Exportero y embajador del Las Palmas

Daniel Carnevali: «Iribar fue un referente para mí porque era sobrio y serio como yo»

– ¿Por qué fue portero?

– De niño siempre jugué con gente mayor. Con 14-15 años me ponían de delantero por la banda. Agarraba la pelota y como era rápido prácticamente no la pasaba. Me dijeron 'venga para atrás, de portero'. Había normas y había que aceptarlas, sobre todo si eran mayores. Y por eso me pusieron de portero. Me gustó, tenía velocidad y agilidad y y bueno. Recorrí un montón de equipos de base jugando fútbol 5 o fútbol 7. Siempre lo hacía bien la gente hablaba de mí. Ya me empezó a gustar y me quedé en esa posición.

– ¿Cómo entrenaba entonces?

– Yo nunca tuve un entrenador de porteros. Había uno del equipo que de vez en cuando se quedaba contigo y se dedicaba a tirarte a puerta.

– ¿ Y los primeros guantes?

– En el año 72-73. Tendría unos 26 años. Los tengo gracias a mi madre porque yo veía los guantes que se usaban en Europa y veía que tenían esos pinchos en los dedos para amortiguar el balón. Entonces mi madre me tejió unos guantes y yo les pegué la goma. Empecé con esos guantes en Chacarita Juniors (1970-73). Había jugado en Primera un montón de partidos sin guantes. Me sentía cómodo sin ellos, aunque cuando llovía o se embarraba el campo

– ¿Cómo llega al Las Palmas?

– Betancord, que había jugado en el Real Madrid, vuelve y se va a retirar ese año. Necesitaban un portero le encargan a él que vaya a Argentina a ver algunos y se fue los entrenamientos de la selección. Vieron a varios, a Gatti, a Sánchez y se decidió por mí.

– ¿Qué recuerda de sus partidos ante el Athletic?

– Los viajes eran agotadores. No había vuelos directos. Íbamos en avión hasta Madrid el viernes y de allí a Bilbao en tren por la noche. Salíamos a las diez de la noche y llegábamos a las siete u ocho de la mañana del sábado, y de allí a entrenar. Y que no tocaran debajo las ruedas del tren porque no pegabas ojo. Nosotros les ganábamos casi siempre aquí y ellos al revés allí. Siempre recuerdo un penalti que me tiró Txetxu Rojo. Betancord me dijo antes del partido 'si hay un penalti, te lo va a tirar Rojo y va a ir a la derecha'. Así fue, lo paré y ganamos 2-1-

– ¿Qué me dice de Iribar?

– Excelente. Para mí fue un referente. Yo venía de la selección y era de los que más se conocía de España. Siempre me gustó porque era un poco la idea que yo tenía de portero serio, sobrio y le gustaba salir como a mí. Quizás a mí me gustaba un poco más jugar con el pie, porque eso se acostumbraba más en Argentina. Pero siempre fue un señor. Cuando fui hace poco a la ciudad deportiva del Athletic pensaba que igual no se acordaba después de tanto tiempo. ¡Qué va! Me dio un trato excelente.

– ¿Quién es el mejor portero que ha visto?

– Uno es Fillol, que marcó una época en Argentina. Me encanta Ter Stegen, pero me gusta mucho Courtois, que ha conseguido cosas en el Real Madrid importantísimas y no se lo menciona tanto. Miraba lo que hacía Fillol, un portero como Iribar, serio, inteligente y que se anticipaba a lo que sucedía. Manejaban las mismas ideas que yo tenía en la portería.

– ¿Unai Simón que le parece?

– Tiene ganado su puesto en la selección. Juega bien, con los pies sale y tapa muy bien. Yo creo que es uno de los de los porteros de la actualidad.

– ¿Se merece el premio Yashin al mejor portero del mundo?

– Eso al final es una votación y es por gusto, pero hay que evaluar lo que ha conseguido a nivel de selección y cuántas porterías a cero ha dejado en Bilbao.

– Jugo hasta los 44 años. ¿Por qué? ¿Había ganado poco o le gustaba mucho?

– Me gustaba entrenar y mantenerme bien. Llegué a enfrentarme con mi hijo en un amistoso. El jugaba en Rosario Central y yo en Central Córdoba. Ese año fue el final para mí. Además, estaba en Segunda. Había hecho un análisis previo. Cada día me costaba más entrenar y dije 'hasta aquí'.

– Le llamó Cruyff para ir al Barcelona.

– Era la temporada 1973-74, el año previo al Mundial de Alemania. Hicimos una muy buena temporada. El Barcelona salió campeón y un día me llama Johan Cruyff y me propuso hacer un precontrato. Me dijo que el entrenador, Rinus Michels me quería. Le dije que no, que al acabar el año hablaríamos. Estaba cómodo en Las Palmas. No pensé en que era el Barcelona. Al acabar el año, Michels se fue y aquello quedó en nada.