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jon agiriano
Jueves, 7 de diciembre 2017
En el Arena de Lviv, en un estadio casi vacío y en una noche de invierno ucraniana, de esas que te hielan por dentro sólo con verlas, el Athletic logró ayer su pase a la siguiente ronda de la Europa League. Supongo que el suspiro ... de alivio de Ziganda, que pese a todo sigue en el alambre, se escuchó más allá de los Urales. Lo cierto es que no fue complicado tumbar al Zorya, que ayer demostró su pobrísimo nivel y pagó su extrema debilidad defensiva a balón parado. Los rojiblancos la aprovecharon a conciencia para encarrilar el partido en la segunda parte. Decimos los rojiblancos, pero quizá sería mejor no generalizar tanto. La victoria fue cosa de tres clásicos: del tino de su Susaeta en sus lanzamientos y del poderío rematador de Aduriz y Raúl García. El técnico ucraniano estaba muy preocupado por estos últimos. Así lo dijo el miércoles en la rueda de prensa. Por lo visto sus pupilos no le entendieron las instrucciones para vigilarlos.
El caso es que, tras el 0-2 y el empate del Östersunds en Berlín, el Athletic ha acabado como primero de grupo una liguilla que no ha podido ser más vulgar, accidentada y desmoralizante. Un verdadero calvario. Son las paradojas del fútbol. Todo ha sido lamentable en esta fase de grupos, más allá de los resultados. Hasta el punto de que la propia Europa League había empezado a desacreditarse como objetivo en el que volcar las ilusiones de la temporada. Los rojiblancos, sin embargo, han demostrado instinto de supervivencia y, encadenando tres victorias consecutivas, han evitado un ridículo monumental. Porque eso hubiera sido no quedar entre los dos primeros de este grupo tan débil.
Ziganda apostó por lo que, al menos ayer, podríamos considerar su once de gala. Y es que no está el de Larrainzar para guardarse ni una sola bala. Ni siquiera las de fogueo. Más allá de la alineación, que podíamos dar por descontada, lo que tuvimos que preguntarnos en cuanto el balón se puso a rodar es qué mensaje les había transmitido el ‘Cuco’ a sus jugadores. Cuál fue su propuesta. Qué exigencias les planteó, qué advertencias les dio, qué consejos les ofreció de cara a un partido tan importante. Hubiera sido bonito ver su pizarra, con sus flechas y sus círculos y garabatos, tener acceso a sus sesiones de vídeo, a las dudas que le plantearon sus pupilos en los días previos... Y decimos todo esto porque el Athletic fue directamente indescifrable a partir del pitido inicial. ¿A qué querían jugar?
La primera parte fue como para salir de casa en busca de vodka barato para olvidar. Eso sí, tuvo una cosa buena para los cronistas: fue muy fácil de resumir. Por parte del Athletic, todo se redujo a un gol mal anulado a Aduriz en el minuto 28 -el linier se equivocó pitando un fuera de juego anterior de Williams- y a una gran chilena de Raúl García desde fuera del área que se fue por encima de larguero. Consignemos también -aunque sea para estirar un poco el párrafo- que Núñez vio una tarjeta amarilla por una fea entrada y que Herrerín hizo un recorte a un delantero que estuvo a punto de que Ziganda volviera a fumar. O que empezara a hacerlo, vaya. Y esto fue todo lo que mereció un apunte en el cuaderno de notas. El resto de la hoja quedó en blanco. Bueno, no. Siendo sincero, el cronista debe reconocer que acabó dibujando exclamaciones de indignación y una calavera, como las que anuncian peligro de muerte en las torres de alta tensión. Fue después de ver un nuevo balonazo de San José.
Zorya
Lunin; Gordienko, Kharatin, Svatok, Sukhotsky; Babenko (Kochergin, m.75) Andriyevskiy; Karavaev, Iury (Silas, m.62), Lunov (Kavaiev, m.46); y Gromov.
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Athletic
Iago Herrerín; Lekue, Unai Núñez, Laporte, Balenziaga; Williams (Córdoba, m.79), San José, Mikel Rico, Susaeta; Raúl García (Aketxe, m.93) y Aduriz (Sabin Merino, m.89).
goles. 0-1, m.69: Aduriz. 0-2, m.86: Raúl García.
árbitro. Ruddy Buquet (Francia). Mostró tarjeta amarilla a los locales Lunov (m.42), Andriyevskiy (m.50), Kavaiev (m.82), y al visitante Unai Núñez (m.16).
incidencias Partido correspondiente a la sexta y última jornada del Grupo J de la Fase de Grupos de la Liga Europa disputado en el Arena Lviv en una gélida noche ante unos 7.000 espectadores. Cerca de 300 de ellos aficionados del Athletic.
En cuanto al Zorya, sólo ofreció entusiasmo, intentos vanos de circular el balón con un poco de velocidad y un centro peligroso desde la derecha que Gromov remató desviado. Los ucranianos volvieron a mostrar el nivel que ofrecieron en Bilbao. Son muy poca cosa. Que estuvieran en disposición de clasificarse para la siguiente ronda habla muy bien de su actitud durante esta competición que les ha puesto en el mapa. Tienen mérito los de Vernydub, cuya debilidad también ofensiva obligaba a confiar en que el Athletic, pese a su fútbol espantoso, no tuviera problemas para obtener la clasificación.
En la reanudación, se supone que tras un rapapolvo de Ziganda en el descanso -o al menos una pequeña regañina-, los rojiblancos apretaron un poco las tuercas. Elevaron la intensidad y se adelantaron unos metros. Fue algo tan simple como efectivo. Lunin, una gran promesa, comenzó a sufrir bajo los palos. Y es que el Zorya, como decíamos, no estaba para muchos trotes. Ayer, además, los ucranianos contaban con las bajas de sus dos centrales, lo que obligó a su técnico a retrasar a la retaguardia a sus medios centros. Ello les provocó un déficit de altura que el Athletic debía aprovechar tarde o temprano. A falta de juego, las acciones a balón parado debían ser la solución al jeroglífico, el camino hacia ese gol providencial que dejara en franquicia la clasificación e impidiera que el Zorya protagonizara, en alguna jugada aislada, un ‘Formenterazo’ como el de la semana pasada. Raúl García, el mejor jugador sobre el campo, pudo hacer el 0-1 en el minuto 64, tras cabecear al larguero un córner.
Fue un aviso. Seis minutos después, en una falta muy bien puesta por Susaeta, Aduriz, que ya había podido marcar en una gran jugada individual en el arranque de la segunda parte, cabeceó a la red. Con un poco de fortuna, es cierto, pero ya se sabe que en el fútbol la suerte siempre la tienen los mismos. El equipo ucraniano no tuvo fuerzas ni argumentos para reaccionar. En el minuto 86, Raúl García firmó el 0-2 definitivo. La defensa, por lo visto, no se había enterado que debía defenderlo y le dejó controlar y rematar una falta muy bien puesta por Susaeta.
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