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Jon Agiriano
Miércoles, 16 de abril 2025, 00:39
La afición del Athletic lleva meses soñando con la final de la Europa League que se jugará el 21 de mayo en San Mamés. Ese ... partido ya era visto el pasado verano como una oportunidad histórica de lograr el primer título europeo del club, y el gran rendimiento del equipo a lo largo de la temporada no ha hecho sino acrecentar y extender una sensación general de optimismo. El ambiente recuerda al que se vivió en 2012, cuando el grupo de Bielsa deslumbró en Europa hasta alcanzar la final de Bucarest, de triste recuerdo.
Al Athletic todavía le quedan al menos tres pasos para llegar a la final. El de mañana, el primero. Se trata de superar el escalón de los cuartos, una frontera complicada en la que los rojiblancos han sufrido más disgustos que alegrías. Hasta en cinco ocasiones –contra el Manchester United en 1957, el Ferencvaros en 1965 y 67, el Rangers en 1969 y el Sevilla en 2016– tropezaron al intentar cruzarla. Ahora bien, las dos veces que la traspasaron, como si hacerlo les impulsara en un trampolín imaginario, llegaron hasta la final. No está de más, por tanto, recordar aquellas eliminatorias ante el Barcelona en 1977 y el Schalke 04 en 2012. Por lo que significaron y porque siempre es agradable echar la vista atrás y detenernos en evocar a dos de los equipos que mejor han jugado al fútbol en la historia del Athletic.
Aquel cruce contra el Barça creó una enorme expectación. El Athletic de Koldo Aguirre estaba desplegando un fútbol tan espectacular en San Mamés que sus socios empezaban a ir al campo como si fueran a un prodigioso parque de atracciones. La última exhibición en Europa había sido contra el Milán, al que se despedazó con un 4-1 monumental que luego las pasó canutas para defender en San Siro, como es bien sabido. El Barcelona era otro coco, uno de los grandes favoritos de la competición y también para ganar la Liga y la Copa. Es cierto que al final los culés se quedaron en blanco, pero aquel equipo dirigido por Rinus Michel, el de Cruyff, Neeskens, Migueli, Olmo, Sánchez, Asensi, Amarillo, Rexach, Heredia y demás, era temible.
Encima había cuentas pendientes y todavía coleaba el puñetazo de Villar a Cruyff tres años antes. Los últimos duelos entre ambos equipos habían sido vibrantes. En la Liga, los azulgranas ganaron en San Mamés por 1-3, pero los rojiblancos les respondieron con un 0-2 en el Nou Camp. Jabo Irureta, verdugo de los azulgranas, se encargó del trabajo. Esa victoria fue el 20 de febrero y diez días después, el 2 de marzo, el Barça se presentó en San Mamés para el partido de ida de los cuartos de final de la UEFA.
Pues bien, la exhibición del Athletic fue impresionante. Que el marcador final registrara un cortísimo 2-1 sólo se explica por esos absurdos caprichos del fútbol, que a veces castiga al que le honra. Atrincherado todo el encuentro, el Barça sólo se asomó una vez a la portería rival y se adelantó con un gol de Asensi. A partir de ahí, el Athletic comenzó una ofensiva por tierra, mar y aire que mereció una goleada y acabó en una simple remontada con goles de Churruca, antes del descanso, y Dani de penalti. En la final, ante la Juventus, sucedería algo parecido.
Un soberbio recital
Muy deportivo, Rinus Michel reconoció la superioridad del Athletic y elogió su juego. «Ha sido el mejor fútbol que yo he visto esta temporada de un equipo español», aseguró. En las páginas de este periódico, José Luis Sánchez Izquierdo definió el juego de los leones como una «carga trepidante, continua y sin reservas, una carga total» y elogió al equipo y al técnico. «Aferrados a un magistral planteamiento, en el que nada descuidó Koldo Aguirre, supieron dar los leones un soberbio recital de fútbol con un juego de muchos quilates, juego que para si quisiera el mejor equipo europeo del momento».
El técnico de Sondika era optimista, pese a todo, de cara al choque de vuelta. Y sus jugadores también debieron serlo porque dos semanas después salieron al Camp Nou con una determinación feroz. Ni siquiera les detuvo la sospechosa actuación del árbitro, Cesare Cussoni, que en el minuto 7 se hizo el longuis de una manera incomprensible en dos penaltis como dos soles en la misma jugada, primero en un derribo de Olmo a Churruca y luego en otro de Amarillo a Amorrortu. Los rojiblancos siguieron a lo suyo, con Villar secando de nuevo a Cruyff y un frente de ataque demoledor con Txetxu Rojo, Churruca, Irureta y Amorrortu. El Athletic se fue al descanso con un prometedor 1-2 –'Jabo' volvió a hacer doblete–, y en la segunda parte, aunque Cruyff empató en un mal desvío de Alexanko, no sólo se mantuvo firme sino que pudo golear. Rojo y, sobre todo Amorrortu, cuya velocidad desquició a la defensa culé, tuvieron el tercero en sus botas.
José Luis Sánchez Izquierdo, como es lógico, sólo podía teclear elogios. Así empezaba su crónica. «¡Europa a sus pies, Athletic! Efectivamente, toda la Europa futbolística mirará hoy con asombro hacia Bilbao, hacia ese equipo, caso único en el fútbol mundial, que ha vuelto a dictar, esta vez en el Nou Camp azulgrana, una magistral lección de lo que es, de lo que debe ser el fútbol moderno, pero sin tener por ello que abandonar en ningún momento el sello inconfundible de su propia raza». Koldo Aguirre, por supuesto, era un hombre feliz. «Hoy es uno de los días de más satisfacción que he tenido en el tiempo que llevo como entrenador del Athletic».
Una larga espera
Tuvieron que pasar 35 años para que la familia rojiblanca volviera a celebrar el pase a una semifinal europea. Esta vez el rival fue el Schalke 04, liderado por Raúl González Blanco. La hinchada del Athletic vivía entonces en una especie de limbo. La eliminatoria contra el Manchester United le había dejado saltando por las nubes como Heidi y convencida de que todo era posible, empezando por el primer título europeo de la historia. Los alemanes, sin embargo, eran un rival duro y competitivo. Yel Veltins Arena de Genselkirchen impresionaba. Desde antes del pitido inicial, la megafonía atronaba con los sones del 'Whatever you want' de los Status Quo. Daba miedo.
El partido de ida fue un toma y daca muy divertido que llegó al minuto 73 con 2-2 después de que Llorente y Raúl firmaran sendos dobletes. Entonces, en ese momento decisivo, el Athletic supo ser valiente. Andoni Iraola suele recordarlo con una sonrisa y cara de susto. Se refiere a la impresión que se llevó cuando, después de que Llorente igualara a falta de poco más de un cuarto de hora, y mientras él y sus compañeros dudaban sobre si les convenía desacelerar un partido loco para conservar ese gran resultado, miró hacia el banquillo y vio a Marcelo Bielsa en el área técnica desgañitándose y haciendo aspavientos de loco para que se fueran arriba a por más goles. Y lo cierto es que los hicieron, el 2-3 De Marcos y el 2-4 Muniain en el descuento.
Pese a todo, el pasaporte a semifinales no fue un paseo en San Mamés. Hubo que sufrir en un partido de vuelta que se recuerda por el carácter de los alemanes, que se adelantaron con un gol de Huntelaar en el minuto 28, y por un cambio brusco y decisivo. A la media hora, justo después de ese 0-1, Bielsa quitó del campo a Herrera, que no daba una a derechas y además ese día no tenía a su lado a Iturraspe, y sacó a Ibai Gómez, que lograría el 1-1 antes del descanso. En la segunda parte, Raúl volvió a adelantar a los suyos en el minuto 52, pero Susaeta volvió a igualar rápidamente. Luego llegaría el Sporting de Portugal, pero las semifinales nunca han sido una mala frontera para el Athletic.
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