Un centro del campo sin gol

Es cierto que existen otros equipos donde el centro del campo acumula pocos goles. Por ejemplo, un Getafe en el que solo han firmado sendos tantos Aleñá y Maksimovic, pero es que en su caso cuentan con un depredador del área como Enes Ünal: el turco se sale con 14 tantos, mientras que el máximo artillero vizcaíno es Iñaki Williams, con siete. En el Valencia, Guillamón, pivote, suma una diana, y qué decir de Carlos Soler, con nueve, eso sí, seis desde el punto de penalti. Y en la Real, Mikel Merino suma tres y Zubimendi, uno.

El hándicap que sufren los futbolistas del Athletic es que los dos integrantes del núcleo de la formación rojiblanca se dedican más a la destrucción que a la construcción. Es decir, miran más hacia abajo que hacia arriba y, por supuesto, así resulta complicado anotar. Es verdad que, de vez en cuando, se animan con un disparo lejano, pero todavía no han contado con la capacidad de dirigirlo de la manera correcta.

Carece, por tanto, el Athletic, con el sistema impulsado por Marcelino García Toral (4-4-2), de un centrocampista de creación -estilo Ander Herrera en el pasado, o Iker Muniain y Raúl García, en tiempos más cercanos-, que tenga además la capacidad para pisar el área del oponente, disparar y marcar. Y esta situación penaliza la capacidad anotadora de una escuadra que tiene serias dificultades para ver puerta. «Tenemos un problema de eficacia», ha repetido varias veces el técnico asturiano.

Siempre resulta esencial que los futbolistas de la segunda línea, los que aparecen por detrás de los delanteros, sumen aciertos. Pero en el actual Athletic, lo que ocurre es que, salvo Iker Muniain, los siguientes en la lista de artilleros son dos centrales, Iñigo Martínez (3) y Daniel Vivian (1). La aportación de Berenguer, por ejemplo, se reduce a un tanto en este ejercicio. Nico Williams aún no ha marcado en la Liga.