El Athletic de Valverde, fiel a sus principios

Visto lo visto, podemos decir que el Athletic no plantea ninguna duda metódica esta temporada. No va a negociar su estilo. Habrá que ver cuáles son sus resultados, pero su guion va a estar muy claro durante todo el campeonato. Serán un equipo comanche y que sea lo que Dios quiera. Valverde ha tomado esta decisión y, desde fuera, la impresión es que lo ha hecho no ya por una cuestión de gustos -el suyo y el de los aficionados- sino de una forma muy meditada, analizando con detenimiento los pros y las contras de su apuesta.

La conclusión a la que habría llegado el técnico rojiblanco sería la de que con este fútbol vibrante, intenso y muy ofensivo su equipo va a sumar muchos puntos contra sus rivales de la zona media y baja de la tabla, como efectivamente ha ocurrido en este arranque de Liga. Y que quizá contra los gallos sufra y no obtenga muy buenos resultados, pero que el riesgo de jugar en el alambre le va a compensar cuando, en la jornada 38, haga las cuentas.

Quién sabe si Txigurri ha tenido presente incluso el dato curioso de la Real Sociedad la pasada campaña. Los de Imanol, como recordarán, terminaron sextos con 62 puntos, 7 más que el Athletic, octavo con 55. Pues bien, ante Real Madrid, Barcelona, Atlético, Sevilla, Betis, Villarreal y Athletic los donostiarras sólo sumaron 8 puntos de 42 posibles, un 19%. El Athletic de Marcelino, en cambio, sumó 16 puntos ante esos mismos rivales (la Real incluida), pero su cosecha contra los rivales mas asequibles fue claramente inferior y eso le acabó costando la clasificación para Europa.

El análisis de Valverde, por supuesto, no sólo tiene que ver con la puntuación posible del equipo sino también con la naturaleza de sus jugadores. ¿Cuáles son sus mayores virtudes? ¿Cómo son estos futbolistas más competitivos? Él lo tiene claro: corriendo, arriesgando en ataque con presión alta, dejándose la piel, haciendo auténticas demostraciones de poderío físico e insistencia ante la portería rival. Frente a estos principios sagrados, la calidad del juego queda en un segundo plano, algo lógico si se tiene en cuenta que ésta acostumbra a ser desigual, ya que la regularidad en un alto rendimiento no es, precisamente, el principal atributo de los jugadores con más talento del Athletic. Más bien al contrario. Su entrega y su obediencia a las consignas de su entrenador, por el contrario, son irreprochables.

En la puesta del entrenador rojiblanco seguro que ha tenido que ver la cuestión de los goles en el pasado reciente. Los pocos que se han recibido y los pocos que se han hecho, se entiende. El Athletic lleva varios años apoyado en su solidez defensiva, siendo uno de los equipos que menos goles recibe. La pasada temporada sólo el Sevilla (30) y el Real Madrid (31) encajaron menos que los 36 del equipo de Marcelino. El problema es que también es un equipo de media tabla -el undécimo la pasada campaña- en los goles marcados y éste era un problema que había que solucionar si el equipo quería subir un escalón en sus prestaciones quedar entre los seis primeros. Y, claro, teniendo en cuenta que los jugadores son los mismos porque no pueden cambiarse, la mejor manera de intentar solucionarlo es aumentado la cifra de llegadas al área y remates a portería.

El Athletic lo ha hecho y su cifra de goles, al menos por el momento, se ha disparado. De hecho, casi se ha duplicado. Lleva 17 cuando los tres últimos años, cumplida la novena jornada, sumaba 8, 11 y 9. Y además ha conseguido esta mejora sin resentirse apenas atrás. Lleva 6 goles en contra, sólo uno más que la pasada temporada, lo que le convierte en el cuarto menos goleado del campeonato. El gran reto, por supuesto, es conseguir mantener este magnífico balance que traería aparejado un premio seguro a final de temporada.