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Y de nuevo, toca cambiar el chip y volver a la competición doméstica. Es lo que tiene esta temporada tan intensa y emocionante. Llegamos de Roma, después de haber jugado una segunda parte más que atrevida, para medirnos al Sevilla, esta vez, en La Catedral. ... San Mamés es otra historia. El factor campo es el que nos va a dar puntos en casa tanto en la Europa League como en LaLiga.
La Roma se escapó viva por muy poquito. Porque el Athletic no estuvo a la altura en la primera parte, y es que los cambios se notan. Valverde necesita una plantilla larga pero todos sus pupilos no acaban de conseguir el nivel deseado, ni táctico ni tan siquiera físico. Por ejemplo, Djaló no acaba de convencer, no se trata de ser la revolución, solo hace falta intentarlo. Encarar y ser atrevido. De perdidos al rio. En cambio, jugadores como Nico y Berenguer son capaces de hacer bailar una banda, hasta su salida muy parada, y hacer que sus compañeros se lo crean. Está resultando muy difícil mantener la continuidad durante todo un partido, pero esos altibajos serán los que lleven a los leones a aprender de los errores y regalos. Al más pequeño despiste viene Dovbyk y no perdona.
Mientras tanto, el club tiene por delante mucho trabajo para evitar los comportamientos mostrados al mundo en Roma. La afición rojiblanca es educada y amable, solo busca animar al equipo y disfrutar con el fútbol. Sobran los comportamientos violentos. Los reproches de la mayoría de la afición a la minoría en la grada del Olímpico, cuando solo quedábamos nosotros en el campo, lo dejan bien claro. Este no es nuestro estilo y tenemos que pagar todos por lo que hacen unos pocos.
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