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2.600 Athleticzales se dejarán sentir en Glasgow para jugar los cuartos de la Europa League. Las rutas para acabar en el Ibrox Stadium van ... a ser variopintas, entre ellas la escala técnica en Dublín. Y es que la conexión irlandesa es clave para entender el Old Firm, al Celtic pero también al Rangers, nuestro hoy anfitrión, una de las rivalidades más grandes de Europa, que trasciende lo deportivo y se hunde en causas culturales, políticas y religiosas.
El Rangers FC es un club vinculado desde su creación en 1872 al unionismo y al protestantismo, una entidad deportiva representativa de una manera de entender la identidad británica, la escocesa y la de la ciudad, con una añeja política de reclutamiento de jugadores, ajena a lo meramente futbolístico, que pudiera parangonarse con el Athletic y su filosofía, con todas las matizaciones posibles y aunque el club rojiblanco y sus aficionados congenien más con el eterno rival verdiblanco.
Fue en 1912, más o menos al tiempo en que el Athletic adoptó la decisión de jugar exclusivamente con futbolistas vascos, cuando el Rangers se autoimpuso la regla no escrita de prohibición de fichar jugadores de credo católico. Una política cuya actual relativización no oculta la patente idiosincrasia del club, de adscripción mayoritaria a la religión protestante, unida al lealismo británico, nacida para contrarrestar a une entidad rival fundada por irlandeses católicos que arribaron a Glasgow al final del siglo XIX.
El movimiento migratorio de Irlanda a Escocia, empujado por el gran desarrollo industrial de Glasgow, también se produjo desde Norirlanda, siendo los protestantes escoceses del Ulster llegados a la ciudad los que, junto a los receptores locales defensores de las esencias británicas monárquicas, hicieron del Rangers el club antítesis al Celtic católico y pro republicano irlandés. El sustrato identitario irish no es, por tanto, patrimonio exclusivo de los rayados, pues la comunidad norirlandesa migrada supuso una buena parte de la masa social de los Rangers.
El conflicto de origen y religión estaba servido, y los dos clubes de fútbol lo bipolarizaron aún más, hasta el punto de no distinguirse la causa o el efecto, porque el Old Firm es hoy una rivalidad en cierto modo tabú en la sociedad escocesa, al ocultar un banderismo ideológico que aún se refleja en las calles y en las gradas. La sociedad de Glasgow elige su fidelidad deportiva por su adscripción política y de confesión religiosa. La tradición en su más profundo y desgarrado alcance.
En ese caldo de cultivo se produjo durante décadas la referida aplicación de la ley no escrita de no fichar jugadores católicos, norma epítome de la identidad sectaria del Rangers asumida de manera tácita pero inflexible. Una regla prohibitiva que se convirtió en realidad en la década de 1910, manteniéndose en el tiempo hasta 1989, primera vez que se firma a un católico, el ex del Celtic Mo Johnson, de manera totalmente voluntaria. La finalización del veto, no exenta de rechazo por una parte de la afición azul, se produjo más por razones de mera subsistencia competitiva que por convicción y sincera apertura.
En ello fue figura clave el gran Graeme Souness, leyenda escocesa en el campo y en los banquillos, que defendió que quería a los mejores jugadores disponibles para el Rangers, lo que no dejó de traducirse a partir de ese momento en un gasto indiscriminado que dio en 2012 con un proceso de liquidación y refundación, del que se recuperó por la fidelidad de la afición. Todo parecido con realidades más cercanas es pura coincidencia. Con similitudes o sin ellas, el Athletic, club fiel a sus esencias como ninguna, acude a esa Escocia cuna de las tradiciones a hacer buena la suya.
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