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El 20 de julio de 2011, el Athletic jugó su primer amistoso de la 'era Bielsa' en el Luis Suñer Picó frente al Alzira. Ganó 0-3. Más allá del resultado, anecdótico, el 'Loco' se detuvo en la figura de un muchacho que aún no ... había alcanzado la mayoría de edad: Iñigo Ruiz de Galarreta. «Tiene ángel», sentenció sobre el eibarrés, por aquel entonces un juvenil que soñaba con los ojos abiertos. Era un centrocampista diferente, jugón, que vivía cosido a la pelota y se divertía pensando fútbol. Poco después se rompió, rodillas exigidas, traicioneras, y su carrera dio un giro de 180 grados, lejos de Lezama. Con cara de niño, que conserva a sus 28 años, al igual que una sonrisa a prueba de adversidad, el guipuzcoano se recompuso, se levantó y tras mucha mili en Segunda sirve en Primera. En una semana estará con su Mallorca en La Catedral. «Será especial. Es mi casa», dice desde su domicilio balear, impaciente por regresar al pasado.
Dicen en la isla que Ruiz de Galarreta está en el mejor momento de su carrera. Él asiente. «Sin duda. Estoy muy bien. Jugar en Primera es una pasada», comenta ilusionado. Para llegar a ella, tuvo que superar dos roturas de ligamentos cruzados prácticamente seguidas y defender los escudos de seis clubes diferentes. «La élite me pilló muy joven en el Athletic. El sueño duró poco», apunta en referencia a los nueve partidos disputados como rojiblanco. Debutó contra el PSG en el Parque de los Príncipes en diciembre de 2011 y nueve meses más tarde lo hizo en la Liga en casa ante el Betis. «Cumplí mi sueño de jugar en el Athletic, lo toqué con los dedos, pero se me fue rápido», recuerda sin amargura. Al revés, solo siente cariño y amor por un club en el que nació como «futbolista y persona. La formación que me dieron fue espectacular».
dos cruzados rotos
Al eibarrés le salieron los dientes en Lezama. Primero de leche y luego de león, que guarda con mucho cariño en su baúl de recuerdos. «Hice las primeras pruebas con ocho años y a los nueve ya estaba allí», rememora. Pasó por todas las categorías inferiores, sobresalió en cada una de ellas y en edad juvenil recibió la llamada de Bielsa. «Me dio su confianza y me llevó a la pretemporada. Quiso contar conmigo en el día a día, verme entrenar, convertirme en jugador del Athletic». No olvida sus orígenes. «Lezama es especial, un sitio increíble para crecer. Los que entran sueñan con jugar en el Athletic y estar siempre». Él dio todos los pasos y al final tuvo que buscarse la vida fuera de la burbuja. Lo hizo sin quejarse, «encantado de haber vivido experiencias en otros lugares y con otra gente».
Maduró de la noche a la mañana. De niño a adulto. Las lesiones le marcaron y los diferentes vestuarios afilaron su carácter. En octubre de 2012, en un partido con el Bilbao Athletic contra el Lleida, se rompió el cruzado izquierdo. Tenía 19 años. Meses de soledad y de silencio, de trabajo duro. Regresó para quebrarse de nuevo. Justo 365 días después. Con la camiseta del Mirandés y el Numancia de rival, el eibarrés sintió que su rodilla derecha saltaba por los aires. «No hizo falta que me dijeran lo que tenía. Ya lo sabía. Las sensaciones eran las mismas que la primera vez». Volvió a estar rodeado de batas blancas, apoyado en muletas. «Me vine abajo unas horas, y eso fue todo. Al día siguiente me levanté con ganas. ¿Tirar la toalla? ¡Nunca dudé! Sabía que me iba a recuperar y seguir mi camino».
En aquella época se juntó con Iñigo Pérez e Igor Martínez. Lesionados como él, se arroparon. Cuando uno se caía, los otros dos le levantaban. Día a día. «Hasta hacíamos comidas solo entre nosotros para mantener la alegría», rememora Ruiz de Galarreta. Salió de dos travesías en el desierto sin perder la esperanza en un futuro mejor. Luego hubo más problemas físicos, no tan graves como los de las rodillas, y también supo dejarlas atrás. Con 21 años fue al Zaragoza y después pasó por Leganés, Numancia, Barcelona B, Las Palmas y finalmente Mallorca. «Llevaba tiempo peleando en Segunda, una categoría que me encanta y valoro muchísimo, pero tenía la ilusión de dar el paso y jugar en Primera, probarme con los mejores. El año pasado fue maravilloso -lograron el ascenso- y ahora tenemos el premio». Tras nueve cursos bañados en plata vuelve a competir en la élite.
donde empezó todo
Ahora está feliz en el Mallorca y no piensa mucho en los porqués de su adiós de Lezama. «No sé si no llego a lesionarme si estaría allí. Pero pude sentir lo que es el Athletic. Estuve una temporada entera con Bielsa y fui convocado. Disfruté del vestuario, de su buen ambiente. Estaba con gente que había visto por la tele. ¡Los idolatraba!». Gurpegui y Pablo Orbaiz fueron el espejo en el que se miraba, hizo amistad con Balenziaga, De Marcos, Muniain. Admira al capitán. «Es espectacular, un líder. Tiene un año más que yo y lleva casi 500 partidos». Ruiz de Galarreta volvió a San Mamés con el Leganés para medirse al filial rojiblanco. Ahora lo hará en la élite. Está en una nube. «Significa regresar a la que siempre he considerado mi casa».
Sonríe cuando se le pregunta por la piel rojiblanca, por si se la pondrá de nuevo algún día. «La ilusión de volver a jugar con el Athletic siempre está ahí, pero no es una obsesión. Trato de disfrutar del momento. El Athletic me dio muchísimo y siempre le estaré agradecido. Ahora estoy en Primera con el Mallorca y soy feliz. Valoro mucho competir en Primera», insiste. Una década después de su debut ante el PSG, Ruiz Galarreta se medirá al club que le hizo futbolista y persona. No lo olvida. Por eso lo ama.
Iñigo Ruiz de Galarreta es de Eibar y tiene 28 años. Con 9 entró en Lezama. Pasó por las categorías inferiores y debutó con el primer equipo en 2011. Jugó 9 partidos con el Athletic.
232 partidos en Segunda con Mirandés, Zaragoza, Leganés, Barça B, Las Palmas y Mallorca
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