Una calurosa tarde de reencuentros en Anduva

Lleva dos días el de Derio en Miranda y ya se ha ganado un hueco en la afición. Pero él tiene el corazón rojiblanco. Suplente, durante el calentamiento se saludó con Gaizka Garitano. Poco después, cuando los equipos se retiraban a los vestuarios, lo hizo acompañado de Villalibre, también en el banquillo en la escuadra visitante. Y, antes de empezar, el partido, se cruzó con Patxi Ferreira y bromearon un instante.

Todavía no había empezado el encuentro, seguía el protocolo de presentación del Mirandés, y los minutos rebasaban la hora prevista para el comienzo del encuentro, las ocho. Y todavía quedaba el discurso de Iraola. Cogió el micrófono y... «Voy a ser breve que ya nos vamos de hora». Tras agradecer la acogida de la afición rojilla, las protocolarias fotos de las alineaciones, y un sonriente saludo del exlateral derecho a Garitano -el de Usurbil incluso se señaló el reloj-, comenzó el encuentro.

Lo vivió de pie. Con instrucciones constantes a sus jugadores. Tranquilo en su época de futbolista, un profesional al que nada parecía alterarle, en el banquillo es puro nervio. «Ahora, Jon, ahora». «Venga, Martín, venga». No paró de solicitar una presión adelantada que agobiara la salida de la pelota de la escuadra rojiblanca, lo que provocó más de un susto al Athletic, que estuvo arropado por su gente en Miranda de Ebro.

Suele ocurrir. Cuando el Athletic juega a domicilio, pero a un paso de casa, las camisetas del equipo -ya sean rojiblancas, azules con el nombre de Iraola, verdes o negras- tiñen los alrededores del campo rival desde un par de horas antes de que arranque el encuentro. Sucedió en Anduva, cerca de lugar de veraneo de muchos aficionados del Athletic, a tiro de piedra de lugares como Haro, Briones, Anguciana, Medina de Pomar -había dos pancartas de la peña de la localidad-, y el propio municipio castellano. Hubo una amplia representación de hinchas de la formación de Gaizka Garitano; de hecho, uno de los fondos era solo vizcaíno. Justo, en el pegaba el sol, que lo hizo con ganas.

Las mismas que ponía en la banda Iraola, también, por supuesto, su homólogo en el banquillo visitante. Casi siempre con el brazo cruzado sobre el pecho -en el dedo anular tenía una tirita- y el izquierdo elevado, colocado en la barbilla, salía de su área técnica, y también empleaba, de vez en cuando, una libreta para anotar alguna cuestión a perfeccionar en el futuro. Garitano empleó ese sistema para ofrecer instrucciones a Sancet, justo después de la diana de Aduriz. A Kodro, «Kenan, Kenan», se las daba de viva voz. Como sucedió contra el Paderborn en Alemania, le realizó correcciones constantes.

Al descanso, se produjo el estreno de Iñigo Vicente. Con el dorsal '17', el futbolista de Derio se colocó en la banda izquierda, el mismo lugar que le había dado su paisano en el Athletic. Cuando anotó su escuadra la primera diana, corrió a por la pelota: había que buscar el empate. No intervino en demasía un futbolista que se reencontró con su pasado más reciente, con ese que dejó el martes en Lezama cuando recogió su taquilla y se dirigió a Anduva. Más tiempo llevan fuera Galder Cerrajería, Mario Barco y Andoni Iraola, que se fundió en un abrazo con Garitano al término del duelo. Inolvidable el futbolista guipuzcoano para la afición rojiblanca, «el líder» del nuevo Mirandés de Segunda División.