Un Athletic extraño corona a Joaquín

Lo último que podía esperarse de este sobrio Athletic en el Benito Villamarín es que realizase un partido disparatado. Pues bien, esto es justo lo que hizo.

Al Athletic se le cayó el techo encima desde el pitido inicial. Es cierto que le incomodó la apuesta de Rubí con dos carrileros muy altos y tirando la presión arriba.

Se hace difícil recordar más errores seguidos. El desplome recordó al de aquellos partidos tremebundos que realizaba el Athletic en Sevilla en los tiempos del cuplé. Entonces solíamos referirnos a los campos secos del sur y a la calufa sahariana para justificar las empanadas de los rojiblancos, que eran pasados a cuchillo.

El partido, en fin, ya estaba finiquitado cuando todavía quedaban setenta minutos por jugar. En ese momento, todos hubiéramos celebrado que el árbitro pusiera fin a las hostilidades y decretara un KO técnico. El Betis ya tenía sus tres puntos y el Athletic no daba ninguna señal de vida. De vida inteligente, quiero decir. Todo lo contrario. La defensa seguía chirriando -Unai Simón salvó el 4-0 con una gran parada a Guardado- y en ataque la pérdidas se sucedían. Era imposible hilar una jugada de ataque en condiciones.

El Athletic parecía condenado a llegar al descanso sin un solo asidero al que agarrarse en la segunda parte. Sin embargo, en el minuto 42, se encendió una pequeña luz de esperanza. Un absurdo penalti de Alex Moreno, al que por misterios de la naturaleza humana se le ocurrió de repente jugar al baloncesto dentro del área,

Es difícil valorar si le salió bien o mal. Aunque el Betis le hizo menos daño, también es cierto que no lo necesitaba y que se conformaba con mantener a buen recaudo los tres puntos. Lo hizo sin problemas.

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