jurisdiccionales, o sea (para entendernos) que hay que demostrar en cada causa capacidad para convertirse en demandante, por ejemplo por la relación con el demandado. Y para eso viene muy a cuento repasar quién es quién en esta trama.

No podemos dudar de la posición de los jugadores para denunciar la saturación de partidos, como empleados que son de los clubes empleadores que abusarían de sus servicios, poniendo en riesgo su salud e integridad física. A los deportistas (aun siendo generosamente retribuidos a cambio de una total disponibilidad) no podría negárseles esa legitimación para accionar contra la desmedida exigencia patronal. Pero, la verdad, el que se sumen a la denuncia precisamente las Ligas de clubes profesionales tiene su aquel.

Y lo tiene porque FIFA y UEFA están compuestas por las federaciones nacionales del fútbol, incluida la española, que son las que votan sus acuerdos y aprueban normativas y calendarios. A su vez, la RFEF la integran (además de otros estamentos) principalmente los clubes, con prevalencia en capacidad decisoria para los que conforman el fútbol profesional y por ello también la Liga (LFP). Por lo tanto, la cuestión parecería clara: si los clubes integran la Federación y también la Liga, ¿por qué aprueban los calendarios en el seno federativo y luego se oponen a ellos desde la silla de la Liga? Nos lo tendrían que explicar, no ya el señor Tebas, que se supone no presenta demandas a su capricho, sino los propios clubes, en nuestro caso pongamos que el Athletic. Quizá han expresado su contrariedad con unas u otras gafas y no nos hemos enterado.

Existe en diversos ámbitos una especie de pánico a levantar la mano, por aquello de moverse y no salir en la foto, porque el poder te pueda enfilar, sea en una comunidad, asociación o cualquier colectivo humano. Pero quien en el momento procesal oportuno no dice nada se tiene que tragar sapos posteriores. Volviendo a la Liga española, si los clubes que la componen no están de acuerdo con el calendario internacional, lo han de tener igual de claro también en el carril federativo y pedir que la RFEF no lo acepte en las asambleas de UEFA o FIFA.

Sabemos que la justicia europea ha llamado la atención a los organismos internacionales del fútbol por su abuso de posición dominante, pero en materia de confección de calendarios hay cauces previos que agotar para impedirlo. Ya les vale a los clubes con callar, sacar réditos económicos y luego «solidarizarse» con los jugadores por boca de su incontinente representante. No vayamos a pensar que la cosa se reduce a una mera lucha de poder. Seguro que no.