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Entre los balances inevitables a final de temporada destaca el que se refiere a las prestaciones de los distintos jugadores de la plantilla. Como es natural, la visión general que ofrece este análisis, referido a las tres competiciones disputadas, es prácticamente la misma que ofrece ... el equipo. Salvo las seis primeras semanas de 2021, la decepción ha sido la tónica dominante en el Athletic. Entre los 25 futbolistas que han utilizado Garitano y Marcelino es complicado extraer siquiera dos o tres que hayan sorprendido gratamente o hayan rayado a un nivel llamativo, por encima de las previsiones. Lo cierto es que es mucho más fácil hablar de preocupación. Este sería el uno a uno final.
Suele decirse que la segunda temporada suele ser para los porteros jóvenes y por tanto en progresión más complicada que la primera. Una vez disipado el fulgor de la aparición, empieza el duro camino del asentamiento. Pues bien, pese a alcanzar el puesto de titular en la selección, Unai Simón se ha descalabrado media docena de veces, hasta el punto de que ha acabado la temporada en entredicho. Habrá que confiar en que sea un paso atrás para coger impulso.
Tras el calvario que vivió la pasada temporada, ha tenido bastante más protagonismo. A partir de noviembre entró en el equipo y empezó a jugar de forma asidua. De hecho, ha sido titular en 16 partidos de Liga y también en los dos de la Supercopa y en los más importantes de la Copa. Se ganó la renovación. En los tres últimos meses su rendimiento ha decaído.
Una de las decepciones del curso. Ha perdido el puesto de titular y sólo en contadísimas ocasiones ha ofrecido su mejor versión, la de ese lateral impetuoso, clave en el juego ofensivo del equipo. Sus mejores minutos, curiosamente, fueron los casi 45 que jugó contra el Atlético antes de lesionarse y decir adiós a la temporada.
Llevaba dos años contando muy poco o nada y ese parecía que iba a ser su triste destino también esta temporada. Marcelino, sin embargo, le ha dado mucho carrete, ya sea jugando minutos o incluso desde el principio. Pese a todo, después de seis años sigue siendo un futbolista cuya proyección ofensiva no es suficiente para olvidar sus evidentes debilidades defensivas.
El lateral de Zarautz ha vivido un annu horribilis. Le ha salido mal todo lo que podía salirle mal. Si llega a plantar una calabaza le crece un cactus y se pincha. Lesiones, coronavirus persistente en forma de mareos... El caso es que no ha podido coger la forma. El equipo, por supuesto, ha notado su ausencia.
Parecía más amortizado que la línea férrea Baltimore-Ohio, pero los problemas de Berchiche, unidos a la confianza que le ha dado Marcelino, no sólo le han permitido jugar mucho sino incluso renovar.
Una de las piezas más sólidas de la plantilla. Imprescindible e indiscutible. Probablemente, el jugador más regular del equipo. Y eso que tampoco se puede decir que haya firmado la temporada de su vida, ni mucho menos.
También fijo y casi imprescindible. Tuvo un par de meses magníficos a principios de año, pero no supo mantener ese nivel y bajó un par de peldaños. Su reto personal, que comparte con otros compañeros, salta a la vista: aumentar su tiempo de máximo rendimiento.
Ha vuelto a jugar lo suficiente como para no sentirse ninguneado por el entrenador. No tanto como en su primera temporada, pero más que en las dos anteriores. Siempre ha estado ahí para cubrir las ausencias de Iñigo Martínez y Yeray. Lo que no ha conseguido es convencer a nadie de que merece la titularidad y de que es un central en progresión.
En su tercera campaña en el Athletic, ha perdido los galones de titular indiscutible. Y a nadie le puede extrañar. Por una cosa u otra, nunca ha estado a su mejor nivel, el único que le hace competitivo.
Ha ganado peso en el equipo. De hecho, nunca ha jugado más el vitoriano que esta temporada. Lo cual no significa que no siga siendo un futbolista en entredicho, sin sólidos argumentos que le refuercen y menos para ser titular.
A sus 26 años, ya no hay ningún motivo para seguir considerándolo una buena promesa ni para volverse muy loco con las expectativas sobre él. Ha tenido más oportunidades que el Platanito para afianzarse como titular, pero no lo ha conseguido. Tiene cosas, evidentemente, pero también un problema letal: la inconsistencia.
Una de las mejores noticias de la temporada. Que en su primera temporada un futbolista de 20 años acabe jugando 34 partidos entre todas las competiciones es algo realmente notable. Sólo así se puede progresar y lo cierto es que el centrocampista de Rekalde lo necesita si quiere consolidarse. Se puede decir de forma sencilla: con balón necesita hacer las cosas mejor y más rápido.
Ha acabado jugando titular ocho de los nueve últimos encuentros. El navarro ha tenido oportunidades y lo cierto es que algunas las ha aprovechado mejor que otras. Convocado para la sub21, su nombre suena mucho. Parece una apuesta segura. La realidad, sin embargo, no es tan boyante. Sancet sigue siendo todavía un futbolista confuso, sobre todo como segundo delantero. Y si tiene gol, todavía no lo ha demostrado. Digamos que está todavía en ciernes.
Para sorpresa de muchos, Marcelino le ha dado cancha en el final de la temporada. Parecía condenado a irse, pero quién sabe.
Del zurdo de Amorebieta se puede decir lo mismo que de Vencedor. Participar en 36 partidos en tu primera temporada es de sobresaliente. Hablamos ya de un futbolista del primer equipo con condiciones para optar a ser titular en la banda izquierda. Necesita afinarse, eso sí.
A sus años y con todas sus batallas encima, al navarro ya se le puede analizar en clave de durabilidad. Pues bien, esta temporada ha dado para un mes magnífico, coincidiendo con la llegada de Marcelino. El resto del curso ha estado a años luz hasta de sus propios deseos. Aunque ha marcado diez goles entre las tres competiciones, en la Liga ha pasado de quince a cinco, su peor registro en el Athletic. Lo tiene muy complicado para volver a hacerse con un puesto en el once a no ser que vuelva por sus mejores fueros.
Generó algunas dudas en sus primeros meses, todas ellas relativas a una irregularidad aparente y preocupante. El exjugador del Torino, sin embargo, ha acabado por convencer a casi todos con su rendimiento y actitud. Ha sido el mayor goleador del equipo en la Liga y el único de los 'intocables' del frente de ataque que ha dado el callo hasta la última jornada.
Digamos que ha sido la temporada en la que se ha convertido en un futbolista muy querido y popular. Ha acabado acumulando muchos minutos, sobre todo en la recta final en la que ha sido titular en ocho partidos. Que no haya sido capaz de marcar en ninguno ha dejado un mal sabor de boca.
Nada que no se supiese sobre él después de más de una década en el Athletic. Firmó un par de meses magníficos en enero y febrero, donde ofreció algunas de las mejores muestras de liderazgo que se le recuerdan. Luego volvió a las andadas, por decirlo de una forma ilustrativa.
La mayor decepción de la temporada y un futbolista que ya está en el centro de la diana de las críticas de la afición, a la que empieza hasta irritar la cantinela de su récord de partidos consecutivos. Por segunda temporada, seis goles en la Liga, una cifra ridícula para el jugador mejor pagado. Y con contrato hasta 2028.
Iñigo Vicente, Nico Williams, Zarraga y Ezkieta no han jugado lo suficiente como para someterlos a este análisis de final de temporada.
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