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J. Mallo
Jueves, 1 de junio 2023, 11:12
Cuando José Luis Mendilibar fue destituido en el Alavés hace poco más de un año porque no supo o no pudo cambiar el destino de un equipo que acabó descendiendo a Segunda, inició un serio proceso de reflexión sobre su futuro en los banquillos. Bajo ... su mando había caído a Segunda 'su' Eibar y muy poco tiempo después no había podido salvar al conjunto albiazul. Era el momento de pensar en si no había llegado la hora de pasar página y descansar despúes de treinta años al frente de equipos. Fueron días en los que echó la vista atrás, recordó su debut en la dirección del Arratia, su paso por el Basconia, Bilbao Athletic, Aurrerá de Vitoria, Lanzarote, Eibar, Athletic, Valladolid, Osasuna, Levante, Eibar de nuevo, Alavés… y pensó: me merezco otra oportunidad. Y así fue. Vino del sur, de un equipo que amenazaba ruina. Demasiado riesgos. Las dos últimas experiencias -Eibar y Alavés- acabaron de forma traumática. Una tercera podría empañar definitivamente su trayectoria. Pero 'Mendi' es un tipo valiente, y aceptó dirigir al Sevilla. Esa llamada para reflotar al equipo andaluz le devolvió a su 'mundo', que no es otro que ese fútbol pegado a la banda con su inseparable chándal, arengando a sus hombres con esos movimientos de brazos y ese silbido que corrige posiciones sobre el césped sin necesidad de palabras. Ese hombre tímido, sencillo, directo, enemistado con las nuevas tecnologías que han llegado al fútbol para establecer un orden y un progreso que Mendilibar gestiona a ras de hierba, hablando, comunicando, sin PowerPoint, acaba de ganar La Europa League.
Fue anoche, en Budapest, con 13.000 seguidores sevillistas pidiendo a gritos que se quede, porque les ha devuelto a ellos la ilusión y al equipo la vida. Desde el alcalde de la ciudad, Antonio Muñoz, que reclamó a la directiva que le renueve de forma inmediata -«no pueden tomar otra decisión, se lo merece»- al capitán Jesús Navas -«se tiene que quedar con nosotros muchos años, ¿habéis visto lo que ha hecho?». Sevilla es un clamor.
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Amador Gómez
«Sería la leche no seguir», decía con humildad 'Mendi' tras ganar la Europa League, pero si no es así «pues no pasa nada». Cada uno a su casa, vino a decir. Él agradecido después de cumplir un sueño como entrenador. Un sueño que nunca pasó por su cabeza y mucho menos este año: fue contratado para salvar al Sevilla, y punto. Europa estorbaba en la consecución del objetivo. Pero había que jugar los partidos. Cuando cayó el Manchester se instaló en el Sánchez Pizjuán una sensación de 'a lo mejor se puede', y cuando derribaron a la 'Juve' con el equipo ya en la zona templada de la liga, se instaló la euforia y reflotó con más fuerza que nunca el deseo de ganar la séptima Europa League.
Dicen quienes conocen a 'Mendi' que se merece todo lo bueno que le ocurra. Es uno de esos escasos personajes públicos que todavía hablan con claridad y siguen llamando a las cosas por su nombre. Hace muy poco tiempo, cuando, en paro tras ser destituido en Mendizorroza y antes de aterrizar en Sevilla, se dedicaba a pasear a su nieta, a ver muchos partidos y a cultivar todo lo que puede su afición a la pelota -es un asiduo a los frontones-, confesaba en una entrevista con EL CORREO que ya sentía el gusanillo de entrenar. «Nos pasamos el día viendo partidos, escuchando las noticias, que si los fichajes, que si las polémicas, que si esto o aquello. Y al final vuelves a sentir el gusanillo».
No sabe vivir sin entrenar: «Yo necesito el día a día, preparar los entrenamientos y los partidos, estar con los jugadores... Eso es lo que echo en falta ahora cuando no entreno. Que no haya dos lunes iguales, que siempre sean diferentes en función de si has ganado, de si has perdido, de si has jugado bien o mal... Hay gente que va al trabajo porque le toca, porque no tiene otro remedio. Yo no. Yo quiero ir a currar», decía.
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Ya lo hace. Y con éxito. Le gusta el fútbol con ritmo, que los partidos no se detengan -anoche tuvo que sufrir con las constantes interrupciones de la Roma de 'Mou'- y no le hace nada de gracia el VAR. «Cuando apareció el VAR fui de los primeros que dije que no me gustaba. Muchas veces esas imágenes congeladas son engañosas. A mí me preocupan los parones. Parece que todo se soluciona dando más minutos de descuento y no es eso. No. El fútbol es ritmo, no se puede parar tanto el juego como se para ahora. Hoy en día no puedes sacar rápido una falta en el centro del campo porque tienes ahí al árbitro dando explicaciones. O en los córners. ¿Qué hace el árbitro avisando a los jugadores y ralentizando el juego? No hay por qué avisar a nadie. Ya son mayorcitos. Pasa lo mismo con las lesiones. Un futbolista tiene una lesión muscular y le atienden en el campo. Luego se va andando. ¡Pues que se vaya primero andando y que le traten fuera! Todo se hace más lento. Otro ejemplo. Antes los árbitros eran como un poste. Si les tocaba el balón, no pasaba nada. Era como si no intervinieran. La jugada seguía. Ahora se para y se devuelve la pelota al perjudicado».
La gesta que protagonizó anoche debería acabar con las dudas que existen en el seno del club sobre su continuidad. Hay directivos que le veían como un buen salvavidas pero dudaban de su eficacia al frente de un proyecto a medio-largo plazo. Quizá en Budapest se despejaron esas dudas. Recibió encendidos elogios de los 'capos' del club andaluz y, lo que es más importante, de sus jugadores, a los que ha devuelto la ilusión por un fútbol que hace muy pocos meses algunos de ellos pensaban que tocaba a su fin. «Sería la leche no seguir». Sevilla se lo pedirá hoy en los actos de homenaje a un equipo que anoche tocó el cielo de la mano de José Luis Mendilibar, el técnico «cañero, muy cañero» y humilde.
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