![Berchiche cambia la historia](https://s1.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/202003/05/media/cortadas/yurifoto-kv5C-U100418227298hQ-1248x770@El%20Correo.jpg)
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Un gol de Berchiche en el minuto 82, en el primer remate entre los tres palos hasta entonces del equipo de Garitano, cambió ayer la historia del Athletic. Al menos, la historia presente. Fue una jugada aislada en mitad de un partido horroroso de los rojiblancos y sus consecuencias fueron inmensas. Salvó al equipo, que estaba eliminado después de que el Granada se adelantara 2-0 aprovechando su dominio aéreo. Y probablemente salvó a Gaizka Garitano, cuyo crédito hubiera quedado barrido si llega a consumarse el descalabro. No faltó nada para que eso sucediera. El pelo de una gamba, que diría Luis Aragonés. De hecho, fue tal la decepción por el rendimiento del Athletic, la pobreza irritante de su fútbol y la gestión del partido desde el banquillo, que fue necesario que pasaran unos cuantos minutos tras el pitido final para hacer la digestión del bodrio y ponerse a celebrar como se merece el éxito que supone volver a una final de Copa.
La fortuna ha acompañado al Athletic en esta competición en todos los partidos menos en el de San Mamés ante el Granada. Aquel día pudo quedar resuelta la eliminatoria, pero la impericia de los rojiblancos ante el gol obligó a sacar el pasaporte en el Nuevo Los Cármenes. Había confianza en hacerlo con una cierta solvencia. Este equipo acostumbra a competir bien en todas las latitudes más allá de la calidad de su juego. Ayer, sin embargo, compitió mal y, sobre todo, jugó fatal, en una de sus versiones más pobres de la temporada. Hasta el punto de dar aire a un Granada que fue claramente superior en la segunda parte y, sin hacer tampoco maravillas, aprovechando dos cabezazos que la defensa del Athletic permitió de una forma suicida, no se clasificó para la final de milagro. Se lo impidió la flor de Garitano, representada de nuevo, como en Tenerife, por Yuri Berchiche.
Sólo había una duda en la alineación del Athletic y el técnico de Derio apostó por la opción más conservadora. San José haría de Dani García, acompañando a Vesga, que ya parece haberse consolidado como titular por razones misteriosas. En fin, experiencia, kilos y altura. Más argamasa para una medular de cemento armado. Su apuesta era un mensaje muy claro sobre su prioridad en el juego: la destrucción. O dicho de otro modo: aguantar como fuera el 1-0 e intentar pescar un gol por casualidad, como finalmente lo acabó pescando su equipo. Una propuesta, en fin, igual de sugerente que ponerte a sembrar cardos en el desierto.
El partido tuvo la electricidad que se esperaba. Sólo habían pasado tres segundos y Herrera presentó sus credenciales con una patada alevosa a Muniain delante mismo de Del Cerro Grande. El árbitro actuó como suelen hacer muchos de sus colegas en casos similares, es decir, haciendo una interpretación recreativa del reglamento según la cual las sanciones dependen no sólo de la acción punible que comete el jugador sino del momento en que la realiza. Los uruguayos, que saben lo suyo de estas cosas, llaman a lo que hizo Herrera patada de ablande. El Granada quiso marcar con ella el territorio mental del partido, pero no lo logró. El Athletic tiró de su potente armadura y sostuvo bien el pulso a los locales. De manera que el partido se acabó convirtiendo enseguida en lo que todo el mundo preveía de antemano: un toma y daca áspero como la lija, un carrusel de balonazos, faltas, interrupciones y rugidos.
Todo era tan intenso como inocuo. Suele ocurrir en partidos de máxima tensión, donde el juego se vuelve asfixiante, como una batalla en la selva, y al jugador que intenta poner un poco de pausa o se atreve con una sutileza dan dan ganas de condecorarlo con la Legión de Honor. Ayer no lo hizo ninguno. Todos se entregaron a la pelea, a una refriega sin cuartel en la que no pasó nada relevante hasta que, en el minuto 23, Víctor Díaz estuvo a punto de marcar en propia puerta al intentar despejar un centro de Williams. Tras esa jugada, el Athletic tuvo sus mejores momentos y dos nuevas ocasiones, una de San José y otra de Raúl García. No hubo más hasta el gol de Berchiche.
El problema fue que, entre medias, el Granada hizo los deberes. Williams sacó bajo palos un cabezazo de Herrera en el minuto 45, y nada más empezar la segunda parte, Carlos Fernández hizo el 1-0 con un gran cabezazo. El Athletic tenía más defensas que Vercingetorix en Gergovia, pero ninguno le cubrió. Como no lo hizo Núñez con Germán en un córner en el minuto 75. Fue el 2-0 y el escalofrío fue tremendo. Garitano metió a Córdoba por Capa -Yeray pasó al lateral derecho, algo raro estando en el banquillo Lekue- y luego Aduriz por San José. Había que buscar un gol como fuera. Y llegó. No puede decirse que los cambios influyeran. Fue otra cosa: una mezcla benéfica entre el coraje de Berchiche, que no había hecho un buen partido, y la buena suerte de Garitano en este torneo. O tal vez sería mejor decir el destino.
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